De la UCI del Virgen de las Nieves a la UVI del Ruiz de Alda sin cambiar de sitio

«Lograron que recordemos con cariño a quienes nos dieron la peor noticia de nuestra vida», es el titular con el que la periodista de IDEAL Sarai Bausán comenzaba una crónica sobre el hecho de que «el hospital Virgen de las Nieves adaptaba su UCI para que los pacientes terminales pasen todo el tiempo que les quede acompañados por sus familiares».

La información es tan bella como el afán del equipo sanitario:«Fue volver a entrar en la UCI y el olor me despertó todos los recuerdos de la despedida. No pude parar de llorar». Y continuaba:«La vida de Ernesto se paralizó para siempre el 30 de junio del pasado año. Quien hoy se encarga de contar sus últimos días es su hija Elvira». «Nos dejaron acceder a todas las comodidades, estar todos los familiares que quisiéramos. A mí me dejaron entrar por la puerta independiente».

«El tema ha sido muy doloroso, pero con su humanidad y la forma de tratarnos, han conseguido que recordemos con cariño a las personas que nos dieron la peor noticia de nuestra vida». En efecto, uno de los principales retos que tenían en el Virgen de las Nieves era la antigüedad de las instalaciones de la UCI, que se remontaban a hace 25 años –en una de sus últimas reformas–, y eran estancias más cerradas y aisladas.

«Nosotros queríamos favorecer el acompañamiento de la familia, así que se flexibilizaron los horarios y se hicieron pequeñas mejoras que supusiesen grandes beneficios», señala María José Navarro, supervisora de enfermería. Entre las nuevas medidas que han desarrollado, además de las obras para mejorar el entorno y posibilitar el acceso independiente de los familiares a las habitaciones, está el cambio de iluminación así como controlar los ruidos y poner relojes para que los pacientes no se desorienten. Además, esperan poder poner televisores en cada habitación pronto.

La UCI es un servicio clave. En un solo año, entre 2.000 y 2.400 personas ingresan en la unidad de cuidados intensivos. De ellos, el 90% salen con vida, ya recuperados. «Aquí la gente viene a no morirse, pero si desgraciadamente eso pasa, tenemos que hacer que los últimos días sean lo mejores posible», es su mantra.

Es exactamente el mismo que un 31 de diciembre de 1974 tenía en la cabeza Carmen Cortés, hoy ya jubilada, y entonces supervisora jefa de enfermería cuando el primer paciente de la entonces Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI)de la también entonces Residencia Ruiz de Alda entró por la puerta. Han pasado 45 años y ahora en vez de la UVI es la UCI, la Unidad de Cuidados Intensivos, y el centro hospitalario se llama Hospital General, dentro del complejo hospitalario Virgen de las Nieves. Pero, realmente, es el mismo sitio, el mismo lugar donde Carmen Cortés y muchas enfermeras y médicos se han pasado las horas salvando vidas, cuidando enfermos y familias enteras.

«Aquél ingreso de aquélla noche era un posoperado que se complicó y el jefe de cirugía decidió que tenía que la UVItenía que ponerse en marcha, que necesitaba gente especializada».

Ahora toma la palabra Fina Medina Ruiz, que se incorporó la víspera de Reyes, a los cinco días, y ha permanecido 37 años de UVI en UCI y de UCI en UVI. Recuerda que «la plantilla era de diez enfermeras y seis auxiliares para ocho camas. Médicos había cinco; un jefe de anestesia, uno de interna, un cardiólogo, un neumólogo y otro anestesista».

Ahora es el turno del médico Antonio Pérez de la Cruz, que entró en la UVI del Virgen de las Nieves un 18 de marzo 1975 con la primera promoción de residentes oficiales. Es decir, «que fui el primer residente de la UCI». Le acompaña Manuel Rodríguez Elvira, que fue el segundo residente y llegó en febrero de 1977. Y, a posteriori, los últimos veinte años ha sido el jefe de la UCI en sustitución del médico que la puso en marcha y al que todos llaman maestro:Guillermo Vázquez Mata, que no se pudo sumar a esta reunión por estar de viaje en Barcelona.

Al alimón, estos dos médicos ya jubilados despiertan el residente que llevan dentro y recuerdan la década de los años setenta en esta UVI. «Empezó a funcionar en 1974 y lo hizo durante tres años, porque el 14 de febrero de 1978 se cerró el hospital cuatro años para la reforma y ampliación. Y estuvimos todos en Trauma que funcionó como Hospital General. Y con el Licinio de la Fuente que se había comprado a Asisa porque había inaugurado la Inmaculada». Así nació la UVI de Trauma, que funcionó durante cuatro años como UVI general junto a las camas del Licinio con su pequeña UVI.

La anécdota la pone ahora Antonio Pérez de la Cruz:«La mudanza de aquí a Trauma la hicimos en un camión de Mudanzas Espartero con los cuatro o cinco pacientes entubados y ventilados dentro del camión en un día». Carmen y Fina asienten con sus cabezas, y amplían el sucedido al recordar que «esa noche que no quedaba ya nadie en todo el hospital nos quedamos toda la noche las dos chicas solas en el hospital guardando la UVI».

Brotan los recuerdos. Se agolpan las caras, los amigos. Fina cuenta que «me quedé 37 años y he abierto todas las UVIs habidas por haber». Carmen es capaz de resumir el sentimiento con una sola frase:«La UVI era una familia. Con eso te lo digo todo».