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Familiares y amigos de María Pérez, en su casa durante la fiesta por su nuevo título. J. I. C.

Bicampeona del mundo otra vez

La fiesta en la casa de María Pérez: «No somos conscientes»

La marchadora reúne a familiares y amigos con su madre Paqui como anfitriona, que pasa de las risas con la barbacoa a los nervios durante la carrera

Sábado, 20 de septiembre 2025, 06:56

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Huele a carne de barbacoa en torno a la casa de María Pérez en el área metropolitana de Granada, donde la marchadora vuelve a reunir a familiares y amigos para que disfruten en la distancia de una nueva gesta en el Campeonato del Mundo. Su madre, Paqui, ejerce de anfitriona para lo que fue una fiesta de principio a fin y durante la que ella pasa de las risas al principio de la noche a los nervios por la carrera de 20 kilómetros pasada la medianoche para luego terminar brindando con cava con emoción para varias horas por la grandeza de su hija, no sin un chapuzón en la piscina que ella llama 'charquilla'. Allí estuvo también IDEAL, por invitación expresa de los íntimos de la protagonista.

Catorce personas de máxima confianza para María Pérez, incluidos sus vecinos Mari Carmen y Fernando con sus hijas Noah y Ángela hasta que caen dormidas, acuden al abrigo de su cochera para visualizar con un proyector sobre una pared cómo revalida también su título de 20 kilómetros tras lograrlo con el de 35 siete días atrás. No cabe en sí de los nervios Paqui, que no aguanta sentada más que los primeros compases, entre suspiros, bromas y abrazos y alguna videollamada con su hermana Mari, que se comía las uñas en Orce. La madre sabía que su hija sufrió para recuperarse de la distancia larga: «Nunca la había visto tan mal, y encima le tocó un terremoto allí. Le pedí que se viniera y que no volviera a competir, pero ella es así de competitiva».

El fisioterapeuta Ángel García y el fisiólogo Jesús Rodríguez Huertas, integrantes del equipo de María Pérez, comentan la carrera con calma tras un intercambio de opiniones respecto a la idoneidad del analgésico que finalmente tomó para paliar una pubalgia. En la salida, todos ofrecen su cariño también a la italiana Antonella Palmisano, amiga de la granadina que ya pasó por esta tierra de visita. «Al ritmo inicial, María ni se despeina. Podría aguantar 50 kilómetros así», transmiten. Sin embargo, la marchadora granadina no estaba dispuesta a quedarse atrás ante arreón alguno de sus rivales. «No nos viene mal que se corra rápido, ni que haya muchos cambios de ritmo», insisten los técnicos. A Paqui, sin embargo, se la llevan los demonios: «¿¡Pero a dónde vas tan pronto!? ¡Escóndete! Regañadle que a vosotros os hace caso», bromea, con miedo a los jueces.

Familiares y amigos siguen la carrera con un proyector. J. I. C.

Dos de las amigas más íntimas de María Pérez, Pilar Cortacero y la también marchadora internacional años atrás July Takacs, con origen húngaro, hacen una videollamada con la velocista Sonia Molina, olímpica en Tokio y de vuelta allí tras disfrutar del título de 35 kilómetros en la propia casa de la marchadora, y Jacinto Garzón les transmite calma. «Qué cara tan buena lleva María... hará un cambio de ritmo a la hora, y aún le quedará como para tres más», avanza Ángel García, y la campeona lo cumple. «¡Vamos, María, vamos, que es tuya!», le grita su madre, ya emocionada, mientras a su alrededor se hace el silencio. El título está en el bolsillo, y sus amigos preparan la cuenta atrás de los metros hacia la meta para saltar con ella entre cánticos de «campeona del mundo».

«Un ejemplo a seguir»

«Lo paso mal porque no puedo disfrutarlo, pero mi hija da un ejemplo a seguir a muchas personas desde su esfuerzo individual y en solitario después de muchos años de trabajo y muchos meses de esos años fuera de casa. ¡La madre que la parió!», comparte Paqui. «No soy consciente de lo que logra, ni yo ni nadie, ni siquiera ella misma. Si no fuera atletismo sino cualquier otro deporte, sería una diosa, pero ya lo es en su deporte y lo será durante muchísimos años», apunta, coreada y manteada incluso a punto de desnucarse.

«Fue la carrera más inteligente en la vida de María después de los 35 kilómetros y ante rivales muy frescas», destaca Jesús Rodríguez Huertas. «Forma un equipo impresionante con Jacinto, más allá de sus músculos. Es muy difícil de describir el orgullo de integrarlo también, porque su sufrimiento hace felices a muchas otras personas. Me siento afortunado. Ya le dije que sería campeona del mundo hace doce años y presumo de ello, pero siempre subyace la admiración y el respeto», aclara el fisiólogo. Hace una pausa y reconoce que esta es la primera vez que llora rodeado de personas: «Siempre vi sus carreras solo, y me emocioné, pero en compañía sabe mejor; son lágrimas más dulces».

«Parece muy fácil hablar de María, pero hay mucho trabajo y mucho sacrificio familiar detrás, con mucha soledad, y quienes estamos a su lado técnicamente como amigos además lo sabemos», antepone Ángel García, acompañado por su pareja Isa. «A quienes la queremos únicamente nos importa verla feliz. Es muy competitiva, pero sobre todo, generosa; eso hace que los demás seamos mucho más felices aún por lo que consigue y que nos volquemos con ella. Es especial. Es la alegría de la huerta donde va, siempre con alguna broma, aunque parezca distante cuando entrena», la describe el fisioterapeuta. «Acabó muy deshidratada del 35 por el calor y la humedad además del ritmazo que llevó, pero ella tiene una capacidad de recuperación que no tienen otros atletas. Aun así, tenía una molestia bastante aguda en el pubis pero la superó y la gestionó perfectamente. Seguirá compitiendo mientras el físico se lo permita», sostiene.

«Nadie sabría descifrar hasta qué punto es una locura lo que hizo María, y más por lo personal que por lo deportivo después de todo lo que ha vivido en los dos últimos años», resalta Pilar Cortacero. «La conozco desde sus trece años por el club de Nerja, pero jamás hablamos de atletismo. Puede parecer que solamente ha vivido maravillas, pero ni mucho menos. Ni la felicité por el título de 35 y hora antes de los 20 hablamos una hora sobre la vida como si estuviera allí de vacaciones. Siempre intenta hacer felices a los demás por ella misma, preguntando si lo pasamos bien con sus carreras y si acabamos contentos», refleja su amiga.

«Me quedo con detalles como cuando le puso la bandera de Italia a su amiga Antonella Palmisano como subcampeona del mundo», rememora Cortacero, para quien la orcerina es ya «lla 'Messi' del atletismo, sin que haya nadie como ella a nivel mundial, y sin poner ni una mala cara además cuando le piden una foto aunque esté comiendo». Da fe otra amiga como Cristina 'Monreu': «Conozco a María desde hace poco y fue todo un descubrimiento y un honor como ejemplo a seguir por todo lo que demuestra y enseña junto a su familia, a la que le debe como es más allá de su esfuerzo. Me emociona y agradezco vivirlo ahora desde dentro».

«Hizo lo que preveía, no me sorprendió; al menos el título, quizás sí la marca. Parece fácil, pero esto es impresionantemente difícil; ella es única, esto no se va a repetir», vaticina July Takacs, que logró la medalla de bronce en el Europeo de Berlín en 2018 en el que María Pérez ganó su primer título internacional. «Llevo viéndola competir desde chico y era imposible pensar que terminaría siendo tetracampeona del mundo. Todos mis conocidos me felicitan por lo que hace. Es un orgullo», añade un primo de la marchadora, Cristian, con su novia Cristina.

Llamada de la protagonista

Pasadas las tres de la madrugada, llama la directora de comunicación de la Federación Española de atletismo, Paloma Monreal, con María Pérez al otro lado del teléfono. «¿Os habéis bañado todos en la piscina?», pregunta. No da tiempo para mucho más porque uno de sus vecinos, Miguel, toca a la puerta para quejarse por el ruido; empatiza con la dimensión de la proeza, pero alega que tiene que despertarse en dos horas para trabajar. Tanto la marchadora como sus familiares y amigos se disculparon ya por la fiesta de la semana pasada y volvieron a hacerlo, comprometiéndose incluso a una invitación expresa para otra ocasión más relajada a su vuelta.

Rondaban ya las cinco cuando Paqui se quedó sola en la casa. Ni quiso que le ayudaran a recoger, emplazando a todos los invitados a comerse las sobras al día siguiente. Fregó el suelo lleno de pisadas por el jolgorio en la piscina y se metió en la cama a leer las noticias sobre su hija. Era imposible que pudiera sentir más orgullo. Ella, como todos los que realmente la conocen, defienden que no hay medalla lo suficientemente brillante para su generosidad infinita.

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