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Rafa ha podido regresar de Austria, donde estudia con una beca Erasmus. Ideal

La odisea de volver a Granada por Navidad en tiempos de pandemia

Cinco jóvenes granadinos residentes en el extranjero por estudios o trabajo relatan sus vicisitudes para pasar unos días con sus familias

Álvaro López

Granada

Jueves, 24 de diciembre 2020, 00:26

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Nerea cierra su maleta tan ilusionada como preocupada. Hasta la Navidad se ha vuelto extraña por culpa de la Covid-19. Ella es una de las valientes que se ha atrevido a irse de Erasmus en el curso más incierto que se recuerda y lleva semanas soñando con volver a ver a sus familiares y seres queridos. Aunque no podrá abrazarles, su relato y el de otros granadinos que, como ella, se han atrevido a cruzar fronteras para regresar a Granada, dibujan lo que están siendo estas fechas navideñas.

Ella vuelve desde Lisboa. Allí está cursando su tercer año de Psicología y, aunque reconoce que se han tomado medidas para controlar la expansión del coronavirus en tierras lusas, tuvo que pensárselo antes de decidirse a venir a España para reencontrarse con su familia. «Hubo un momento en octubre en el que la cosa se puso peor y me planteé no venir a Granada», reconoce. Entre otros motivos, porque no sabía entonces si tendría medio de transporte y si, una vez aquí, podría ver a alguien.

Allicia, Lucúa y Nerea han regresado a Granada para pasar unos días con sus familias. IDEAL
Imagen principal - Allicia, Lucúa y Nerea han regresado a Granada para pasar unos días con sus familias.
Imagen secundaria 1 - Allicia, Lucúa y Nerea han regresado a Granada para pasar unos días con sus familias.
Imagen secundaria 2 - Allicia, Lucúa y Nerea han regresado a Granada para pasar unos días con sus familias.

Nerea, que ha viajado en avión, tuvo que hacerse una PCR antes de poder coger su vuelo. Una prueba que le ha costado 90 euros y que si la suma al precio de los billetes, hace que su viaje de ida y vuelta entre Granada y Lisboa le vaya a costar más de 200 euros. Explica que la PCR era obligatoria porque tenía que coger un avión. «Si hubiese venido en autobús no habría tenido que hacérmela, cosa que no entiendo», critica.

Tuvo que comprarse el billete de avión antes de lo habitual, «porque la gente se estaba poniendo un poco nerviosa por si no podía volver a España». Ya en casa, tomó la precaución de quedarse aislada durante cuatro días antes de empezar a salir para evitar contagiar a nadie si se hubiera contagiado durante el viaje.

Todo con el fin de poder disfrutar de sus amigos y familia. El mismo plan de Judit, una joven de Gójar que vive y trabaja en Madrid, pero que ha decidido regresar a casa de sus padres por Navidad. Algo que su propia hermana no ha podido hacer porque se encuentra en Reino Unido y teme que, si viaja a España, le obliguen a pasar una cuarentena que comprometa su futuro laboral. Pero Judit, que sí ha llegado ya a su domicilio, destaca que el AVE en el que vino estaba «lleno de gente». Curiosamente, aunque no suele ser el tipo de cliente de la Alta Velocidad, «venían muchos estudiantes en el tren».

En su caso y en el de su pareja, que también ha viajado con ella, no se han hecho PCR porque sus familiares ya trabajan en lugares donde están expuestos al coronavirus. «Pueden traerlo ellos mismos y nos parece una tontería», argumenta.

Judit reconoce que no se quita la mascarilla en ningún momento cuando está con su familia por miedo al contagio y evitan acercarse a la zona donde suele pasar más tiempo su abuela. Además, todos los planes que en otra Navidad haría fuera de casa, en esta ocasión los aparcará o los hará al aire libre.

La PCR como barrera

Lejos de la península Ibérica ha pasado los últimos cuatro meses Rafa, un joven de Granada que estudia ADE y Derecho con su beca Erasmus en Gratz (Austria). Las restricciones en este país europeo impedían viajar a casi ningún lado. «Pero Austria me la he visto casi entera», explica.

Sin embargo, él siempre tuvo claro que volvería a casa por Navidad y lamenta que se hayan impuesto las PCR como método para poder regresar a España. «Tengo muchos compañeros que se han tenido que quedar allí y no han podido pagarse la prueba», que cuesta un mínimo de cien euros. Él ha tenido «suerte» porque el año pasado estuvo trabajando y pudo ahorrar.

Austria decretó un confinamiento domiciliario en noviembre que redujo los casos de Covid-19 y él mismo tuvo que aislarse durante diez días por el riesgo de haberse contagiado. No tuvo apenas controles en el aeropuerto más que enseñar el resultado de su PCR.

Un requisito que no le pidieron a Lucía, que estudia este año en Florida gracias a un convenio especial que tiene la Universidad de Granada y que le permite cursar en Estados Unidos su tercer año de la carrera de Derecho. La estudiante viajó a República Dominicana para poder llegar hasta España, ya que este país no está en la lista de estados que son de riesgo por contagios de coronavirus. «Mi idea era venir a ver a mi familia y a mis amigos, pero me planteé quedarme allí». Sin embargo, gracias a este salvoconducto, pudo regresar a Granada y una vez aquí, hacerse una PCR y hacer cuarentena voluntaria.

Como el convenio que tiene la Universidad de Granada para que Lucía estudie en Florida le permite hacer formación telemática, la joven no sabe si podrá regresar a Estados Unidos, sobre todo dependiendo de la política que lleve a cabo el nuevo presidente, Joe Biden. «Posiblemente me plantee la posibilidad de hacerlo on line», dice.

Controles desde México

También desde América, aunque algo más al sur, ha viajado Alicia. La joven, natural de Maracena, vive en México con su parejay decidió volver a casa por Navidad porque llevaba todo un año sin venir a España. Admite que no ha necesitado ninguna PCR para viajar, pero que ha tenido que pasar muchos controles tanto en tierras mexicanas como españolas. «Hubiera estado más tranquila si hubiera sabido que todos los pasajeros tenían una PCR negativa, pero comí antes del avión para no retirarme la mascarilla». Además, como ha tenido que viajar con frecuencia cruzando el Atlántico en los últimos meses, ha visto cómo la pandemia ha encarecido el precio de los billetes.

Ya una vez en casa, ha decidido tomar todas las precauciones posibles. «Soy bastante responsable y estricta con el tema desde que todo empezó. Era responsable y exigente cuando no estaba en mi país y ahora lo seguiré siendo, con el aliciente adicional de que pongo en peligro a toda mi familia con la que convivo», asegura.

Desde su punto de vista, no cree que viajar en avión sea peligroso en estos tiempos porque «tiene más riesgo montarse en el metro que en un avión donde se respetan espacios de seguridad siempre que se puede y se vigila constantemente a la gente por parte de azafatas, se desinfectan entre trayectos y renuevan el aire constantemente». Así y felizmente, tanto ella como el resto de los testimonios, pueden contar que han logrado volver a casa por Navidad. Aunque regresar ya será otra historia.

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La odisea de volver a Granada por Navidad en tiempos de pandemia