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«Sabía que me enfrentaba a la muerte, pero no podía comer»

Personas con trastornos de la conducta alimentaria denuncian la falta de recursos públicos para tratar esta problemática de forma multidisciplinar

Sábado, 30 de noviembre 2019, 01:20

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Nunca está sola. Jamás. Ella siempre le acompaña. Cuando está sentada viendo la televisión. Cuando está preparándole el almuerzo a su familia. Cuando escucha la risa de su hija. En todos y cada uno de esos momentos, ella está ahí. Machacándola. Hundiéndole. Intentando arrancarle lo que le queda de aliento. Cogiendo con sus garras su cuerpo y gritándole que no es lo suficientemente perfecto, que ahí sobra carne, que sobra vida. Que todo debe acabar. «Es un monstruo. No me deja descansar, nunca», explica Ana. Lleva 20 años lidiando con una sombra que le acompaña desde que apenas tenía 16 años y que a día de hoy sigue intentando quebrar su existencia. Una enfermedad que tienen el nombre de anorexia. Este, junto a otras patologías como la bulimia, son trastornos de la conducta alimentaria (TCA), un mal que crece año tras año en la población, principalmente en los más jóvenes y, prioritariamente, entre las mujeres. Hoy, el mundo entero se une para visibilidad esta enfermedad «que te mata lentamente y sin piedad» en el Día Internacional Contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria.

«Maléfica». Así llama Ana a su trastorno. «Me ha arrebatado 20 años de mi vida y me ha destrozado por dentro y por fuera. No solo a mí, también a mi familia», afirma la granadina. Ana no es su nombre real. Por el momento, no quiere que se le reconozca ni en sus palabras ni en su imagen. Porque aún no está curada. No del todo. «He empezado a mejorar, ya como algo más y me enfrento cada vez más al miedo que me provoca comer, pero aún me queda lucha», dice.

Su historia y la de Maléfica arrancó cuando apenas tenía 16 años. Empezó a trabajar de modelo y de azafata de congresos a la vez que estudiaba. Y eso hizo que sus inseguridades se multiplicaran y acabaran devorando la poca seguridad en sí misma que tenía. «Cuando parábamos para comer y nos veían comiendo un bocadillo, nos lo quitaban y nos daban una ensalada. Y si no entrabas en el uniforme, que era de talla única, te echaban a la calle», relata. Estos veinte años de vida han sido una lucha constante, contra su enfermedad, contra su propia mente y contra la falta de recursos públicos y de formación específica para los profesionales que hay en la sanidad andaluza. «Nos están dejando morir y no hacen nada por remediarlo. Estamos perdidas, sin saber adónde acudir, y nos dan la espalda», recalca.

«Lo peor de todo es que eres consciente de que te estás enfrentando a la muerte, pero el miedo que te provoca comer es tal que te da igual, que no puedes remediarlo, que no puedes comer», señala. En plena lucha contra la anorexia, se quedó embarazada. Todo apuntaba a que ella perdería la vida durante la gestación y que a duras penas sobreviviría su hija, pero quiso seguir adelante: «Fueron los peores meses de nuestra vida, porque parecía que la íbamos a perder. Pero todo salió bien. Como madre es muy duro ver a tu hija pasar por esto», cuenta su madre.

348.000 firmas

Ana es una de las mujeres que entregó esta semana su testimonio junto con el de otras afectadas al Parlamento andaluz de mano de Patricia Cervera, la madre de Aleixandra, la niña granadina con anorexia que ha tenido que ser ingresada en Ciudad Real ante la falta de recursos en la sanidad pública andaluza que trataran su enfermedad.

Patricia ha reunido ya más de 348.000 firmas para reclamar que se creen unidades especializadas en TCA en Andalucía. Tal y como denuncia, cuando los pacientes son menores, tienen cierto respaldo con la unidad de salud mental infanto-juvenil, donde son tratados por esta enfermedad, «pero aún así hay pocas camas y no son profesionales formados especialmente para estas enfermedades». El problema se agrava aún más cuando son mayores, pues asegura que no existe ningún tipo de recurso para ellos en el SAS. Por ello, en lugar de tener una unidad concreta en la que tratar su problema de forma multidisciplinar, tienen que esperar más de seis meses para que le den cita para cada uno de los profesionales que deben tratarle –endocrinos, psicólogos y psiquiatras–. Además, en ningún momento tienen un diagnóstico conjunto de todas estas áreas, «cosa fundamental para tener un tratamiento eficaz».

Todo esto hace que sea extremadamente complejo salir de esta enfermedad que afecta a 400.000 pacientes de España. Tal y como explica Nazareth Álvarez, coordinadora de los proyectos de la asociación Adaner, esta es la tercera enfermedad más común entre adolescentes y provoca daños serios en todos los órganos y sistemas. Además, indica que afecta al 6% de la población de entre 13 y 21 años y que en el 90% de los casos son de mujeres. Desde Adaner están de acuerdo en que faltan recursos en la sanidad pública, por ello tienen un convenio con un unidad de día privada para tratar estos problemas, «pero es verdad que se trata de programas caros», recalca. «Esto es una lacra que paraliza toda una vida. Y lo peor es que va en aumento. Es necesario que la gente vea lo que ocurre, se le de luz a este problema y se consiga atajarlo», recalca Álvarez.

Miedo a morir

Sara lleva desde los 12 años padeciendo esta enfermedad. Ahora, cuando supera los 30, vive con un miedo constante a morirse. «Sé que en cualquier momento puedo morir, y eso me atemoriza, pero ya no sé como pararlo. Soy muy joven, pero me puedo quedar en silla de ruedas o morir por esta enfermedad que me ha arruinado la vida», dice. Ya no tiene la regla, no puede tener hijos y apenas le quedan fuerzas para sobrellevar el día a día. Y lo peor es que se ha sentido sola, desesperada y sin salida. «Luchas, lo intentas y pones todo de tu parte, pero las administraciones te dejan sola, sin saber qué hacer, y pensando en que cualquiera será el momento final», recalca.

«He conseguido superarlo, pero ha sido duro. Es un camino muy complejo, pero gracias a Adaner salí adelante», explica Elena. Ella ha conseguido superar a su Maléfica personal. Se enfrentó a ella y ganó. Y espera que todas aquellas personas que pasan por ese infierno también lo consigan, porque sabe que esa pelea se lleva demasiadas vidas por delante. Vidas que desaparecen con los huesos quebrados y los cuerpos marchitos por el miedo a lo que la comida representa.

Pacientes y familiares reclaman unidades especializadas en TCA

Patricia Cervera inició una campaña el pasado mes de marzo para conseguir que el SAS pusiera en marcha unidades para estos trastornos. Logró que la Consejería anunciara que en septiembres se abrirían dos unidades especializadas. Finalmente, en septiembre, la Junta señaló que la apertura se iba a retrasar hasta octubre y en su discurso solo se hablaba de una sola unidad en Málaga. Finalmente, este pasado jueves, el Consejero de Salud admitió en el Parlamento que la unidad no se abrirá hasta diciembre.

«La creación de esta unidad es positiva, pero no es una solución, porque alivia la situación en Málaga, pero el resto de las provincias seguimos desamparadas. Lo justo y necesario es que haya una unidad especializada en cada provincia y que hayan hospitales de día con profesionales que reciban formación específica en estos trastornos», relata la madre.

En Granada, el delegado de Salud confirmó que se ha presentado un proyecto para crear un hospital de día para estos usuarios. Pero aún se trata de una iniciativa que debe ser estudiada y a la que hay que buscar una localización y estudiar las acciones necesarias para realizarlo.

«En breve habrá novedades positivas respecto al hospital de día», refrendan al respecto desde la Delegación de Salud. «Nosotros vamos a seguir luchando para que Granada y el resto de Andalucía tengan las unidades que se merecen», recalca la madre granadina.

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Trastornos de la conducta alimentaria en Granada | «Sabía que me enfrentaba a la muerte, pero no podía comer»