Otro curso con más sombras que luces y sin ascenso al final

Otra temporada más, y ya van dos consecutivas, la plantilla del Granada acabó con más sombras que luces como para seguir en Segunda división tras el descenso del curso anterior. IDEAL pone sus notas y aprueba a 18 de los 30 futbolistas que participaron en la campaña completa desde agosto, con doce suspensos y demasiada mediocridad bajo el mando de tres entrenadores de nuevo.

Lucas Boyé, Giorgi Tsitaishvili y Manu Lama son los tres jugadores que alcanzan el notable, con aportaciones muy deficientes de varios hombres de ataque sobre todo como Shon Weissman, Reinier, Siren Diao o Borja Bastón además de Stoichkov como fallido recambio de Myrto Uzuni tras su rebeldía.

Entre lesiones y pifias graves, no terminó de justificar la decidida apuesta del club por él. Nadie duda de su naturalidad con los pies, pero no transmitió la seguridad que debiera cuando le tocó jugar en contraste con Mariño. Rol incierto de cara a la temporada que viene.

Cumplió como parche ya con el mercado de verano cerrado y aportó sus tablas bajo palos cuando más le necesitó el equipo, sobre todo en abril, pese a protagonizar algunas cantadas aisladas. A sus 35 años, el club le quiere renovar, pero no a cualquier precio.

Partía como suplente de Luca pero los cuatro partidos en los que le tocó reemplazarle durante el primer mes de competición demostraron que hacía falta firmar a otro portero, con la posterior llegada de Mariño. Deja el club sin justificar su fichaje, con el añadido de haber dejado ir a Raúl Fernández.

Conservó la titularidad durante casi toda la primera vuelta, pero apenas actuó de inicio durante la segunda, cometiendo además el grave error de su expulsión nada más salir del banquillo en Huesca. Marcó el gol decisivo al Castellón, pero le faltaron méritos como para renovar.

Algunos problemas musculares le impidieron hacerse con el puesto hasta el final de la primera vuelta, pero fue prácticamente indiscutible durante la segunda con varias exhibiciones de potencia en ataque. Aun con algunas desatenciones, no será nada fácil su retorno a Segunda.

Protagonizó una irrupción salvaje en la zaga, con muchísima fuerza y solvencia en todas las acciones defensivas más allá de su condición de zurdo, pero fue a menos. Sus reincidentes molestias fibrilares reaparecieron durante la segunda vuelta y le redujeron a una versión menor.

Volvió a mantenerse importante tanto para Guille Abascal como para Fran Escribá y únicamente Pacheta le sentó. Aportó solidez en los duelos y algunos goles pese a sus problemas habituales con la pelota en los pies. No le faltó compromiso pese a firmar por el Espanyol.

De la inexistencia para Guille Abascal a titular con Pacheta, fue uno de los pocos futbolistas cuyo rendimiento superó claramente la expectativa. Rápido y muy firme por su concentración, también aporta buen desplazamiento con el balón para salir jugando desde atrás.

Parecía llamado a la titularidad pero los planteamientos de Guille Abascal descubrieron su lentitud y distintos problemas físicos le condenaron luego con Fran Escribá. Fue útil en compromisos complicados, como en El Molinón, y un desastre en Córdoba o Santander.

Un gol de Juan Otero para el Sporting en El Molinón le sentenció para Fran Escribá pese a su interesante aparición durante la derrota con el Levante en Los Cármenes. No tuvo continuidad como para demostrar lo que prometía en pretemporada, y tampoco ayudó al filial.

Intentó cumplir en lo que se le requirió pese a sus carencias, como central derecho incluso pese a ser zurdo, pero una pésima actuación en Zaragoza le condenó para Fran Escribá hasta salir en invierno. Terminó asciendo directo como titular en el Levante, pero no seguirá allí.

Empezó la temporada como meritorio desde el Recreativo y la terminó rechazando hasta dos ofertas de renovación para irse al Coventry de la Championship. Mejoró a Carlos Neva a poco que le sustituyó por su primera lesión, con un recorrido imponente, pero faltó dos meses claves.

Asumía la capitanía y cometió el error de mandar callar a la afición tras su gol al Málaga. Lesionado escasos minutos después, se disculpó, pero ya no volvió a jugar hasta cuatro meses después. Pacheta le prefirió a Brau, pero terminó despidiéndose expulsado en Santander.

Pasó de dominar los partidos como se le antojaba a evadirse de los mismos sin explicación alguna. Esa irregularidad terminó desquiciando a Fran Escribá, que la tomó con él en Cádiz. Pacheta le mantuvo galones tras haber coincidido ya con él en el Real Valladolid.

Rezuma calidad pero su aportación real al equipo sigue siendo demasiado escasa, con fases de desconexión excesiva. De los futbolistas más comprometidos al menos en gestos, pero aún se espera que termine de dar el paso adelante que todas sus condiciones auguran.

Uno de los futbolistas de mayores garantías en la plantilla, aunque no deje de ser un buen complemento para que otros brillen. No ofreció una versión tan expansiva como con la que por momentos sorprendió en Primera la campaña anterior, pero siguió siendo fiable. Sacrificado.

Debía haber sido un lujo en Segunda pero ninguno de los tres entrenadores del curso supo sacarle provecho, en buena parte por sus limitaciones físicas. Tuvo un tramo útil con Fran Escribá cuando empleó el trivote pero terminó sacrificado al descanso por Pacheta en Santander.

Una gran apuesta personal de Matteo Tognozzi que terminó en fiasco. Guille Abascal procuró darle galones escorado a una banda y Fran Escribá le reinventó como volante, pero acabó sin posición clara y sin aportar ni calidad entre líneas ni gol, desapareciendo al final.

Mantuvo un rendimiento bastante notable de principio a fin, con siete goles para la temporada más prolífica de su carrera en ese sentido. Tuvo alguna actuación discreta, propia de la irregularidad de todo extremo, pero siempre aportó peligro. Se acusaron sus ausencias.

Aportó el desequilibrio que se le exigía, también goles, pero más bien por aventuras individuales, ya que no terminó de conectar bien del todo con el resto de sus compañeros. Quería jugarlo todo y le costó aceptar que le sustituyeran a la hora de todos los partidos al perder la chispa.

Guille Abascal le hizo el vacío, pero ya con Fran Escribá demostró que podía ser muy útil y se lesionó para dos meses en su mejor momento. Apenas recibió oportunidades desde entonces, con escaso margen cuando ejerció de revulsivo, y Pacheta le empleó solamente en su debut.

Los problemas en el pubis que ya le obligaron a parar al final de la temporada anterior siguieron en esta. En ningún momento recuperó la versión que tanto deslumbró en San Mamés. El fichaje de Rebbach le borró del mapa. Pacheta le usó en la derecha.

Se empeñó en irse cedido al Albacete en invierno y lo aprovechó, con cinco goles. Venía siendo útil en la rotación del Granada, pero nadie le suplió como alternativa natural a Tsitaishvili en la banda derecha y el equipo terminó echándole en falta.

Fran Escribá intentó darle algunas oportunidades para que demostrara en competición la calidad que sí lucía en los entrenamientos, pero el club terminó dándole por perdido por su errática toma de decisiones. Seguirá cedido en el Toronto hasta fin de año.

Decepcionante tras firmar como recambio de pretendido rendimiento inmediato por Uzuni, con tanta urgencia como para pagar 2,5 millones de euros por él al Alavés. Distintos problemas físicos le apartaron del tramo final. Pacheta debe recuperarle.

Aunque alcanzó los dos dígitos goleadores por primera vez en toda su carrera, sigue pareciendo poco para un delantero atípico, que prima lo colectivo sobre lo individual. Ejemplar en actitud, asumió responsabilidades ofensivas tras irse Uzuni.

Guille Abascal intentó recuperarle para la causa, pero el israelí volvió a rayar en la mediocridad, aún negado de cara a gol en Los Cármenes. Le queda una temporada más de contrato y no parece que vaya a justificar ni lo que costó ni lo que aún cobra.

Firmó al cierre del mercado de invierno y tras la destitución de Matteo Tognozzi como director deportivo, tras negarse este a su fichaje ni tan siquiera como agente libre. No le hicieron ningún bien las dos titularidades que le dio Fran Escribá ni ayudó de revulsivo.

Marcó dos goles que valieron seis puntos, contra el Córdoba en Los Cármenes y en El Molinón, pero ni aprovechó las titularidades que tuvo ni entrenó como para ganarse más. Fran Escribá llegó a recriminarle su actitud. Jugó un cuarto de hora desde enero.

Solamente llevaba dos goles menos que el pichichi Luis Suárez cuando volvió de Navidad ya en rebeldía. Pidió que se le mejorara salarialmente pero terminó yéndose al Austin. Stoichkov no estuvo a su altura y el equipo no superó nunca su marcha.

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