Un grupo de más de 250 jóvenes granadinos con destino Roma
Esta tarde-noche, un grupo de más de 250 jóvenes granadinos partirá desde el Seminario Mayor de San Cecilio, dispuestos a recorrer el camino hacia Roma para celebrar el Jubileo de los Jóvenes. Para la Vigilia de Oración con el Papa León XIV en Tor Vergata se espera la participación de aproximadamente un millón de peregrinos
Álvaro de la Torre Araus
Granada
Lunes, 28 de julio 2025, 10:36
Han pasado veinticinco años desde aquel memorable encuentro en la explanada de Tor Vergata, donde San Juan Pablo II reunió a miles de jóvenes del mundo entero para celebrar la fe y el deseo de construir un futuro mejor. Hoy, esa misma área, que ha sido testigo de tantos anhelos y sueños, está lista una vez más para convertirse en el corazón palpitante de una nueva generación. Entre el 28 de julio y el 3 de agosto, se llevará a cabo el Jubileo de los Jóvenes, presidido por el Papa León XIV, en un evento que promete resplandecer con el fervor y la esperanza de quienes buscan respuestas en un mundo cambiante.
Esta tarde-noche, un grupo de más de 250 jóvenes granadinos partirá desde el Seminario Mayor de San Cecilio, dispuestos a recorrer el camino hacia Roma, -llegarán el día 30 por la mañana. «Venimos como peregrinos, listos para encontrarnos con el Señor», comenta Luis Miguel Sánchez, delegado diocesano de Pastoral Juvenil. Desde la costa hasta la Alpujarra, pasando por los rincones más variados de la provincia, estos jóvenes se unirán a otros de España y el mundo, todos ellos con el lema «Peregrinos de esperanza». Los jóvenes han participado este fin de semana en la celebración de envío en el Monasterio de la Cartuja. Esta ceremonia, presidida por el Arzobispo de Granada, ha reunido a numerosos jóvenes de distintas parroquias y hermandades, marcando el inicio espiritual de una peregrinación que promete ser un encuentro de fe, comunión y alegría junto al Papa.
«Vamos a Roma para vivir una experiencia de fe única, para encontrarnos con jóvenes de todo el mundo y para acercarnos más a Dios en el corazón de la Iglesia. Queremos responder a la llamada del Papa a los jóvenes, compartir nuestra esperanza y renovar nuestro compromiso cristiano», explica Albert Jiménez, Vocal de Juventud de la cofradía de la Aurora.
En este sentido, el viaje es algo más que un simple traslado; representa una oportunidad para fortalecer los lazos entre ellos y para apoyar mutuamente su fe cristiana. Alvaro García, un joven cofrade, enfatiza que «porque nuestra fe se vive en Hermandad. Juntos caminamos, juntos crecemos y juntos damos testimonio». Este espíritu de comunidad es fundamental, ya que demuestra que los jóvenes cofrades están presentes y activos en la Iglesia, y que unidos son más fuertes, haciendo notar que su fe tiene cabida en un mundo que a menudo parece alejado de Dios.
Como cofrades, llevan consigo una rica tradición de fe y devoción que se vive intensamente en sus hermandades. Pedro Navas, Vocal de Juventud de la hermandad de Jesús Despojado, comparte cómo participar en el Jubileo es mostrar cómo sus raíces, sus Sagrados Titulares y sus manifestaciones públicas de fe también los conducen a Roma. Se trata de una forma de vivir el Evangelio desde su identidad, llevando lo que son y lo que creen a este encuentro con el Santo Padre.
25 años de un encentro para la historia
A medida que se acercan a esta celebración, es inevitable reflexionar sobre cómo ha cambiado el mundo desde el año 2000. En aquel entonces, San Juan Pablo II denunciaba las atrocidades del siglo XX, llenas de odio y guerras fratricidas. Hoy, sin embargo, León XIV enfrenta un panorama aún más fracturado. Los jóvenes se enfrentan a desafíos contemporáneos: la soledad digital que atrapa a muchos en un océano de conexiones superficiales, conflictos bélicos perdidos en el olvido que desgarran naciones, una crisis climática amenazante, injusticias económicas que perpetúan desigualdades y un creciente desencanto hacia las instituciones, incluida la Iglesia Católica.
Frente a esta realidad, el Jubileo de los Jóvenes no será solo una fiesta, sino un «mandato de misión». El llamado a la acción permanece vivo, resonando en el eco del mensaje de Juan Pablo II. «Es Jesús quien suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande», decía el Santo Padre en su momento. Ahora, ese mismo llamado resuena con fuerza, instando a cada joven a levantarse y actuar, a ser faros de esperanza en medio de la oscuridad.
Jornadas intensas llenas de esperanza
Al llegar a Roma, el Jubileo comenzará con actividades diseñadas para profundizar la experiencia espiritual. Durante los días 31 de julio y 1 de agosto, los jóvenes tendrán la oportunidad de pasar por las puertas santas de templos jubilares, plantando firmemente sus pies en la esencia de lo sagrado. Será un tiempo para dejarse abrazar por el amor infinito del Señor, recordando que en Él se encuentra la plenitud de la existencia.
Los momentos culminantes del Jubileo tendrán lugar en Tor Vergata, donde se celebrarán la vigilia y la Misa de envío con el Santo Padre los días 2 y 3 de agosto. Estas ceremonias serán puntos de conexión entre los jóvenes, donde compartirán historias, esperanzas y deseos, creando un profundo tejido de comunidad en torno a la fe. Serán jornadas intensas de oración y entrega, donde cada rostro reflejará el compromiso de construir un mundo más justo y solidario.
El Jubileo de los Jóvenes es, por tanto, una vibrante llamada al protagonismo de una nueva generación. La historia de la Iglesia no solo se escribe en las páginas del pasado, sino que se vive en el presente, en cada uno de estos jóvenes que están dispuestos a asumir el desafío de ser portadores de luz en tiempos de incertidumbre. Como decía san Juan Pablo II, el deseo de hacer de la vida algo grande sigue vivo, y es en este Jubileo donde se renueva con fuerza, impulsando a los jóvenes a ser testigos de esperanza y alegría en un mundo que clama por transformaciones profundas.
Así, el viaje hacia Roma no es solo un desplazamiento físico; es una peregrinación espiritual hacia el encuentro. En este contexto, Tor Vergata se erige como el escenario perfecto para el renacer de un espíritu misionero, donde el eco de la juventud se unirá al murmullo de las generaciones pasadas, creando un coro vibrante de renovación y amor.
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