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'El francotirador', carpintero de profesión, este domingo en su barrio. Pepe Marín

El francotirador que donde pone el ojo pone el puñetazo

Perfil de John Carter, campeón de Europa de boxeo ·

La historia de John Carter se cuenta en ocho capítulos que son los asaltos que le ha ganado a la vida para salir de las calles del distrito Norte para brillar en Europa

Lunes, 10 de agosto 2020, 00:56

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John Carter ha hecho historia al convertirse en campeón de Europa de boxeo. No ha sido nada pero que nada de nada fácil. Sacrificio y superación. Entrenar en garajes y en la trastienda de su carpintería, vivir de la madera y dar la vida en el ring, amar a su familia, a su barrio y sus gentes. Crecer en la Zona Norte, en barrios como Almanjáyar y Cartuja, como deportista de élite. Tiene un mérito que esta ciudad debe reconocer y que se cuenta en ocho capítulos, que son los ocho asaltos que ayer le llevaron a coronarse en Europa con el nombre de Almanjáyar, Cartuja y Granada en su corazón.

Primer asalto. Tim y Encarnación. John Manuel Carter Martínez es hijo de Tim y Encarnación. El padre es de un pueblecito de Cambridge y ella de un cortijo de Lopera, de Cortes y Graena. Ella fue a Inglaterra a estudiar inglés, conoció a Tim en un pub y empezaron a hablar. Hoy en día no han terminado la conversación. Tim dejó su isla y se vino a España donde se casó y tuvieron dos hijos, John y James. Su hermano también es boxeador, pero amateur.

Arriba, John Carter, este domingo en una de las plazas del barrio de La Paz, en la Zona Norte de Granada, donde se crió, Abajo, en el ring tras haber ganado el combate. P. M. | A. N.
Imagen principal - Arriba, John Carter, este domingo en una de las plazas del barrio de La Paz, en la Zona Norte de Granada, donde se crió, Abajo, en el ring tras haber ganado el combate.
Imagen secundaria 1 - Arriba, John Carter, este domingo en una de las plazas del barrio de La Paz, en la Zona Norte de Granada, donde se crió, Abajo, en el ring tras haber ganado el combate.
Imagen secundaria 2 - Arriba, John Carter, este domingo en una de las plazas del barrio de La Paz, en la Zona Norte de Granada, donde se crió, Abajo, en el ring tras haber ganado el combate.

Segundo asalto. Rebelión en las aulas. Estudió en el colegio San Agustín en la Plaza de Toros y en el instituto Juan XXIII de La Chana. John nació el 9 de julio de 1994, así que acaba de cumplir 26 años y tiene terminada la ESO, que sacó a la primera. Luego estudió carpintería en los módulos de formación profesional de grado medio y entró a trabajar con su padre, ya jubilado, en la carpintería. Es especialista en suelos, cocinas y armarios de todo tipo. Recuerda del colegio San Agustín lo que le dijo la profesora de Matemáticas, «que iba a quedar sólo para sacudir el borrador, que era para lo único que servía». Y, la verdad, es que en lo de sacudir sí que acertó, pero no precisamente al borrador, sino a un rival en el ring. De hecho, John Carter permanece invicto. Nunca le han derrotado.

Tercer asalto. El hombre del corte en la cara. Omar Sánchez. Lo conoció en el gimnasio Al Ándalus. Se dio cuenta de que tenía un corte en la cara y le preguntó si era boxeador. Entonces empezó, como un niño muy pesado, a pedirle que le entrenara. Tenía 17 años y ha pasado prácticamente una década y así siguen hoy en día. John considera a Omar como su padre. De hecho a su padre Tim y a su entrenador Omar les ha dedicado especialmente el título que ganó este pasado domingo en Marbella.

Cuarto asalto. Historia de un macuto. John llevaba su mochila a todas las veladas de boxeo que se convocaban. Siempre aparecía con su macuto, pelease o no pelease, por si le caía alguna cita en el cuadrilátero porque algún púgil fallaba a última hora. Entonces, cuando le llamaban, abría el macuto, sacaba la equipación y subía al ring. Peleaba con todo. Con cualquier cosa. Con gente que le sacaba quince kilos o sesenta peleas. Pero le daba igual. Solo quería pelear y disfrutar. Cuando se hizo profesional, todo cambió.

Quinto asalto. Cassius Clay y Muhammad Ali. John lleva tatuado a Cassius Clay en el muslo izquierdo y también debajo del gemelo, la silueta. Ha sido su ídolo y su inspiración. Su padre le dijo, 'mira a este tío, Mohammed Alí (sic)'. Y desde siempre fue su mayor inspiración. Su cuarto es testigo. Entras en esas cuatro paredes y lo primero que te encuentras es un póster Muhammad Ali tumbando a Sonny Liston, la pelea que le dio a la fama. No es el único héroe de John. David Beckham, del United, también lo es. Porque John es del Manchester United, por vía paternal, claro está. Y también adora a Ricky Hatton, un gran boxeador inglés;a Saúl Alvarez 'El Canel'o, un boxeador mexicano a quien respeta por su disciplina, por su estilo y su talento. No se olvida tampoco de Kerman Lejarraga, que además es amigo suyo. «Muere matando», es su dicho.

Sexto asalto. Las calles de Granada. John reconoce que si no llega a ser por el boxeo -«no te digo que hubiera sido un yonqui», dice expresamente- no llevaría una vida tan saludable. Ahora se cuida al máximo. No fuma ni siquiera una cachimba y sólo bebe 'coca cola zero'. «Imagínate», remata su mantra deportivo. También recomienda a todas las personas el boxeo. De hecho, da clases en el gimnasio Triunfo y sus alumnos son estudiantes, maestros o abogados. «Vienen para desestresarse y se van tan felices y tan satisfechos (es sin contacto). El boxeo es un deporte que te lleva al límite de estrés pero luego vuelves. No pasa nada, aquí no hay contacto». Y recuerda otra vez las calles. Ahora que ha ganado, se siente satisfecho porque siempre había hablado con sus amigos, cuando tenía quince años, sobre eso de que le saludaría la gente y le pediría fotos. «Pero la broma se ha convertido en realidad. Voy corriendo por la noche haciendo 'footing' y la gente me pita y me grita. Eso me motiva. Me pita y le adelanto corriendo nada más que para ver quién es».

Séptimo asalto. Los apodos. A John Carter le apodan 'el Francotirador'. A él le gusta, porque dice que donde pone el ojo pone el puñetazo. Pero también sabe que ayer, en Marbella, le presentaron como 'Huracán Carter', algo que mucha gracia no debe hacerle, porque ese es el apodo del boxeador al que Bob Dylan dedicó una canción porque fue condenado por tres crímenes que nunca cometió.

Octavo asalto. Alba. 24 años. Su novia. Viven juntos. Alba le cuida y le quiere desde que le vio por primera vez.«Ese 'pa' mí», dijo.

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