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El otoño cubre de ocre las laderas de Valparaíso

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El otoño cubre de ocre las laderas de Valparaíso J. E. GÓMEZ

Disfruta de la otoñada de Valparaíso, el corazón del 'Valle de los Reyes'

Descubre el color de la ribera ocre del Darro y camina hacia la Abadía del Sacromonte para rememorar el gran Vía Crucis del siglo XVII

Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle

Jueves, 28 de noviembre 2019

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La lluvia y el viento del oeste desnudan los álamos, fresnos y sauces de la ribera del río de oro. La hojarasca tapiza las orillas ocultas entre las que aún se mueven zorros, jinetas, comadrejas y pequeñas piaras de jabalíes, que aprovechan ese corredor verde que comunica la sierra de Beas con los aledaños de la ciudad para buscar alimento que, con el otoño, comienza a escasear en sus hábitats de origen.

Recorren el interior de ese bosque de galería que delata la presencia del río al dibujar una línea de color ocre y rojo bajo las dos laderas del valle de Valparaíso, el cerro del Sol y la Sabika, en la umbría, y el Monte Sacro y el viejo Arrabal de Halconeros de los nazaríes, al extremo oriental del Albaicín. Es el corazón del 'Valle de los Reyes' nazarí, el paisaje que se extendía tras las arcadas de las torres de Comares y el Partal, el lugar que se dejaba bañar por los primeros rayos de luz de la mañana.

Una de las múltiples cruces que rodean la Abadía; el valle se extiende hacia el este; árboles rojos en el colegio del Ave María J. E. GÓMEZ
Imagen principal - Una de las múltiples cruces que rodean la Abadía; el valle se extiende hacia el este; árboles rojos en el colegio del Ave María
Imagen secundaria 1 - Una de las múltiples cruces que rodean la Abadía; el valle se extiende hacia el este; árboles rojos en el colegio del Ave María
Imagen secundaria 2 - Una de las múltiples cruces que rodean la Abadía; el valle se extiende hacia el este; árboles rojos en el colegio del Ave María

Es un paisaje cambiante, único en cada momento en el que se contempla, donde la luz juega un papel fundamental al iluminar o esconder el color de la vegetación, de los árboles y arbustos de la ribera y sus laderas, al cambiar los matices que desprende el rojo apagado de las murallas de la Alhambra. El otoño genera el imperio de ocres que tornan hacia el rojo, según los árboles se desprenden de sus hojas al desconectar la energía de parte de su sistema vital para entrar en reposo y soportar los rigores del invierno aún por llegar. Una etapa en los biorritmos de los ecosistemas que genera imágenes de gran belleza y que podrían formar parte de un universo mágico.

Mapa de la ruta, de Los Tristes a la Abadía

Desde la Acera del Darro hacia Los Tristes es posible contemplar ya el avance de la otoñada en los tajos de San Pedro, bajo las murallas de la Alcazaba y la torre de Comares, pero es en el camino hacia la Abadía del Sacromonte y su entorno, donde es posible admirar el valor paisajístico e histórico de la estación de las lluvias entre las colinas del este de Granada. Al ascender desde el Chapiz hacia el Camino del Monte, los plátanos de sombra y álamos del Palacio de los Córdobas se recortan sobre la colina de la Alhambra. Se divisan Los fresnos, ginkgos y álamos de la Cuesta de los Chinos, que se alzan junto a la torre de los Picos que se deja ver desde la lejanía. Abajo, en el río, los sauces muestran ya sus varillas rojizas que aún sostienen las últimas hojas ya secas y semidestrozadas por el viento.

El Camino del Monte avanza zizagüeante entre las antiguas cuevas de flamenco y zambras. Mira al otro lado del río, a la ladera del cerro del Sol bajo la que se encuentra la Fuente del Avellano, marcada por el inicio de un bosquete de quejigos amarilleados por el otoño.

A poco más de un kilómetro del Chapiz, el camino llega a la Ermita del Santo Sepulcro, el inicio de la subida a la Abadía. Arriba, entre las cruces que los feligreses y gremios del XVII levantaron para mostrar su devoción, la vista se extiende sobre el final de Valparaíso y contemplar Jesús del Valle, donde el Darro da sus aguas para las acequias de la Alhambra.

Es la ruta que emula la gran 'vía sacra' de los cristianos, el recorrido del vía crucis que se hacía cada semana desde la ciudad para honrar las reliquias de los Santos Mártires encontradas en 1595 en las cuevas sobre las que se edificó la Abadía.

Un vía crucis que llego a ser el más grande y concurrido de la cristiandad, según los cronistas de la época, que hoy en día puede emularse con una ruta que, en otoño, en días grises de llovizna, adquiere un especial significado: contemplar como el 'Valle de los Reyes' torna al color del oro.

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