Los alumnos precoces de la UGR que llegan antes de tiempo

Son estudiantes aventajados. Comenzaron la carrera universitaria  antes de lo habitual. En el colegio y/o instituto les adelantaron de curso. Fueron y son niños con altas capacidades, que en algún caso han comenzado sus estudios en la Universidad de Granada (UGR) con quince años, aunque a los tres días cumpliera los dieciséis.

Según la estadística facilitada por la Oficina de Comunicación de la Universidad granadina en los últimos cinco cursos se han matriculado en su titulaciones de grado cuatro jóvenes con dieciséis años. Son casos muy excepcionales que haya niños o niñas con dieciséis años en la UGR. Lo es tanto de estos chicos y de alguno más como Miguel Donaire Arcas-Sariot (Granada, 2008) que ha sido admitido en la Universidad de Oxford con quince años y comenzará la titulación con dieciséis.

El listado de jóvenes con diecisiete años (con un curso adelantado o que vienen de otros países con otro sistema) el número es más amplio. Supera el centenar en el último lustro, según las mismas fuentes.

IDEAL ha reunido a cuatro adolescentes que están cursando primero o segundo en la UGR. Galo Gordón Cordero, nació en 2006, y está  estudiando segundo del grado en Matemáticas. Comenzó sus estudios universitarios con quince años, aunque cumplió dieciséis a los tres días. Pablo de la Torre Roldán (2006) y Antonio Peregrín Roldán (2006) están matriculados en primero del grado en Informática. María José Amaya Mercado (2006) estudia primero de Relaciones Laborales y Recursos Humanos.

Pablo y Antonio están en la misma clase y nada más llegar a la Facultad de Ciencias (donde se hacen las fotos) entablan conversación con María José y Galo. Intercambian y piden instagram porque María José confiesa que conoce poca gente aún en Granada. Tras las fotografías salen charlando de programación, del campeonato de lucha libre en el que participa María José y de la competición de fútbol entre la residencia de Galo y Antonio.

El cambio de la Universidad ha sido más difícil para Galo, Antonio y Pablo que cuando por sus altas capacidades los pasaron un curso e iban con niños más mayores. Galo está contento, en su caso fueron dos cursos, porque se aburría en clase.

 

Galo Gordón Cordero (14-09-2006, Jaén) es extraordinario. Analítico y sereno. Hablador, respetuoso y curioso. No se reserva sus preguntas. Está cursando segundo del grado en Matemáticas en la UGR. Llegó a la capital granadina, de Pegalajar (Jaén), con solo quince años. Empezó el día once de septiembre y cumplió los dieciséis el día catorce. Será mayor de edad en tercero de la titulación. Estará terminando segundo cuando tendría que estar haciendo la selectividad.

Le adelantaron de mitad de quinto a mitad de sexto de Primaria y en tercero de la ESO, tiene media de sobresaliente con mención honorífica en Matemáticas en la ESO y de 9,9 con matrícula de honor en Bachiller. Estudió en el colegio público de su pueblo y en el instituto El Valle de la capital jienense, centro de referencia de Pegalajar. Siempre se sintió integrado porque estaba con gente del pueblo, primos y amigos. En la selectividad sacó un  13,465.

Dudó entre Sevilla y Granada, pero las tierras nazaríes están más cerca de su familia. Con la elección de Matemáticas no hubo dudas, ha sido lo que siempre le ha interesado. «Me gustan los números», subraya. Vive en una residencia de estudiantes.  En la UGR, cuenta que la gran mayoría de sus profesores no saben que tiene menos años que la mayoría de sus compañeros. Las evaluaciones han ido bien, el año pasado y este primer semestre. No ha suspendido nada. Tiene una media de casi sobresaliente; seis matrículas de honor de quince cursadas.

Admite, que en ocasiones «he notado algo de repulsión del resto de gente», pero «lo entiendo ya que alguien dos años menor que tú se saque una asignatura sin esfuerzo después de que tú no puedas tras varios intentos debe ser duro de asimilar». Y, deja claro que «nunca he tenido problemas para integrarme o relacionarme». Eso en la UGR. En el colegio e instituto todo fue más sencillo, en cuanto a estudios.

Va curso  por curso y no ha intentado acortar la carrera porque está haciendo deporte, ajedrez y viviendo la vida de su edad. Cuando termine Matemáticas no sabe aún a qué se dedicará, aunque está pensando que lo mismo estudia algo más antes de empezar a trabajar. A poder ser algo relacionado con la investigación.

 

Pablo de la Torre Roldán (02-08-2006, Ogíjares, Granada) ha superado sus primeros exámenes en la Universidad. Le adelantaron en quinto de Primaria (pasó de quinto a primero de la ESO directamente). Tuvo una media un 9,24 en Bachillerato. Hizo la selectividad con 16 años y sacó un 12,8. La matrícula la hizo en el grado en Informática, que era lo que siempre quiso estudiar. «Siempre me gustaron los ordenadores y estuve desde pequeño interesado en la programación», relata.

«Este primer semestre me ha ido bastante bien. He aprobado todas las asignaturas, sacando un ocho en física y fundamentos del software, un 8,8 en programación, un seis en álgebra y un 5,3 en cálculo», detalla este joven, que admite que en Navidad tuvo que hacer un maratón de estudio para ponerse al día. El cambio a la Universidad ha sido importante y el primer año «nos han dicho que es el más duro».

Con el resto de compañeros ha sido siempre uno más en el aula. «Desde que era pequeño no me supuso ningún problema integrarme con gente mayor que yo y ya estaba acostumbrado del instituto a compañeros de un año más, así que no ha sido difícil integrarme con la gente de mi clase y  hacer amigos en la Universidad», detalla.

Valora que «lo más complicado de la UGR es ser constante estudiando todos los días y adaptarse a la forma de trabajar. Hay un gran cambio en la forma de estudiar para Bachiller y en la de estudiar en la Universidad», incide.

Sobre su futuro: «Espero que alguna empresa me contrate y estoy dispuesto a viajar a un país del extranjero para buscar trabajo, ya que el trabajo de informático está mejor valorado en otros países», concluye.

 

Antonio Peregrín Roldán (01-01-2006, nació en Jaén, pero vive en Huelva) vino al mundo en esas fechas que por unas horas eres el más grande o el más pequeño de tu clase. En tercero de Primaria lo adelantaron un curso (altas capacidades). La media del instituto fue 9,35. Eligió ingeniería Informática en la Universidad granadina. Le parecían unos estudios «muy interesantes» y porque tiene muchas salidas profesionales.

El primer semestre está siendo de exploración. Vive en una residencia de estudiantes.  Es la primera vez que ha suspendido un examen. Admite que fue culpa suya. Eso sí, en la extraordinaria lo aprueba «sí o sí». Y la asignatura de la que no se examinó, también. Y en el segundo semestre afirma que no le vuelve a ocurrir esto.

No ha tenido problemas en clase. «Me he integrado perfectamente en clase», explica. Está en el aula que Pablo de la Torre. Asume que lo más dificultoso está siendo llevar todas las asignaturas al día. Estar lejos de su familia, también. Sobre a qué se dedicará no lo tiene aún muy claro. Por el momento estudiar y vivir la Universidad.

María José Amaya Mercado (19-05-2006, Cartagena de Indias, Colombia) empezó el grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos con diecisiete años en septiembre de 2023. Está en la estadística de este grupo de edad, pero su caso es diferente. Siempre ha sido muy buena estudiante. En este primer semestre lo ha aprobado todo y eso que llegó unos días después de empezar el curso.

La elección de Granada está condicionada porque su madre estaba ya aquí. El sistema educativo en su país es diferente. Está acostumbrándose a la Universidad y el plan de estudios. «Lo más complicado ha sido adaptarme al nuevo sistema educativo, es diferente al de mi país», expone. Está contenta, aunque aún conoce a poca gente.

María José no ha dejado de lado, eso sí, una de sus aficiones, que es la lucha libre. En su país compitió y aquí lo ha hecho ya a nivel andaluz y espera hacerlo en el nacional. A esta joven que le gusta el ámbito del Derecho, insiste, que lo que más le está costando es adaptarse a la modalidad de estudio, pero sus notas siguen siendo buenas. A la pregunta de qué le gustaría hacer cuando termine su formación; la respuesta: «Trabajar en lo que estoy estudiando». 

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