Manuel Fernández Rodríguez en un campo de refugiados etíope. CEDIDA POR EL ENTREVISTADO

«La vida de un clown es poner sus ideas sobre el escenario y que le guste al público»

Lolo Fernández lleva por bandera su humor linarense actuando desde el Circo del Sol, hasta en campos de refugiados en Etiopía y, teniendo muy presente siempre su ciudad natal

jessica soto

Linares

Sábado, 30 de mayo 2020, 23:11

Manuel Fernández Rodríguez, conocido en el mundo artístico como Lolo Fernández, es un linarense afincado en Granada que ha conseguido hacer reír a medio mundo. ... Una tarea nada fácil, pero con la que ha logrado ser uno de los clowns (payaso) andaluces más conocidos a nivel internacional. Su paso como clown principal en el Circo del Sol le supuso un giro de 180 grados a su vida ya que, además de ser un trabajo muy reconocido, fue para él una verdadera 'escuela'. No obstante, esta experiencia no tiene nada que envidiarle para él con su colaboración con la ONG 'Payasos sin Fronteras'. Con ella ha animado los campos de refugiados de diferentes países como Etiopía, Kurdistán o Bosnia.

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-¿Cómo un profesor de flauta travesera termina siendo un clown contemporáneo?

-En mi caso ha sido casi inevitable. Déjame decirte que uno no decide ser clown: lo eres o no. Sucede o no. Yo amo la música y vengo de una familia de músicos clásicos de la cual estoy muy orgulloso y así desarrollé mi carrera como flautista y no me fue mal la verdad. Comencé a buscar otras formas de expresión: teatro, movimiento, improvisación... Lo hacía todo muy en serio y con ánimo, pero la gente finalmente se reía. Entonces me aconsejaron hacer un taller de clown y, paradójicamente, allí no hice reír a nadie (risas), pero entendí que era mi sitio.

-En su extensa trayectoria profesional, ha tenido la oportunidad de trabajar como docente en medio mundo (España, Bélgica, Alemania, Marruecos, Brasil, Argentina, Chile...). ¿El humor es entendido de manera diferente en cada país?

-Cuando haces humor tienes que hacerte entender, y obviamente las diferencias culturales afectan: públicos más fríos, otros espontáneos, irónicos... Pero en el fondo somos los mismos seres humanos aquí y allí, con nuestras miserias y grandezas y el humor se nutre de esta universalidad: la soledad, el amor, el fracaso, el éxito...

-Entre sus muchos trabajos, destaca su paso como Clown principal en el Circo del Sol en el espectáculo 'Corteo', desde 2012 y hasta 2015. ¿Qué supuso para usted esta oportunidad y cómo valoraría esta experiencia?

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-Fue una auténtica sorpresa y mi primer trabajo profesional como clown. De la noche a la mañana me cambió la vida. Ha ido todo un poco deprisa pero ha sido una oportunidad de descubrir el escenario profesional, hacer tablas, sentirme artista y conocer la complejidad de esta profesión y, sobre todo, descubrir que podía hacer reír al público y confirmar que no me había equivocado en mi elección profesional.

La experiencia la valoraría muy positiva porque cuando estás en una gran compañía descubres la parte dulce y amarga de la profesión, el desencanto que contiene el éxito, el placer de brillar delante de miles de personas, la soledad del hotel, etc. Una experiencia intensa y que lógicamente te da visibilidad para tus proyectos. Pero la vida de un clown no es el Circo del Sol. Es poder poner tus ideas personales encima del escenario y que le guste al público y es ahí, y solo ahí, donde con mucho trabajo y suerte puedes encontrar tu sitio.

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«He sido algo temerario al jugar casi en el vacío con el público, pero siempre me aburrieron los gags cómicos y las ideas cerradas»

- También ha colaborado con la entidad sin ánimo de lucro 'Payasos sin fronteras' en sus expediciones en Bosnia, Jordania, Etiopía y Kurdistán. ¿Es fácil hacer reír a poblaciones que viven en campos de refugiados y que luchan día a día por sobrevivir?

-Hacer reír nunca es sencillo, allí y aquí. No se trata de ponerte una nariz roja y disfrazarse de buena voluntad. Hacer reír es una profesión muy seria y no distingo un campo de refugiados de un teatro siendo obviamente diferentes. Actuar en un campo de refugiados es una experiencia única, debes de ser respetuoso e inteligente para leer correctamente que puede ser útil de tu material para conseguir esa catarsis colectiva a través de la risa. No es un público de segunda en el que todo vale. Después de muchos intentos fallidos con diferentes oenegés por acercarme a los más desfavorecidos, en 'Payasos Sin Fronteras' he encontrado ese raro equilibrio entre calidad artística y acción humanitaria. Es fenomenal.

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-Volviendo a España, en 2016 creó su propia compañía 'Lolo Fernández and Cía', que inició su andadura con su espectáculo 'Piano, piano...'. En él unía el lenguaje del clown con la música y la improvisación era uno de los ingredientes fundamentales. ¿Es posible aún innovar en el humor?

-No creo que se trate de innovar constantemente. Esta es una ansiedad muy contemporánea. O te reinventas o mueres. Cansa. En mi caso, mi primer espectáculo ha sido un reflejo de quién soy y mi singularidad, que es lo que parece que ha interesado al público.

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He sido algo temerario al jugar casi en el vacío con el público, pero siempre me aburrieron los gags cómicos y las ideas cerradas. A mí me encanta que el público se entrometa en mis ideas, lo hagamos a medias, como buenos amigos/enemigos y experimentando y fracasando apareció algo original. Hacer reír a través del lenguaje musical y no parodiándolo, un diálogo real con el público y siempre con la improvisación como partitura. Un jazz idiota podríamos llamarlo.

-Usted pertenece a un sector que siempre ha estado en una continua lucha por reivindicarse. En estas semanas en las que estamos sumidos en un estado de alarma, el humor y la cultura, en general, están ayudando a muchas personas a sobrellevar mejor esta situación. ¿No es así?

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-Yo creo que lo que estamos viviendo no es más que una amplificación de nuestras propias vidas y que utilizamos el humor y la cultura para sobrevivir siempre, ahora más sin duda, pero no hay nada nuevo. Lo que sí es una oportunidad bonita para que la gente se reconozca como público y demande más Cultura en vivo. Reivindicar la Cultura es una simplicidad. Hay que dejar de hacerlo. Aquí la cuestión es política, decidir que la cultura es importante o no. El problema es que el artista ha llevado en solitario la tarea de reivindicar la Cultura, envuelto en una figura de héroe superviviente, convirtiéndose en un discurso repetitivo. Hasta que nuestra clase política no le dé el sitio que merece, nosotros seremos siempre outsiders, excéntricos, locos, caprichos para una sociedad, pero ese romanticismo es tóxico.

Chats de artistas

-¿Cómo cree que el sector va a afrontar esta crisis? ¿Es posible volver a reinventarse para que la Cultura vuelva a tener el espacio que merece?

-Es posible. Estamos ante una nueva oportunidad y el sector está en movimiento. Los chats de artistas y agentes de la cultura están vivos, con ganas de alegrar y recordar al público la humanidad que todos necesitamos para construir una sociedad mejor. Yo personalmente no creo en reinventarse de la noche a la mañana, eso no es posible en el arte. Los cambios son más lentos y orgánicos. Lo primero es diferenciar lo que es reinventarse artísticamente y lo que es sobrevivir económicamente. Son cosas bien distintas que mezclamos constantemente. Necesitamos ayudas para sobrevivir y crear calidad artística que es a la postre calidad humana. Un artista se reinventa por necesidad de cambiar su lenguaje, porque el mundo cambia como ahora está sucediendo, pero no puede hacerlo de la noche a la mañana.

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-Mantiene un vínculo con su ciudad natal tanto a nivel personal como profesional. ¿Tiene algún proyecto a corto o medio plazo en Linares?

-Estoy muy agradecido al Ayuntamiento de Linares. Aparte de una gala de circo estupenda que gustó mucho, esta Navidad pasada me regalaron la oportunidad de actuar en el Teatro Cervantes. Volví a descubrir que mi humor es muy linarense, claro, no podía ser de otro modo: cercano pero con picante, mentirosillo pero honesto, irreverente y cariñoso, disfrutón... ¡Cómo se vive aquí! y yo que creía que era muy gracioso. Solo tuve la suerte de nacer en una tierra especial y diferente llamada Linares. Y aquí estoy para lo que mis paisanos necesiten. Ellos lo saben.

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