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Beneficios de la natación a todas las edades

Beneficios de la natación a todas las edades

Si aún no ha descubierto los beneficios del ejercicio en el agua, láncese sin miedo; por algo dicen que es el deporte más completo

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Sábado, 27 de febrero 2021, 00:02

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Practicar la natación desde los 10 años me ha llevado a que hoy, a punto de cumplir 64, no tengo que tomar un solo comprimido, ni reguladores de la tensión, ni antiinflamatorios, más allá de algún paracetamol para un dolor de cabeza puntual... Y duermo sin tranquilizantes», desvela Mario Lloret Riera, profesor del Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña, licenciado en Educación Física, en Medicina y Cirugía, y doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Con esta mochila y la experiencia de haber participado siendo un veinteañero en los Juegos Olímpicos de Montreal (1976) –quedando noveno en relevos–, además de haber batido, cumplidos los 50, varios récords de España, Europa y el mundo, es fuente idónea para charlar de la natación y sus beneficios para todas las edades.

«Hay evidencias científicas de que nadar aporta mejoría en un centenar de enfermedades», informa. Recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un mínimo de 30 minutos diarios de actividad física moderada para los adultos y 60 para los niños. «En cuanto a la natación, recomendamos su práctica tres días por semana en sesiones de 45 a 60 minutos durante un mínimo de 6 meses. Siempre con pautas, supervisada, con constancia, porque si no podría no servir para nada. Está demostrado que el seguimiento de programas acuáticos como el nadar produce más beneficios que uno de andar. Por tanto, la natación nos llevará a evitar enfermedades, sentirnos sanos y mantener una buena salud física y mental».

Precisamente en el plano psicológico, la natación aporta una dimensión que no contempla ningún otro deporte: «Cuando te sumerges y empiezas a nadar estás tú a solas con tu mundo, no socializas con nadie ni hay grandes distracciones, como sí ocurre cuando vas en bici o corres. Eres tú contigo mismo, entras en un escenario interior y es buen momento para reflexionar. Cuando estoy muy estresado es cuando más voy a nadar, aunque igual es el día que menos ganas tengo, pero el ejercicio y toda la oxigenación que consigues te hace ver las cosas de otra manera». Además, el contar incesantemente los largos de la piscina, ese ir y venir repetido mecánicamente, la poca o nula interacción con lo que rodea al nadador de piscina, se convierten en un mantra relajante. «Aunque lo mejor es nadar en el mar, por el contacto con la naturaleza, te da otro plus. Y aquí recomiendo ir acompañado».

Los niños

«Los 3 años son adecuados para aprender a nadar»

Lloret Riera se recuerda desde siempre metido en el agua, aprendió a nadar con 8 años. Considera que llevar a los bebés a la piscina desde los 3 meses ayuda a su desarrollo psicomotriz:«Es un estímulo importante, y hasta los 2 años, acompañado del padre o la madre, supone estrechar lazos». A su juicio, los 3 años son adecuados para empezar a aprender «en función de cada niño o niña. Es buena edad para que el técnico les enseñe a amar el agua. Y digo esto porque lo que no podemos hacer es causarle un trauma. Hay que querer ir al agua, vivir el agua: estás en otra dimensión, pesas mucho menos...».

Pero algunos se resisten a ir al cursillo, se deshacen en lloros al separarse de la madre, y se ven solos, en una piscina por lo general más grande, más fría... ¿Qué hacer, insistir, abandonar? «A veces les cuesta porque supone entrar en un medio desconocido, y pueden tener un freno emocional, pero si el técnico es experimentado hay que dejar al niño con él a solas, tendemos a sobreprotegerlo. El primer día no se meterá, el segundo tampoco, el tercero quizá aún no, pero el cuarto estará dentro porque los días anteriores ha estado viendo cómo se divierten los otros, aunque sea entre lágrimas. He enseñado a muchos a nadar, les ves venir y sabes cómo es cada uno, pero si he tenido 500, los 500 han aprendido. También sé que hay monitores que generan traumas, lo he visto, eso de tirar al niño al agua por la fuerza, pero... ¿qué estás haciendo? Hay que obligar en la disciplina, pero forzarle a entrar en un medio que puede parecerle inhóspito, no. Animar sí, nunca tirarlo o sumergirlo».

Además de a evitar ahogamientos, este deporte ayuda a los chavales a corregir posturas, espaldas desviadas, hombros hacia adelante... Y la disciplina promueve cambio de valores y de actitud. Es destacable el desarrollo simétrico que promueve en el cuerpo, ambos lados por igual, por contraposición al tenis, por ejemplo, que potencia un solo brazo. «Y ejercitas todo, tronco, piernas, brazos...».

Adultos sanos o con dolores

«Haga 80 largos en la piscina»

Cada vez más, los adultos se ven condenados a una vida sedentaria que produce lesiones por malas posturas en el trabajo, lumbalgias, problemas de cervicales... «Aquí tenemos la natación terapéutica, con ejercicios específicos. Tengo definidos más de 500, aparte de esos cuatro que son el crol, la braza, la espalda o la mariposa. El agua otorga libertad de movimientos con menos esfuerzo y, por tanto, hay menos dolor en la zona lesionada. Y la resistencia que ofrece el agua al mínimo movimiento permite trabajar toda la musculatura. Por eso es considerado uno de los deportes más completos que existen». Y si está sano, aconseja el médico, vaya y nade 2.000 metros (80 largos en una piscina de 25 metros) de forma regular.

Los más mayores

«Ayuda a calcificar»

La natación tiene una indicación especialmente importante en las mujeres que sufren osteoporosis tras la menopausia:«Ayuda a mejorar muchísimo su calcificación. Hay evidencias científicas, nadar ayuda a calcificar porque si tú estás nadando 40, 45 minutos, una hora, estás haciendo trabajar muchos músculos y estos tiran de los huesos, que calcifican». Añade que en el caso de sufrir obesidad será más llevadero el ejercicio en el agua por la flotación. Todo esto funciona también para los hombres, que pueden mejorar, por ejemplo, su artrosis. «Yo tengo la edad que tengo y si saliera a correr me haría daño –aclara el especialista–. Por eso elijo la natación, también voy en bici. Y en el confinamiento, no perdonaba mis hipopresivos, mi trabajo abdominal y de piernas». A sus pacientes más mayores les traslada la necesidad de incluir la natación en su vida: «He conseguido que algunos que tomaban veintidós pastillas diarias, las rebajaran a cinco en medio año, incluso a cero. ¿Sabes lo que significa para ellos? Porque yo soy médico, pero cuanta menos medicación te metas al cuerpo, mejor».

Para terminar, más noticias buenas; Lloret destaca el hecho de que «no haya en todo el mundo un solo reporte científico» de que el Covid-19 se haya transmitido en una piscina: «El cloro del agua mata al virus, imposibilita su propagación, y en el aire, con el cloro evaporado, pasa lo mismo. Aunque estés a 20 centímetros de otra persona, en el momento en que te sumerges, el virus está muerto. Otra cosa es tener cuidado en los vestuarios, ventilarlos, pero yo sería más flexible con los aforos».

Cuando una persona de70 kilos parece que pesa 5

El doctor Lloret Riera, que será el encargado de impartir en próximas fechas el I Curso de Especialista en Natación Terapéutica convocado por la Real Federación Española de Natación, destaca los beneficios de este deporte –«y de las actividades aeróbicas de bajo impacto como la elíptica, el step o el remo»– en tres ámbitos principalmente: cardiovascular, neoplásico (relacionado con los cánceres) y músculo-esquelético. En el primero de ellos, la natación puede «evitar la aparición o reducir la hipertensión, el exceso de colesterol y las diabetes», además de ser una forma de controlar la obesidad. En el aspecto neoplásico, asegura que «estudios recientes ya demuestran que existe una menor incidencia de cáncer en sujetos con una vida activa, porque nuestra constitución genética está preparada para la actividad física, pero la sociedad nos lleva al sedentarismo, que puede justificar la incidencia de cáncer que se observa en nuestros días. Se constatan, ya en la actualidad, variaciones genéticas a este nivel, y la natación nos ayudará a mejorar la circulación de todos los tejidos, la ventilación pulmonar, el tránsito intestinal, el gasto energético, la función inmune y la capacidad de reparación del ADN. Todos ellos tienen relación con el riesgo de padecer cáncer».

En cuanto al aspecto musculo-esquelético, Lloret Rivera señala que la natación procura una serie de beneficios «derivados de la hipogravitatoriedad acuática, que provoca una reducción del peso corporal cuando se está dentro del agua, de modo que una persona de 70 kilos llega a parecer que pesa solo 5. Este hecho permite trabajar con menor presión intervertebral, menor estrés articular y menos exceso de peso en los músculos y ligamentos de la columna vertebral». Especial importancia tiene este aspecto del peso en personas con discapacidades o hemiplejías. «Tengo un chaval de 20 años que está en silla de ruedas por un accidente y dentro del agua ya camina. Pues este chico dejará de necesitar la silla muy pronto».

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