El día que cambió Íllora para siempre
La muerte del joven Juan, asaltado por un conocido clan familiar tras salir de la feria, agotó la paciencia del pueblo, que recorrió las calles pidiendo justicia y entrando en las casas y espacios donde este clan habita
Juan murió tras sufrir una paliza, nada más salir de la feria. Una tragedia inmensa que agotó la paciencia y encendió la crispación de un pueblo que lleva demasiado tiempo sufriendo una escalada de violencia insostenible. Los dos hermanos que atacaron a Juan son miembros de un conocido clan familiar que tiene atemorizado al pueblo. «Pero ya no aguantamos más», decía un vecino ayer, pocas horas después del fatídico suceso.
A las ocho de la tarde, los vecinos se concentraron frente al ayuntamiento y rodearon en un abrazo inmenso a los amigos y familiares de Juan, entrelazados en el centro de la plaza. Los llantos impotentes y el silencio de cariño dieron paso al hartazgo. A la ira de un pueblo que clama justicia, que pide seguridad, que necesita medidas urgentes. «¡Que se vayan! ¡Destierro!», gritaban.
Un vecino propuso subir a una de las casas donde habita el clan y, en cuestión de minutos, miles de personas le siguieron, prácticamente todo el pueblo. Todos unidos para mostrar su repulsa y su determinación. Al llegar allí, la primera voz que se escuchó fue la de una joven: «¡Que ya no tenemos miedo!».
La tensión acumulada reventó y los vecinos, en tropel, entraron en la casa. Tumbaron la puerta, golpearon ventanas y persianas y removieron el interior. De allí, en procesión, marcharon a otros cuatro inmuebles relacionados con este clan familiar. «Esto lo cambia todo -decía un vecino, bajando por las cuestas de Íllora, rodeado de miles de vecinos-. Necesitábamos esto, estar unidos. Mostrar nuestra repulsa. Esto marcará un antes y un después».
La noche fue larga. La feria no será lo mismo nunca jamás.
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