Un paseo por el Realejo para encontrar 'Lo que falta'
Munir Hachemi publica un libro de cuentos en el que el lenguaje y la tecnología se cruzan con una imaginación que reta de Borges, Bolaño y Kafka
Munir Hachemi se sacude del cuerpo una camisa naranja de tigres azules. «Qué calor», sonríe al entrar en la librería Tremenda, en calle Molinos. En uno de los estantes hay un vacío evidente, una mella en la que hasta hace nada lucían un puñado de libros rojos con el mismo título: 'Lo que falta' (Editorial Periférica, 2025). «Un título tiene que ser lo bastante abierto como para que se le descubran cosas que ni yo mismo había pensado», dice Hachemi, al que Granta seleccionó como uno de los 25 mejores escritores en español menores de 35 años. Ya tiene 36.
«Para mí –continúa– faltan tres cosas que dan sentido al título. Primero es un guiño a la niña del último cuento, que juega a lo que falta para resolver un misterio». Y esa es su propuesto para el lector, adentrarse en los cuentos como el que busca una falta en el pasatiempo de los domingos. Porque en todos los cuentos falta algo. «En el primero, por ejemplo, falta la posibilidad de diálogo porque no hay nadie más, todos han desaparecido», guiña Hachemi. Aunque en el libro, y aquí viene la tercera falta, no hay finales sorpresa ni resoluciones exactas. «El cuento es el género perfecto, el género anticapitalista. El cuento no es didáctico en general. No tiene por qué serlo. El cuento establece un diálogo con el lector y le da espacio para pensar».

Munir regresó a Granada hace unos meses, después de saltar de Madrid a China y a Estados Unidos. «Ya me quedo aquí, aunque ahora voy a Italia a presentar 'Lo que falta'», explica al salir de la librería, en busca de una terraza a la sombra. En el camino, se detiene un momento con el lutier Daniel Gil de Avalle. «Le traje mi guitarra, que se cayó y se rompió. Tenía un agujerito». El guitarrero le da una buena noticia: está arreglada. «Le he puesto esto aquí –explica, removiendo las cuerdas– y suena muy bien. No le falta nada».
En los once relatos que forman 'Lo que falta' se habla de tecnología, de la muerte, de la soledad, la vivienda, el turismo masivo... y, sobre todo, la imaginación. «Reivindico mucho la imaginación. Un libro de cuentos no tiene un único tema y eso lo hace más difícil de vender. En las novelas es muy fácil poner una etiqueta y creo que los cuentos rehúsan toda marca». Al final del libro, Munir añade un epílogo en el que reconoce a todos esos autores que le han influido en los cuentos: Nicolás Cabral, Rafael Pinedo, Jean Cocteau, Kafka, Bolaño, Borges… «Es un homenaje, pero también es un poco una falta de respeto –ríe–. Quiero decir, un ejercicio de coger a esos autores y hacer lo que ellos no hicieron o no querrían haber hecho. Creo que hay que admirar a los clásicos, pero también profanarlos».
Fritz-Kola
Con la guitarra al hombro, Munir atraca en la Plaza de los Girones y se sienta en la terraza del Noat Coffee. Pide un refresco y la camarera le dice que tienen Fritz-Kola. «Perfecto», responde. Resulta que la Fritz-Kola es una bebida creada por dos amigos alemanes (que aparecen en la etiqueta de la botella), fácil de encontrar en locales veganos y competencia de las grandes marcas. «Así no patrocinamos a ningún lobby israelí», brinda Hachemi.
Hay varios relatos del libro en los que tecnología juega un papel significativo. Y hoy, toda tecnología nos lleva irremediablemente a la inteligencia artificial (IA). «Cuando dicen que la IA es capaz de hablar como un humano, que es indistinguible… Yo creo que es al contrario: nosotros somos los que hablamos peor». Tras mirar a ambos lados, el escritor abre los brazos y se refiere a todo lo que falta a su alrededor: «Hemos construido robots que piensan y lo primero que hacemos es ponerles a hacer las cosas bellas, las cosas que nos gustan: escribir, pintar, componer… ¿Por qué no hacen lo que no nos gusta?».
«Hemos construido robots que piensan y lo primero que hacemos es ponerles a hacer las cosas bellas, las cosas que nos gustan: escribir, pintar, componer… ¿Por qué no hacen lo que no nos gusta?»
El cuento 'Porras DEI' está basado en una entrevista real que el propio Hachemi hizo en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Archidona. «Me interesaba eliminarme a mí, por eso no salen las preguntas. Eso es lo que falta. Y habla de una cosa absolutamente esencial para el funcionamiento de la sociedad capitalista, la cárcel, una cosa de la que nadie habla. Además, la entrevista me obligué a transcribirla a mano. Si metes un audio en una IA, no te das cuenta de nada».

Hachemi, autor de las novelas 'Cosas vivas' y 'El árbol viene', ganador del Premio Ojo Crítico de Poesía con el poemario 'Los restos', luce sonriente en la solapa de 'Lo que falta'. En la foto destaca un pequeño detalle que, sin embargo, cuenta un mundo: una mascarilla atada en el codo. «Hay varios cuentos que son muy de la pandemia: 'Soporte vital', 'La ventana'… Me fascina la memoria de la pandemia. Creo que no la hemos procesado, como si no hubiera pasado».
El final
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Munir se trasladó a la Universidad de Pekín en 2021, el ojo del huracán de la covid. Uno de los relatos del libro, 'Los sinólogos', es una relectura de Borges y su crítica al orientalismo. «Estuve dos años en China. Vivíamos un régimen muy loco donde tenías que pasar un código antes de entrar a un centro comercial para demostrar que te habías hecho una PCR en las últimas 72 horas». Pero aquella intensidad, de buenas a primeras, se esfumó. «Un día se abrieron las fronteras y toda medida desapareció. Fue increíble».
El escritor apura el último sorbo de Fritz-Kola y mira unos segundos a su guitarra, en silencio. «De repente no había pandemia. Eso no estaba. Eso era… lo que falta».
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