Cuenca y los Chana Globetrotters

Un abuelo (o persona mayor, según el diccionario de la corrección política) intenta cuadrar el Cubo de Rubick sentado en un banco del bulevar de La Encina, la 'Casa de Campo' o el 'Central Park' del barrio de La Chana. Teniendo en cuenta que el dichoso rompecabezas tridimensional llegó a la cumbre de su popularidad en los años ochenta del siglo pasado, los periodistas se preguntan si el hombre ha envejecido sin dar con la solución y sigue sin rendirse o es un jugador nuevo.

Mientras los periodistas le dan vueltas al dilema y el jubilado, al puzzle multicolor, llega Francisco Cuenca (La Chana, 1969), alcalde de Granada y aspirante a revalidar el cargo por el PSOE. Viene vestido de corto. Yno porque haya sufrido una regresión a la infancia al pisar su patria chica, donde siempre, dicho sea de paso, está en su salsa. El atuendo deportivo se debe a que va a disputar un partido de baloncesto con los Chana Globetrotters. No se llaman así, pero de alguna forma había que denominarlos... Y como los Harlem Globetrotters, la franquicia original, acaban de estar en la ciudad... La explicación es pobre, pero real.

Los integrantes de los Chana Globetrotters son los guardianes del espíritu combativo y juvenil del CB Chana, que, en los años 90 del siglo XX, fue filial del CB Granada de aquellos tiempos. Eran y siguen siendo una pandilla de amigos, supervivientes de la adolescencia que han conservado la amistad. A unos más que a otros, el paso del tiempo los ha tuneado con canas, lorzas o calvicie, pero ellos continúan viéndose como aquellos chavales que agitaban La Chana para sacarle la espuma a los días. Casi todas las semanas se buscan para echar una pachanga. Es el pegamento que los mantiene unidos.

Bueno, y también está la política. En el equipo hay varios miembros de la candidatura que encabeza Cuenca, caso de Sebastián Santiago, Jacobo Calvo Ramos o Miguel Ángel Fernández Madrid (que es el actual concejal de Urbanismo). Este último es probablemente el más bajito del grupo. Ytambién el menos dotado técnicamente para el deporte de la canasta. No es una apreciación de los periodistas, que lo ignoran casi todo del baloncesto. Es el propio 'Migue' –que es como le dicen los colegas– el que admite sus limitaciones. «Soy el 'graciosillo' que siempre hay en estas cosas», explica su función en la función, valga la redundancia, que está a punto de empezar.

Arranca el primer cuarto del encuentro y enseguida queda claro que seguramente será el último. Salvo cuatro o cinco excepciones, a los Chana Globetrotters se les ve un tanto desfondados (y eso siendo generosos).

Curiosamente, el más activo es 'Migue' Madrid. Lo da todo. Corre por la cancha como si le fuera la vida en ello. Eso sí, su eficacia es nula.

Ha pasado unos cinco minutos y los periodistas, que están tranquilamente sentados bajo la sombra de un árbol, cizañan por el mero placer de hacerlo. «No es por nada, pero lleváis ya un rato jugando y no habéis metido ni una canasta».

Los Chana Globetrotters miran a los periodistas con una simpatía cercana al odio. Se están dejando la piel en una tarde en la que los termómetros superan los 30 grados –este reportaje se hizo el 15 de mayo, cuando el reciente veranillo apretaba de lo lindo– y no se sienten valorados.

Cuenca es el que se lo toma con más tranquilidad. Sabe ahorrar energía y sus movimientos demuestran que conoce el paño –fue entrenador, por ejemplo, de Pablo Pin, que es el actual preparador del Covirán Granada–. Más que jugar él, deja jugar. Es lo opuesto a 'Migue' Madrid, que sigue derrochando entusiasmo, pero al tuntún. Su intensidad es enternecedora.

Sentados en un poyete, cinco adolescentes negros observan las evoluciones de los Chana Globetrotters con circunspecta calma. ¿Qué pasaría si se decidieran a retar a Cuenca y los suyos?Una pregunta con morbo.

Los periodistas se despiden y pronostican que, en cuanto se alejen del bulevar de la Encina, los Chana Globetrotters pondrán fin al partido. Ellos no tienen fuerzas ni para negarlo. «Cuando os veamos pasar en el coche, lo dejamos», reconocen.

«Después, como siempre, nos tomamos unas cervezas. Incluso hay alguno que se salta todo lo del medio y llega justo a las cañas». Pero con chándal.