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'Me llamo Legión'. Jesús sana a un hombre 'endemoniado', grabado de una Biblia publicada en Trnava (Eslovaquia) en 1937.
La lucha de un exorcista

La lucha de un exorcista

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Martes, 23 de febrero 2021, 00:03

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La religión cristiana cuenta con exorcistas que atienden a las personas que acuden a la Iglesia asegurando tener un problema con el demonio, creyendo que están poseídos por un ente que les está quitando la salud. Muchos piensan que se trata de personas con algún problema mental que necesitan ser tratados por un médico especialista, pero el obispo Manuel Adolfo Acuña (Argentina, 1962), un cura de la Iglesia Carismática Luterana Independiente –una rama del cristianismo–, afirma haber participado en más de 1.200 rituales en 18 años de «combate contra el maligno», y tiene claro lo contrario: «Creo profundamente que la acción del demonio está vigente» y que «continúa en su intento por causar daño, enfermedad y muerte, esto es, instalar el antirreino. Todo lo que expongo es real y hace cierta la afirmación de que la realidad supera a la ficción», dice en referencia a películas como 'El exorcista', que a, su juicio, muestra con bastante fidelidad cómo es la realidad de estos rituales.

Dice Acuña que con su libro 'Combate contra el mal. La realidad de los exorcismos' (ed. Luciérnaga) quiere demostrar «la existencia del bien y el mal», y lanzar un mensaje esperanzador, que «al mal se le puede vencer». Asegura haber presenciado todo tipo de manifestaciones típicas de las posesiones: levitación, la baba del demonio (una especie de vómito), dominio de lenguas muertas o extranjeras... «a excepción del giro de cabeza de 360 grados». Con esta premisa, es de esperar que su texto esté repleto de episodios sorprendentes y abrumadores que las mentes más científicas explicarían con un tratado de psiquiatría y que incluso a algunos creyentes les pueden resultar difíciles de creer. Como el caso de una mujer de 48 años que comenzó a reptar como una serpiente: «Con mis propios ojos pude ver cómo quebró todas las leyes físicas y comenzó a envolver las piernas del reverendo subiendo hacia él, sin hacer uso de las manos ni los brazos, que parecían pegados a su cuerpo, y sacando la lengua cual verdadera serpiente. ¡Lo rodeó como si no tuviera columna vertebral hasta quedar delante de él, perfectamente de pie y con el rostro casi pegado al del ministro de Dios!». ç

Manuel Adolfo Acuña dice haber sentido el compromiso con Dios con 10 años. La cadena National Geographic ha mostrado su labor. En 2019 participó en la Cumbre de Exorcistas en Roma.
Imagen - Manuel Adolfo Acuña dice haber sentido el compromiso con Dios con 10 años. La cadena National Geographic ha mostrado su labor. En 2019 participó en la Cumbre de Exorcistas en Roma.

Acuña afirma en las primeras páginas que todo lo que puede leerse «son experiencias reales», aun admitiendo que hay conceptos «que resultarán polémicos para muchos»: «Habrá quienes entiendan que he cruzado alguna línea dentro de los conceptos cristianos tradicionales. De hecho, soy consciente de que ciertas afirmaciones están reñidas con algunos pensadores más dogmáticos en el área de la teología, pero soy completamente sincero».

Clarividencia demoníaca

Sobre lo que el lector puede encontrar, ya avisa en el prólogo David Murgia, periodista de la Televisión Vaticana experto en exorcismo y satanismo y buen conocedor de Acuña: «En el mundo diabólico todo es tenebroso. Todo da miedo. Todo da escalofríos». Habla de personas que «tienen miedo de hablar de la pesadilla que están viviendo. Que no confiesan por vergüenza. Que tienen miedo de que se les considere locos. Las suyas son historias invisibles de dolor que parecen propias de una película de terror». También se refiere a los «ataques diabólicos» sufridos por el exorcista: «Unas manos grandes que a las tres de la mañana querían asfixiarlo».

Relata Acuña uno de los episodios que más le han sorprendido, de esos con los que detecta que lo que tiene ante él es, a su juicio, una posesión verdadera: «Abriendo los ojos me mira con una mirada penetrante y tenebrosa, y la mujer me dice sin titubear y enérgicamente: '¡Allí donde viajaste no está enterrado tu padre! Fuiste inútimente'. Un escalofrío recorrió mi espalda, pues a nadie le había contado de mi viaje a mi provincia natal en Argentina para encontrar la tumba de mi padre, a quien no veía desde que tenía tres años de edad. (...) Pero así actúa el demonio. ¡El padre de la mentira! (...) Con la evidencia de tal conocimiento de lo secreto, ante la clarividencia demoníaca, supe que estaba ante una mujer posesa».

También lo tuvo claro con otra joven que lo visitó en su consulta: «Mientras me hablaba, yo la veía frotarse los dedos de cada mano con el pulgar. Esa es la primera señal de una manifestación latente a causa de vejación maligna. Fue entonces que comencé a rezar mentalmente el Exorcismo preventivo. Ella interrumpió lo que estaba diciendo para ordenarme en fuerte tono: '¡Deje de decir eso!'. 'No he dicho nada', respondí». Acuña le entregó entonces bolígrafo y papel y cuenta que la mujer escribió el nombre de un diablo poco conocido. En ese momento se abalanzó contra él y con un fuerte golpe en la cara le saltó las gafas y le hirió en la nariz. «Me encontraba solo. Estiró los brazos como para agarrar mi cuello, me defendí y comencé a recitar en voz alta uno de los conjuros de ritual que conozco de memoria. Traté de sujetarla para hacerle la señal de la cruz en la frente, algo que muchas veces les resulta insoportable a los posesos. Gritó con una voz que no era la suya».

Una vez liberada –«aquel exorcismo me dolió hasta físicamente»–, nunca más supo Acuña de aquella mujer. Sin embargo, alrededor de cuatro años después, recibió en su consulta a otra que al tomar asiento le dijo: «Nos volvemos a ver, obispo». «Perdón, creo que este es nuestro primer encuentro, señora», respondió él. «Enseguida –prosigue el sacerdote– ella cogió el papel y el bolígrafo que había sobre mi escritorio y comenzó a escribir. Cuando me devolvió el papel, ustedes imaginarán mi sorpresa al leer el mismo e inolvidable nombre que había escrito aquella otra mujer años atrás. Y entonces ella dijo gritando: '¡Esta vez no te va a ser tan fácil, curita!'. Y se levantó para golpearme el rostro. Pero ya estaba prevenido y di un paso atrás antes de que lograra agredirme. ¡Comenzó la batalla en el nombre de Jesús!».

Se ha enfrentado también a espíritus, pues afirma que no siempre son demonios. Aquí la poseída era una bebé de cuatro meses; cuando el cura pidió al 'ocupante' que abandonara el cuerpo de la pequeña, «de la boca de esta salió claramente un 'no', a la vez que trataba de incorporarse en los brazos de su mamá. El esposo tuvo que sujetarla por los hombros en medio del espanto. 'No', repitió la niña. Hasta que de repente lloró con el llanto típico de una criatura. La niña era libre». Recuerda también a un joven de 25 años que había ingresado en una secta satánica y estaba «poseída por cinco demonios». Estas prácticas son, según el obispo, causa recurrente de posesión.

El caso de Laura: Legión

Ahora bien, el peor caso al que se ha enfrentado es el llamado 'El exorcismo de Laura', –aunque su nombre era Paula–, que fue grabado y retransmitido. Se trataba de una joven de 24 años que acudió a él después de haber sido tratada sin éxito de anorexia y esquizofrenia. «Decía que fuerzas oscuras la rodeaban y que voces de fuera de su cabeza le indicaban que se lastimara, así que comenzó a autolesionarse». Señala que en el psiquiátrico había sido atada a la cama de pies y manos y que al soltarla vieron en su espalda «rasguños como de garras que la cruzaban de lado a lado, algo imposible que se hubiera hecho a sí misma. Yo nunca había visto señales corporales como esas ni las he vuelto a ver», dice el obispo.

Recuerda Acuña que tenía una fuerza descomunal y hablaba en plural. «'¡No vas a poder con nosotros, padrecito!'», le decía. Y cuenta el cura: «¡El agua bendita le quemaba, al igual que la cruz cuando era colocada en el centro de su pecho! Los alaridos eran acompañados de intentos por morder con ferocidad a quienes le sujetaban por los brazos. ¡Se dio la vuelta incluso con tantas personas sujetándola y logró incorporar su torso elevándose más allá de las rodillas! Sabía que estaba con más de un demonio. '¡Lastímala a ella! Hazlo. ¡Lastima a Paula!', gritaba la chica con fuerza. Hablaba en tercera persona disfrutando de lo que pudiéramos hacerle a la joven. Supe que estaba frente a Legión, ¡el grupo de demonios que se le había presentado a Jesucristo en el endemoniado geraseno! (San Marcos 5:1-13)... En un momento del ritual creí que no podría seguir. Sal exorcizada, agua bendita y el sacramental del crucifijo eran tortura para esta multitud de demonios. «¡Legión, fuera. Vete a lugares secos y oscuros!, repetimos muchas veces. Y Paula fue libre para la Gloria de Dios». Su exorcismo fue visto por más de medio millón de personas en las redes sociales y, según confiesa en el libro el propio Acuña, Paula es hoy «su compañera de ruta»:«Ella me rescató a mí de la oscuridad de la soledad».

El Vaticano considera que el 98% tiene «problemas mentales»

El papa Francisco ha aludido varias veces a la necesidad de la Iglesia católica de seguir formando a exorcistas ante el «avance de la maldad en el mundo», que vincula a la «actividad de Satanás». El pontífice dijo en 2017 a los sacerdotes que «no deberían dudar» en recurrir a los exorcistas cuando noten «perturbaciones espirituales genuinas». A pesar de esto, la institución que él representa reconoce que la mayoría de las personas que acuden a ella en busca de ayuda asegurando que están poseídas tienen problemas psiquiátricos, y que solo considera realmente 'endemoniados' a un 2% o 3%.

Desde 2005, el Vaticano acoge anualmente un seminario para exorcistas de todo el mundo organizado por el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum, regido por los Legionarios de Cristo, donde en los últimos tiempos se habla, entre otras cosas, de que las redes sociales «pueden favorecer las prácticas satánicas, ritos ocultistas y portales dedicados a este ámbito que antes eran más difíciles de difundir». Aunque señalan que «no hace falta demonizar» estos canales de comunicación, se incluyen ponencias como 'Reconocer contenidos satánicos en los medios'.

El curso, de cinco días, suele acoger a unos 250 alumnos de medio centenar de países que pagan unos 400 euros cada uno:allí estudian la liturgia del exorcismo y las oraciones de liberación, abordan el tema de ángeles y de demonios, el catecismo, las simbologías y rituales... Además de religiosos, también acuden laicos como médicos, psiquiatras o docentes, que reciben un certificado para convertirse en 'exorcistas auxiliares', aunque solo los sacerdotes están autorizados a expulsar las presencias que consideran demonios. Los exorcistas católicos son los más conocidos, pero todas las ramas cristianas (protestantes, luteranos, ortodoxos...) y otras religiones como la musulmana o la hebrea también contemplan una figura similar.

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