Ismael Cervera, Annarce, en los Jardines del Triunfo. ALFREDO AGUILAR
Annarce, rapero granadino
«Mi madre se enteró ayer, con la canción, de que me quise suicidar en el instituto»
#StopBullying ·
Ismael Cervera sufrió acoso, una experiencia que rapea en 'Si hubiera hablado'. El videoclip, rodado en el IES Ganivet, suma más de un millón de reproducciones en dos días
La madre toca la pantalla del móvil y los versos rapean su nombre: «Querida mamá, te escribo porque ya no aguanto más». La mujer reconoce de inmediato la voz de su hijo, pero no la historia que muestra el vídeo, una historia basada en hechos reales de un adolescente cabizbajo, silencioso y asfixiado por los pasillos del instituto. «No quiero que pienses que tu hijo es un perdedor», canta. Al chaval le encierran en un baño, le escupen en la cara, le amenazan por redes, le parten el alma. «Mamá, no sé cuánto más podré soportar esta mierda». La mujer suelta el móvil y resopla para desenmarañar el nudo que retuerce sus entrañas. Acaba de comprender dos cosas: que el protagonista del vídeo se va a suicidar por el bullying; y que ese chaval fue y pudo ser el suyo. Luego coge el teléfono, marca y habla despacio: «Hijo, tenemos una conversación pendiente».
«Mi madre se enteró ayer, con la canción, de que sufrí acoso en el instituto, de que me quise suicidar». Ismael Cervera (Granada, 2001) camina con pasos largos y líquidos por los Jardines del Triunfo. Lleva unas zapatillas amarillas, camiseta verde y unos grandes cascos negros colgando del cuello. Desde que publicó el martes su última canción, 'Si hubiera hablado', suma más de un millón de reproducciones entre Youtube y Tiktok. Una de ellas fue su madre. «Me dedico a hacer canciones de crítica social para concienciar con historias reales –dice el joven, de 21 años–. Y esta es mi historia».
A. AGUILAR
Ismael se mudó a La Zubia con 12 años. «Entré en un colegio nuevo en mitad del curso y me convertí en el foco de atención», recuerda. Pero la pesadilla real llegó al entrar en el instituto: «Me escupían, me robaban material, me lanzaban basura y piedras a la cabeza… Usaban insultos horribles, motes despectivos. Me perseguían, se metían conmigo, me hacían fotos en clase y las subían a redes sociales». Por aquel entonces escribió sus primeros versos y Annarce, su nombre artístico, se convirtió en una coraza. «No llegué a terminar la ESO. No aguantaba más. Me agarré a la música, que es lo que me mantiene con vida».
Y a eso se dedica ahora, a la música. Una pasión que compagina con su otro trabajo como empleado de mantenimiento en el Camping Las Lomas, en Güejar Sierra. «Estoy orgulloso y feliz por hacer canciones sociales que terminan tocando el alma». Annarce tiene temas sobre abandono animal, violencia de género, autoestima… y, claro, la anorexia.
Canon de la locura
Annarce, durante la entrevista.
A. AGUILAR
La madre de Ismael, Patricia, inició en 2019 una recogida de firmas para que la sanidad andaluza incorporase unidades especiales contra los trastornos alimenticios. «Mi hija se está muriendo poco a poco y no la atienden. No hacen nada por evitar que muera. ¿Saben lo duro que es para una madre vivir esto?», declaró entonces a IDEAL. Llevaba ocho años batallando contra la enfermedad que cambió para siempre la vida de su primogénita: la anorexia. «En la canción 'Canon de la locura' cuento aquella historia, la de mi hermana, a la que también hicieron bullying –relata Annarce–. Pero su historia termina mucho peor que la mía ya que lleva ya 12 años ingresada en el hospital, viviendo una vida realmente horrible».
«La música es mi psicólogo, mi magia, mi salvación y lo que quiero hacer hasta el día que me muera»
El mensaje de 'Si hubiera hablado' es tan claro como poderoso: «Cuéntalo. Cuando estás ahí lo ves todo negro, crees que no hay salida, sientes que no vas a tener pareja ni amigos ni un trabajo estable. Que no vas a tener futuro, que siempre vas a ser un pringado y por lo tanto sientes miedo a contarlo. Pero hay que contarlo porque las personas que realmente están a tu alrededor te van a ayudar». Ismael confiesa que, pese a todo, vive con secuelas, que sufre pánico cuando pasa cerca de un grupo de adolescentes, que se siente inferior a todos. «Lo que puede parecer una broma para los que acosan, puede costar la vida a alguien, como casi me la cuesta a mí».
–¿Qué pasó?
–La canción es una carta real que escribí a mi madre con 14 años, sin rima ni nada. La canción recrea el intento de despedirme de ella. Quería quitarme la vida, así me sentí yo.
–¿Qué le frenó?
–Pensé en dos cosas. Mi madre. Ella tenía suficiente con la anorexia de mi hermana, no lo merecía. Y la música. Desde que tengo 13 años, cada problema que tenía, al escribir, se hacía menos problema y, al cantarlo, desaparecía. La música es mi psicólogo, mi magia, mi salvación y lo que quiero hacer hasta el día que me muera.
El videoclip de la canción se rodó en el IES Ángel Ganivet, gracias a la implicación del equipo directivo y profesores del centro. «Todos los actores son alumnos y madres. Ha salido algo muy bonito y creo que los chicos y chicas le dan verdad, cierran el círculo. Creo que el mensaje llega más fuerte, que puede ayudar a hablar». ¿Ha tenido ya la conversación con su madre? «Aún no». ¿Y qué le dirá? «Perdón. Perdón por no contarle lo que estaba pasando. Perdón por tener miedo de sentirme una carga para ella. Perdón por no haberle dicho nada».
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