«Ha habido un repunte brutal de trastornos emocionales y psiquiátricos durante la pandemia»
La psicóloga Rosa León destaca los cuadros de ansiedad, depresión y estrés postraumático, así como el aumento de pacientes jóvenes, de entre 18 y 35 años
Chema Ruiz España
GRANADA
Lunes, 17 de enero 2022, 00:05
La trascendencia de la covid-19 no solamente se mide en los registros diarios de contagios, ingresos y fallecimientos. Su huella traspasa lo tangible y tambalea los cimientos más profundos de las personas desde la llegada del virus, en especial desde el confinamiento. Rosa León (Ponferrada, 1958), lo comprueba a diario en su consulta, en la granadina calle Sancho Panza. Es psicóloga y reconoce que tanto ella como sus compañeros de profesión están «desbordados». «Estamos viendo un aumento de la incidencia de los trastornos emocionales y también de los trastornos psiquiátricos a lo largo de la pandemia. Desde luego, se ha visto un repunte brutal», afirma. Seis olas y 674 días han pasado desde que se decretó la reclusión nacional. Un lapso en el que se han disparado «problemas derivados del estrés, la ansiedad, trastornos adaptativos, estados depresivos y la agudización de otros trastornos».
«Sobre todo, es en la gente joven donde estamos viendo más incidencia», apunta León, quien matiza que «hay personas que no estaban especialmente mal antes de la pandemia y están desarrollando trastornos de ansiedad», así como pacientes «que ya padecían estos trastornos y se les han agudizado». Las causas, a su juicio, son los múltiples factores que acompañan a la situación pandémica. «La incertidumbre; todos los cambios de hábitos que ha habido durante estos casi dos años; la menor interacción social, que también ha habido; las dificultades con los estudios por los confinamientos; las clases online, las dificultades laborales también, viene gente que no tiene un trabajo fijo o estable, que se ha quedado en paro o en ERTE… Hay incertidumbre por todos lados», detalla.
Todo ello supone «una situación de estrés mantenido en el tiempo que deriva en problemas como la ansiedad, estados depresivos, agudización de fobias…, muchos problemas a nivel emocional». Estas, precisamente, serían las afecciones más comunes. «Tengo pacientes de todo tipo, pero creo que la mayoría viene por cuadros de ansiedad, con problemas de sueño, para concentrarse, de estado de ánimo depresivo. También hay mucha hipocondría», precisa. Otra consecuencia que sobresale es el cansancio. «Hay bastante fatiga, pero más que por lo acumulado, es por la incertidumbre, por no saber cuándo va a tener final esto. Hay mucha frustración en este sentido», sintetiza.
El perfil varía, tanto en función del momento como por las franjas de edad, según abunda Rosa León. «Primero, llegó a mi consulta personal sanitario que ha vivido el drama en primera persona, la saturación sanitaria, que ha tenido que atender a los pacientes, ha tenido que afrontar todas todas las condiciones de aislamiento y las muertes. Algunos han venido con cuadros de estrés postraumático y con cuadros de ansiedad bastante fuertes. Luego, también vinieron bastantes profesores. Pero, principalmente, a lo largo de toda la pandemia, sobre todo, lo que más me ha llamado la atención es que ha venido gente joven, estudiantes la mayoría», relata.
Pacientes jóvenes
Son personas menores de 35 años y que incluso llegan a rebajar los 18 las que componen a este último grupo. «Casi todos manifiestan cuadros de ansiedad, con síntomas de dificultad de sueño, de concentración, problemas de alimentación o tristeza. Principalmente, lo que estoy viendo en ellos es frustración, desesperación e inquietud, porque el cambio de hábitos ha sido brutal para ellos», explica, para seguidamente recordar que «están en edad de socialización, de crear sus objetivos y prepararse para el futuro, y, de pronto, todo eso cambia». Este aislamiento, en mayor o menor proporción, ha propiciado «manifiesten sensación de soledad», algo en lo que las redes sociales no han ayudado. «Pueden ser una bomba para la gente que no tiene una autoestima muy alta o una gran seguridad en sí mismos», aclara. «Es lo que más les ha pesado en todo este tiempo», apostilla.
La sexta onda pandémica todavía no ha permitido vislumbrar los daños psicológicos que puede llegar a producir. «No ha dado tiempo porque, normalmente, esto va detrás de las olas. Los pacientes tardan un poquito en venir porque siempre intentan, en primer lugar, gestionarlo por ellos mismos y, cuando ya ven que no pueden, es cuando vienen. No han empezado a venir cuando comenzó la covid, sino tiempo después», especifica. Además, influye el conflicto al que hagan frente, pues, por ejemplo, «los trastornos de estrés postraumático tardan en manifestarse». Ello propicia que sanitarios que padecen esta afección, generada durante la primera ola, estén pasando ahora por la consulta.
«Esta sexta onda coge a la gente un poco ya cansada, desesperada. Mi visión personal es que nos estamos todos relajando un poco. También tenemos todos más herramientas, después de los dos años que llevamos, y nos lo estamos tomando, quizás, sin tanto miedo o tanta angustia como en las primeras olas», analiza, para subrayar seguidamente que «llega un momento en el que se prioriza cubrir las necesidades básicas, como es la relación social o seguir con nuestras vidas, utilizar los recursos que se dejaron de utilizar por la pandemia». «Yo creo que la llegada de pacientes tras esta ola no será tan intensa como en las anteriores», vaticina.
Consecuencias futuras
La psicóloga no puede calcular cuánto tiempo, de media, requieren los pacientes atendidos durante la pandemia para superar sus problemas, siempre dependiendo de las circunstancias personales que les rodeen. Sí prevé que a algunos les queden secuelas psicológicas. «Sobre todo, en el personal sanitario que estoy tratando. El estrés postraumático es un trastorno a largo plazo. Además, creo que no se están viendo todas las secuelas porque esto no ha acabado y se van acumulando problemas. Hay mucha gente que todavía no ha pedido ayuda porque no ha parado», detalla. Espera, no obstante, que estas consecuencias menos visibles de la pandemia se traduzcan en el futuro en un refuerzo de los recursos destinados al tratamiento de la salud mental.
«Confío en que esto sirva para que se abra realmente un debate a nivel social y gubernamental acerca del problema que supone en nuestro país, ya en general, y en una época de crisis como la que estamos viviendo, en la que se han visto las debilidades de todo el sistema sanitario», expone Rosa León. «Faltan muchísimos recursos para atender a tanta gente. Ahora mismo, estamos todos los profesionales de salud mental desbordados, tanto en la seguridad social como en la privada», sentencia.
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