Cuatro de los últimos crímenes resueltos en Granada

El 24 de marzo de este año los agentes de Homicidios detuvieron al supuesto autor de la agresión mortal al exconcejal José Miguel Castillo Higueras. Se trata de un joven que, según los investigadores, propinó un puñetazo al exedil y lo dejó tirado en el suelo, no sin antes quitarle todo lo que llevaba de valor. El detenido contaba con antecedentes, según trascendió el día de su arresto. Los agentes contaron para dar con él con un perfil genético. También tomaron declaración a testigos. El exedil tenía 73 años y murió en un centro sanitario de Granada poco después de ser víctima de aquel violento robo, que ocurrió en la calle Frailes con Padre Alcocer (a pocos metros de San Antón). El ataque se produjo alrededor de las siete de la mañana del 23 de enero de este año. Era domingo. Castillo Higueras fue durante varios lustros profesor de la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad. El esclarecimiento de este crimen no fue fácil. «Hubo más de cien horas de visionado de imágenes», resalta la Policía, que a los dos días ya tenía un perfil del autor, aunque su detención tardase varias semanas.

De este caso nunca había trascendido nada porque se registró y tramitó como un suicidio y finalmente la justicia ha archivado la causa penal que se abrió en un juzgado de Instrucción de la capital para esclarecer aquella muerte. Por tanto, a la luz legal, no fue un homicidio pese a las sospechas policiales. Ocurrió en mayo de 2019. La víctima era una joven de Granada llamada Raquel. Tenía problemas psiquiátricos y una noche se precipitó desde un tercer piso. Era el domicilio de sus padres y por lo visto había tenido un brote psicótico. La Policía cree que el padre de la joven pudo no haber evitado aquel trágico suceso y llegó a investigarlo como un posible homicidio. Aquella noche hubo una discusión. La Policía recibió una llamada que sugería que la joven podía haber sido soltada de la baranda del balcón de la que estaba suspendida. «Empezamos a ver que había algo raro y pedimos todas las llamadas al 112», indican los investigadores, que llegaron a interrogar como testigos a varios vecinos y a detener al progenitor de Raquel, un hombre «mayor y enfermo». Se llegó a hacer incluso un segundo informe forense que no destacartaba la tesis policial. Pero en los juzgados, el asunto acabó en carpetazo.

El caso del Manuel Alabarce era complicado. El hombre, vecino del barrio de la Paz, había desaparecido el pasado 5 de marzo. Los agentes pudieron esclarecer el crimen tras hallar su cadáver dentro de un bidón de agua, en una vaquería, en las inmediaciones de la Fuente de la Bicha. «Se inició como una desaparición en la zona del Polígono. A través de un engaño lo llevaron a otra zona y acabaron con su vida», precisa la Policía. «Se visionaron cámaras de toda la ciudad y se tomó declaración a muchísima gente antes de determinar la zona donde podía estar el cuerpo», detalla. Según trascendió tras la detención de su presunto asesino, este okupó la vivienda de la víctima con la excusa de que se la había vendido.

El 10 de diciembre del año pasado, en la calle Matilde de la Torre, un individuo de 44 años segó la vida de su expareja, de 39. Supuestamente, la esperó escondido en el garaje y cuando ella fue a coger el coche le asestó «sesenta y tantas puñaladas». La escena que encontró la Policía fue terrible. El presunto asesino acabó siendo detenido gracias al trabajo de la Policía Científica y al de los agentes de Homicidios. No ha sido este el único crimen machista ocurrido en los últimos cuatro años. Justo antes de la pandemia, un legionario también mató a cuchilladas a la que había sido su pareja, una docente originaria de Íllora muy querida y admirada. Fue en el piso de esta, en el barrio del Zaidín. Recientemente, el exmilitar se sentó en el banquillo de los acusados y fue declarado culpable de asesinato por un jurado popular. Su condena: 22 años de cárcel.

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