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Una persona duerme recostada en la única silla que al no tener reposabrazos permite tumbarse a lo largo en el interior de la estación de autobuses de Granada. Pepe Marín

Las personas sin hogar convierten en refugio nocturno la estación de autobuses

La asociación La Calle Mata, que las atiende semanalmente, explica que la mitad vive con algún tipo de adicción y algunas de ellas tienen algún problema de salud mental o de movilidad

Sábado, 24 de mayo 2025

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El enchufe que hay en la pared de la estación de autobuses de Granada a la altura del andén 25 está al máximo de su capacidad. El trío compuesto por Pablo, Babacar y Sergio lo tienen colmatado de ladrones para poder cargar de electricidad al mismo tiempo todos sus dispositivos electrónicos, móviles mayormente. Están sentados en el suelo con sus espaldas reclinadas contra la pared y charlan amigablemente mientras fuman tabaco de liar y beben zumos, ya que esta semana el calor ha comenzado a apretar. Están 'colocados' y con caras de pocos amigos explican que pasan el rato en la estación de autobuses para cargar los móviles y utilizar los baños. «Aquí estamos tranquilitos a la sombra, pero luego nos vamos fuera a dormir», reconocen. No es el caso del resto de personas sin hogar que utilizan la estación de autobuses como refugio nocturno y que a partir de las nueve de la noche comienza a aparecer con sus bultos, maletas, mantas y todo tipo de cachivaches. Es una colonia que oscila y puede llegar a ser de unas treinta personas de todo tipo de nacionalidades y condición.

La entidad La Calle Mata los conoce bien, ya que les atiende en sus rondas semanalmente. «Sabemos que hay muchas personas por la noche en esa zona», confirman. El equipo de calle de la asociación que sale cada lunes se encuentra con personas sin hogar diversas en edad, nacionalidad y recursos. Según sus datos, hay un grupo de personas mayores (cuatro o cinco) que reciben algún tipo de pensión que no es suficiente para tener un lugar donde vivir. De igual forma, hay un grupo mayoritario (marroquíes) entre 25 y 45 años, sin trabajo y sin recursos, con muchas necesidades. Son como diez personas. También hay personas de paso, en tránsito que pasan una media de dos o tres noches en el lugar. Asimismo hay varias mujeres entre cincuenta y sesenta años, «que no siempre las vemos», con todas sus pertenencias a cuestas.

Ayuntamiento de Granada

«A todas estas personas se les ofreció en su momento el dispositivo contra la ola de frío de la calle Varela y ninguna aceptó venir. Prefirieron la estación»

Servicios Sociales

«En resumen, comparte La Calle Mata, hay como un grupo de unas treinta personas, con muchas necesidades. La mitad de estas personas viven con algún tipo de adicción, y algunas de ellas tienen algún problema de salud mental o de movilidad (tipo necesidad de utilizar una silla de ruedas). Un 80% se quedan dentro de la estación por la noche y el resto está en los bancos o en los soportales exteriores».

La imagen de Granada

La imagen de Granada está en juego con una cuestión que todas las partes implicadas entienden que tiene difícil solución. El Ayuntamiento de Granada, según ha explicado a este periódico, explica que los Servicios Sociales han ofrecido a todas y cada una de estas personas sin hogar una plaza en el dispositivo de ola de frío que se abrió en la calle Varela del Realejo hasta finales del pasado mes de abril.

Una vez cerrado este recurso, no hay opciones añadidas provistas por parte del Ayuntamiento de Granada. En cualquier caso, según informan, «ninguna de las personas sin hogar optó por trasladarse al refugio nocturno y prefirieron permanecer en la estación de autobuses y sus alrededores».

El portavoz oficial de ALSA, la empresa concesionaria de la gestión de la estación de autobuses, reconoce la situación. «Por la noche la estación permanece abierta y hay personas que se quedan en su interior, pero la convivencia es pacífica. No hay robos ni altercados graves». «La verdad es que allí las pintas son las típicas de las estaciones de autobuses de cualquier capital española. Alguna vez se cuela también a dormir el típico borrachín. O llega además alguien con mal aspecto. La situación está tranquila».

Empresa ALSA

«Por la noche la estación permanece abierta y hay personas que se quedan en su interior, pero la convivencia es pacífica.No hay no hay robos ni altercados graves»

Portavoz oficial

La estación de autobuses es la principal puerta de entrada a una ciudad que aspira a ser Capital Cultural Europea, con nueve mil viajeros de media al día, lo que suponen unos 3,2 millones a lo largo del año. Esta cifra supera con creces el tráfico de viajeros de la estación de tren granadina, en la que a lo largo del año 2024 pasaron más de dos millones de viajeros. Odel aeropuerto, que se queda con un millón largo de viajeros, exactamente 1.133.562 pasajeros, también en 2024.

La estación de autobuses de Granada se encuentra en la carretera de Jaén, actual avenida de Juan Pablo II, a caballo entre las asociaciones de vecinos del barrio de LaCruz y Joaquina Eguaras. Sus presidentes reconocen la existencia de la situación, que ocurre desde hace años.

Complicado

Cristóbal Cerón, presidente vecinal de Jaoquina Eguaras, se pasa prácticamente a diario por los soportales frente a la estación de autobuses, donde cada noche pernoctan una serie de personas. «El problema está enquistado desde hace años, y ciertamente, ha sido mucho más grave y antes había muchas más personas, pero es cierto que hoy en día sigue existiendo. Lo intentamos solucionar de todas las formas posibles, pero es muy complicado, por la situación de estas personas sin hogar».

Ramón Reyes, al frente de la asociación de vecinos del barrio de La Cruz, reconoce que en su barrio hay cierto malestar. «Recibo muchísimas quejas a diario, porque las personas sin hogar unas veces duermen en la estación de autobuses, pero otras se dispersan por el barrio y se cuelan dentro de las instalaciones deportivas de la Argentinita o en una de las esquinas de la plaza Polo y Caña».

Al final, se llame la T4 de Barajas o estación de Granada, un problema común.

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Las personas sin hogar convierten en refugio nocturno la estación de autobuses