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La ruta de San Cecilio, los caminos del 'Monte Sacro'
Tres formas de llegar a la Abadía en el fin de semana del patrón de Granada, el Sacromonte, sus veredas y el Fargue
Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle
Jueves, 30 de enero 2020, 12:44
Desde los altos del cerro del Sol, la vista se extiende sobre las colinas de Valparaíso, se contempla el actual Sacromonte, desde el cerro de San Miguel hasta los campos del este, donde el río Darro sale de pasos angostos para abrir sus aguas al valle que lleva su nombre. Cada mañana, al alba, los primeros rayos solares iluminan, poco a poco, un paisaje de tierras erosionadas, de conglomerados arcillosos sobre los que crecen pinares, matorral mediterráneo y campos de olivos, donde la ciudad que fue Garnata creó sus arrabales a extramuros de la muralla nazarí de los Halconeros (el Albaicín).
En ese espacio, conocido desde la reconquista de Granada y su conversión al cristianismo, como el Monte Sacro, horadado por innumerables casas trogloditas en terrazas ganadas a la ladera de la solana, se divisa una enmarañada red de veredas que dibujan líneas ocres sobre el verdeo del campo en el invierno. Son caminos que comunican cuevas y barrancos, todos ellos trazados sobre las sendas que desde el viejo Albaicín discurrían al encuentro de la Abadía del Sacromonte, del lugar donde se encontraron las reliquias de San Cecilio y sus compañeros de viaje, martirizados en el siglo primero. Con la construcción de la Abadía a principios del siglo XVII, el primitivo camino del Monte, la actual vía principal de acceso al barrio de las cuevas y el complejo religioso, fue el trazado del que se consideró como el mayor Vía Crucis de la cristiandad, el recorrido que los fieles realizaban desde la ciudad hasta el lugar de martirio de San Cecilio, el enviado de San Pedro para evangelizar Hispania.
Hacer el camino entre la ciudad y el Sacromonte es rememorar aquel Vía Crucis, un recorrido que los granadinos hacen en la romería que cada primer domingo de febrero sube a la Abadía para conmemorar el martirio de San Cecilio.
Desde el Peso de la Harina
En solo 45 minutos de recorrido a pie es posible llegar desde el centro de Granada hasta las puertas de la Abadía y las almenas que ocultan las capillas subterráneas, el reposo de las cenizas de los mártires y contemplar las seis cruces que aún se conservan de lo que fue la principal Vía Sacra del sur de la península Ibérica. A un centenar de metros después de iniciar la subida de la cuesta del Chapiz, tras el paseo de los Tristes, comienza el camino del Sacromonte. Desde ese punto, solo hay que recorrer poco más de un kilómetro para llegar a la ermita del Santo Sepulcro, el lugar de inicio de la cuesta que tras 500 metros de subida, llega a la puerta de la Abadía, las Santas Cuevas y los colegios sacromontanos. Poco antes de llegar a la ermita, en un hueco en el muro que sostiene la erosión del monte, se encuentra la peana una humilde cruz de piedra erigida por un vecino de Dílar en la primera década del XVII. A solo un centenar de metros, en la ermita está la primera de las grandes cruces, muy deteriorada pero que aún preside la entrada al complejo religioso.
Caminar por el Camino del Monte es conocer el complejo de cuevas, en su mayoría dedicadas a espectáculos turísticos de zambra flamenca y observar como las viviendas trogloditas ascienden por la ladera. Al otro lado, sobre la colina de la Sabika, se alza la Alhambra y el perfil del Generalife.
Tras la ermita del Santo Sepulcro, la cuesta de acceso al complejo sacromontano, está bordeada de altos cipreses que crecen en los bordes de un recorrido que subre en zig zag por la ladera tapizada por restos de chumberas, plantas aromáticas mediterráneas, romeros y lavandas, con arboledas de moreras y álamos. Al tomar altura, a la derecha, se abre la belleza natural del valle del Darro. En febrero, aún quedan hojas rojas y amarillas en las alamedas y frutos en las riberas que, en algunos puntos, empiezan a verdear. Frente a la Abadía el cerro del Sol con su ladera trazada por los cauces de la acequia Real de la Alhambra y la del Tercio.
Desde El Fargue
Hay otra forma de acceder al complejo de la Abadía y a su entorno natural. Desde la antigua carretera de Murcia, poco antes de llegar a El Fargue, la carretera se deriva hacia la derecha a través de las zonas altas del cerro Ilipulitano, recorrer la meseta y bajar hacia la ladera donde se encuentra la Abadía. Es un territorio de pinares de repoblación, ecosistemas de matorral de degradación sobre terrenos de conglomerados Alhambra. Una carretera estrecha que termina a las puertas de la Abadía. Un trazado que en su bajada mira hacia el fondo del valle del Darro, frente a la ladera umbría del cerro del Sol y con la silueta de las torres de la Alhambra hacia el oeste.
Las veredas del Monte
Hacia este camino discurren diversas veredas que desde la salida de Granada por el 'Tambor' más allá de Fajalauza, trazan caminos, en su mayoría muy deteriorados, pero transitables, hacia el Sacrononte y su ladera sur. Caminos que ascienden a la zona más alta de las colinas que formaron Valparaíso y se juntan para dirigirse en busca de la carretera hacia la Abadía y, desde ahí, bajar al complejo religioso.
Pero las veredas más transitadas para acceder desde la ciudad hacia la Abadía, que atraviesan las zonas altas del Sacromonte, más allá de las últimas cuevas, parten desde San Miguel Alto. Hay una enmarañada red de veredas que se dirigen a zonas concretas del barrio y enlazan con las calles principales, pero otras se internan en la ladera de la colina, la bordean manteniendo altura, sortean los barrancos y se dirigen hacia el área de la Abadía.
El Vía Crucis de los Mártires
Entre 1588 y 1599, en las obras de construcción de la torre Turpiana de la Catedral de Granada, se produjeron diversos descubrimientos de reliquias, entre ellas las cenizas del hoy patrón de Granada, inscripciones del lugar donde se produjo el martirio y los polémicos libros plúmbeos. Todo ello generó un resurgir del fervor cristiano entre la población, que pobló el camino de Valparaíso de cruces con las que mostrar el alto grado de religiosidad de gremios de artesanos y funcionarios, de barrios y particulares. Más de un millar de cruces se levantaron en la ciudad y en especial en el camino del que desde aquel momento se llamó Monte Sacro. Un Vía Crucis que se rememora con la romería que cada primer domingo de febrero celebran los granadinos para honrar a su patrón, martirizado el uno de febrero.
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