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Un grupo de bailaoras antes de iniciar su exhibición folklórica.

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Un grupo de bailaoras antes de iniciar su exhibición folklórica. Torres Molina

Sacromonte, cuna de flamencos

Desde finales del siglo XIX en que Antonio Torcuato 'el Cujón', un gitano de Ítrabo asentado en Granada, ideó la primera zambra —herencia de la morisca— en una herrería de la plaza del Humilladero y pronto pasara al Camino del Monte para alegría de los visitantes y gloria de los gitanos, su arte y artistas no han parado de medrar

Jorge bustos

Sábado, 18 de mayo 2019

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La primera zambra del Sacromonte fue la de Los Amaya y tras ella la de La Golondrina, María Gracia Cortés, a la que alabó Antonia Mercé 'la Argentina' en las cuevas granadinas allá por 1922, tras el Concurso de Cante Jondo de los Aljibes alhambreños. Ya antes, en la Exposición de París de 1900 había actuado la zambra de Juan Amaya y su mujer Dolores 'la Capitana', donde reciben una medalla de oro. También estaban reconocidas a principios de siglo 'La Chata', 'La Cotorrera' o 'La Jampona'.

A principios del siglo XX destaca la bailaora exótica y creativa Lola Medina, la Pitirili, la Rocío o María 'la Canastera' que abrieron cuevas en el Camino (las dos últimas aún existen y gozan de buena salud) y sobre todo la gran Carmen Amaya, al decir de muchos, la mejor bailaora de la historia.

Después hay que nombrar hasta nuestros días la saga de las Golondrinas, las de la Canastera, los Gallina, la Jardín, la Lili o la Bizca; Carmela la Romera, María la Coneja o María Pataperro, hasta llegar a los internacionales Mario Maya, Manuel Santiago Maya 'Manolete', al que recientemente se le hizo un homenaje en el Palacio de Congresos o María Guardia 'Mariquilla'. No podemos olvidar tampoco el arte multifacético de Curro Albayzín, verdadera memoria del Sacromonte.

También destacaron sagas de guitarristas que en general llegan hasta nuestros días, como son los Amaya, los Ovejilla, los Marote, los Habichuela o los Cortés. Tanto es así que en Granada hay un toque típico sacromontano heredado por decenas de guitarristas actuales que actúan a diario en las cuevas y los tablaos. Y algunos cantaores como María 'la Gazpacha', que obtuvo un premio en el concurso del 22 cantando por bulerías y tarantas, acompañada por la guitarra Pepe Cuellar, Frasquito Yerbagüena, Juanillo el Gitano, Pepe Albaicín, Manuel Rodríguez 'el Ruso', Manuel Osuna, Juan Antonio Cuevas 'el Piki' o Jaime Heredia 'el Parrón'.

Imagen de una zambra a principios del siglo XX. A continuación, Pichilica y Carmen la del Pescaíllo en su espectáculo. En la última foto, María La Canastera, una de las referentes de la zambra granadina.
Imagen principal - Imagen de una zambra a principios del siglo XX. A continuación, Pichilica y Carmen la del Pescaíllo en su espectáculo. En la última foto, María La Canastera, una de las referentes de la zambra granadina.
Imagen secundaria 1 - Imagen de una zambra a principios del siglo XX. A continuación, Pichilica y Carmen la del Pescaíllo en su espectáculo. En la última foto, María La Canastera, una de las referentes de la zambra granadina.
Imagen secundaria 2 - Imagen de una zambra a principios del siglo XX. A continuación, Pichilica y Carmen la del Pescaíllo en su espectáculo. En la última foto, María La Canastera, una de las referentes de la zambra granadina.

Hay que tener en cuenta que, entre los años 1962 y 1963, la ciudad sufre continuas lluvias torrenciales que, entre otros destrozos, hunden muchas cuevas del Sacromonte y sus habitantes tienen que desalojarlas, lo que abre un gran paréntesis en la actividad y riqueza del barrio. De las 1.350 cuevas que había en Granada en 1960 —según las estadísticas—, a principios de los 80, cuando se retomó la actividad, solo se mantenían 159.

La lista de artistas de ahora daría para rellenar el periódico entero. Baste decir que nuestro eminente Manuel Liñán, premio Nacional de Danza, se hizo en las cuevas del Sacromonte y también Fuensanta 'la Moneta' y la saga de los Habichuela y de los Maya y de los Cortés y de los Colorao y varias familias de Heredia. El Sacromonte, por su aire, por su agua, por su luz, por sus pitas y sus chumberas, por su historia, por sus cuevas y sus veredas, siempre ha sido, es y será cuna de flamencos.

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