La droga llega antes, más rápido y más fácil a los jóvenes de Granada
El menudeo salta de las esquinas de la calle a las redes sociales y las fuerzas de seguridad alertan de que vapear es la principal puerta de entrada a otras sustancias, entre las que destacan las benzodiacepinas
La idea del camello escondido en una oscura esquina de la calle quedó atrás. «Mis alumnos hablan de droga al mismo nivel que del alcohol. No quiere decir que todos consuman, pero lo ven como algo normal, algo que está al alcance de cualquiera». Habla N. B., profesor de un instituto de Granada que expone una sensación compartida por asociaciones, instituciones educativas y fuerzas de seguridad: los jóvenes tienen acceso antes, más rápido y más fácil a la droga. Sustancias de las que se habla, efectivamente, con total normalidad.
Tal y como explican desde la Fuerzas de Seguridad de Granada, en Whatsapp y Telegram hay grupos y canales en los que se venden todo tipo de sustancias, aunque los que compran no saben realmente lo que están tomando. Y, en la calle, los agentes son conscientes de la presencia de ciertos porteros de locales que ofrecen droga, aunque ellos finalmente no sean los que la pasen, lo que dificulta cualquier acción legal. Pero además están las benzodiacepinas, popularmente llamadas benzos (Trankimazin, Diazepam, Lexatin, Orfidal), medicamentos muy adictivos que se usan para tratar ansiedad, insomnio, trastornos convulsivos y espasmos musculares. Al parecer, es muy fácil comprar benzos en el mercado negro, pero los chavales también los consiguen en sus propias casas porque se suelen recetar habitualmente. Son mucho más baratas que otras drogas y están al alcance de cualquiera.
Este caldo de cultivo se completa con dos elementos 'nuevos' muy presentes en la calle: los vapers y las tiendas de CBD (Cannabidiol, uno de los derivados de la planta Cannabis Sativa, esto es, la marihuana. El principal compuesto psicoactivo de la marihuana es el tetrahidrocannabinol, más conocido como THC. El CBD lo venden como 'marihuana a la que han quitado el THC', aunque eso no es verdad ya que en España puede llevar hasta un 0,2%). «Dos productos de los que intentamos prevenir por todos los medios en nuestras charlas», afirma Luis Burgos, agente de la Policía Local y miembro de la Unidad Agente Tutor, un cuerpo especializado en trabajar la prevención de drogas en centros educativos. «Nos acercamos a sus clases para trabajar con los jóvenes directamente».
«Mis alumnos hablan de droga al mismo nivel que del alcohol. No quiere decir que todos consuman, pero lo ven como algo normal, algo que está al alcance de cualquiera»
En sus talleres, la unidad incide en el papel de los vapers, muy extendidos en los institutos de Granada. «Yo creo que vapean todos mis alumnos, sin excepción», apunta N. B., el profesor de instituto del principio. Por eso, Burgos procura recordar a los jóvenes qué se están metiendo en el cuerpo: «Ellos piensan que es un dispositivo sin riesgo, pero hay informes de Sanidad que indican que es tan perjudicial como el tabaco. Y es, además, puerta de entrada a otro tipo de sustancias». Una puerta similar a la del CBD y a las tiendas que se reparten por toda la provincia. «El CBD se vende como objeto decorativo por un vacío legal. Pero ahí están, en los escaparates, donde los jóvenes lo ven todos los días, tentados a probarlo mientras lo normalizan».
Normalidad
¿Y qué se encuentran Burgos y su equipo en las aulas? «Notamos sobre todo la facilidad con la que los jóvenes llegan a tener acceso a las drogas». Y añade: «Realmente, aunque advirtamos de sus peligros, está a la orden del día probarlas. Esto no quiere decir, y me gustaría subrayarlo, que todos los jóvenes prueben las drogas. No es así. Pero sí que lo ven con cierta normalidad».
Tanta normalidad, decíamos, como el alcohol, al que parece que entre todos le quitamos importancia pero que, probablemente, sea el mayor acceso a todo lo demás. Según un informe de Fundación Axa, aunque se supone que en España está prohibida la venta y toma de alcohol por menores, el 75% de los chicos de 14 a 17 años ha consumido estas bebidas en el último año. Es más, el 42% de estos adolescentes se emborrachó en el mismo periodo, el 20% entre los de 14 años y hasta el 60% entre los que rozan los 18, con porcentajes superiores entre las chicas. Y prácticamente la mitad de los adolescentes, el 47%, estuvo en botellones. Un 21% de esos chicos y chicas tenían 12 y 13 años.
En las actividades en institutos, normalmente a grupos reducidos de 25 alumnos, tratan directamente los riesgos para la salud que supone consumir estas sustancias: problemas en el desarrollo de órganos, daños pulmonares y cerebrales... «Y ahí incluimos el vapeo, que lleva un montón de sustancias cancerígenas. Que al menos sean conscientes. Luego, cada cual sabrá». También les explican las consecuencias legales que puede tener consumir droga en la vía pública y el posible delito que se puede infringir por la tenencia y venta. «Les recordamos que a partir de los 14 años hay una responsabilidad penal».
«Que se vea normal consumir droga o benzos en la calle, entre los jóvenes, debería hacernos repensar cómo estamos actuando»
En Proyecto Hombre Granada comparten la preocupación por el incremento de adolescentes con problemas de adicción. La asociación cuenta con el programa Previa (Preparación para la Vida Adulta), con el que ayudan a jóvenes y a sus familias a reconducir sus vidas. Jóvenes enganchados a los porros, a las benzos y a otra sustancias, que llegan con problemas de memoria, desánimo, ansiedad... El tratamiento, que dura una media de 10 meses, ha ayudado en el último año a 90 adolescentes. «Que se vea normal consumir droga o benzos en la calle, entre los jóvenes, debería hacernos repensar cómo estamos actuando», reflexionan.
En esta línea, el Ministerio de Sanidad y las autonomías aprobaron en abril el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027, con el firme objetivo de reducir, entre otras, el consumo de benzos en España, donde somos líderes mundiales. «Está en nuestras manos hacer algo. En las de toda la sociedad», terminan desde Proyecto Hombre. Porque esa es la palabra más temida y más repetida en este texto:normalidad.
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