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Los secretos de la alhambra subterránea (II)

Las mazmorras en la roca

Los presos se dejaban caer por una cuerda al fondo de los imponentes silos. Más de una veintena conformaba el complejo carcelario del recinto

Javier Morales

Granada

Domingo, 25 de agosto 2019, 13:05

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Visto desde las alturas, el Barrio Castrense de la Alhambra parece un 'tetris' encajado a la perfección. A ras de suelo, el turista imagina las viviendas de la guardia de élite que servía al sultán, intenta reconstruirlas ladrillo a ladrillo a partir de los muros recortados, camina entre ellos a la sombra de la Torre de la Vela… hasta que su vista se topa con un saliente peculiar. Es la entrada a una estrecha escalera de caracol protegida por una valla metálica. Cuando a través de las audioguías escuchan que era la entrada a una mazmorra de la plaza de armas, sacan la cámara, sin saber que a unos metros hay otra 'ventana' en el suelo desde la que la antigua celda se ve a la perfección.

Hay 21 silos de este tipo, seis de ellos en el conjunto de la Alcazaba. Fernando Martínez, jefe del departamento de Arqueología de la Alhambra, abre la puerta y comienza el descenso en círculo al pasillo que da a una cámara de ocho metros de diámetro y otros tantos de altura, redonda, con forma de campana. Un cañón de luz ilumina la estancia y siluetea las cabezas de los visitantes que se asoman al abismo. Lo primero que pensará cualquiera que se adentre en este lugar es en cómo escapar de allí… es cierto que hay piedras que sobresalen de las paredes, que con la fuerza suficiente se podría escalar hasta la boca, que con la ayuda de algún preso amigo…

La realidad, explica Fernando, es que no sólo eran prisiones temporales para reos de guerra. Estos silos servían para almacenar alimentos, y las estructuras de ladrillo que se conservan en el suelo son un indicio de que el espacio estaba dividido, siendo útil para una y otra función. En este silo, por ejemplo, no todo es original: la escalera de caracol es reciente y en la boca por la que descendían a los encarcelados se ven restos de diferentes excavaciones.

Al margen de estas divisiones en el suelo, se conoce que los silos se utilizaron como mazmorra por un grabado de Joris Hoefnagel en el 'Civitates orbis terrarum'. El artista flamenco viajó por el mundo componiendo sus dibujos para este complemento al 'Theatrum Orbis Terrarum', el atlas del mundo de Abraham Ortelius que se difundió en 1570. En el año 1563 pasó por Granada y trazó una 'instantánea' de la ciudad en la que los silos del Carmen de los Mártires están señalados como mazmorras, por lo que se ha mantenido la idea de que todos los ubicados en la Alhambra también lo fueron.

Arriba, el grabado completo de 1563. Abajo a la izquierda, la leyenda del mapa. A la derecha, las mazmorras junto al Carmen de los Mártires. JORIS HOEFNAGEL
Imagen principal - Arriba, el grabado completo de 1563. Abajo a la izquierda, la leyenda del mapa. A la derecha, las mazmorras junto al Carmen de los Mártires.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el grabado completo de 1563. Abajo a la izquierda, la leyenda del mapa. A la derecha, las mazmorras junto al Carmen de los Mártires.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el grabado completo de 1563. Abajo a la izquierda, la leyenda del mapa. A la derecha, las mazmorras junto al Carmen de los Mártires.

El descenso y la estancia -unos minutos y en libertad, claro- bajo el suelo de la plaza de armas son llevaderos. También al otro lado del recinto, más cerca del Generalife, el mayor de los silos ofrece una experiencia que de primeras se podría definir como exótica: más que un complejo penitenciario es un oasis vegetal en medio del agosto tórrido de la Alhambra. La entrada, eso sí, no es apta para claustrofóbicos ni malos amigos de las alturas. Hay que bajar por una estrecha escalera metálica rodeada por barrotes para reducir daños en una caída que, en cualquier caso, no tendría buen pronóstico: ocho metros, como desde un tercer piso. Peor lo tenían los presos, que bajaban colgados de una cuerda. Fernando, el primero en bajar -«os voy quitando las arañas»- da el clásico consejo que consigue todo lo contrario: «No miréis abajo».

Vídeo. Entramos en las mazmorras ocultas de la Alhambra PEPE MARÍN

Allí, abajo, está la mazmorra del Secano, oculta bajo una verja en el patio que le da nombre. La boca sobresale en medio de una parcela de tierra rosada, entre la Torre del Agua y el lugar en el que se erigía el Palacio de Abencerrajes. Se llama así porque esta zona de hornos para la fabricación de utensilios artesanales quedó desmantelada durante la invasión napoleónica y ahora es un espacio que casi pasa desapercibido para el turista. Como en el caso de la ubicada en la Alcazaba, esta mazmorra también se empleó como 'despensa' de grano. No obstante, el tamaño es mucho mayor, con la misma forma circular pero un diámetro de once metros. De la boca, también más ancha, cuelgan vegetales por los que gotea constantemente un agua que va a parar al suelo y las paredes en las que se reproducen unos hongos de color verde oscuro. Es el calco de una de esas cascadas tropicales que van a caer al fondo de un pozo. La erosión del agua en el fondo de la mazmorra deja al descubierto de cuando en cuando vestigios de la artesanía de la Alhambra. ¿Habrá suerte?

El suelo aquí es irregular, hay algún escalón, y en las paredes queda rastro de la salida a una galería cuya silueta, si el visitante tiene curiosidad, está dibujada en el suelo del patio del Secano. Este silo se fue recuperando a lo largo del siglo XX con metodología arqueológica y salió a la luz en 2001. Hace un año culminó un proyecto de protección de los restos arqueológicos y mejora de la topografía del terreno para evitar la acumulación del agua de lluvia.

La mazmorra del Secano, como el aljibe de Tendilla, está cerrada al público por motivos obvios: conservación y seguridad. Al subir la escalerilla gris y echar el último vistazo al fondo, contraviniendo el consejo de Fernando, es fácil entender por qué hay rincones de la Alhambra que deben seguir ocultos al objetivo del visitante.

Galería. Un paseo por los túneles secretos de la Alhambra.

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Galería. Un paseo por los túneles secretos de la Alhambra. PEPE MARÍN

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