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Álvaro de la Torre Araus
Granada
Jueves, 10 de abril 2025, 00:49
El pasado 7 de abril, en el corazón de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, comenzó uno de esos momentos que hacen que se encoja el alma y se llene el pecho de orgullo: el montaje de los pasos del Santísimo Cristo del Consuelo y de María Santísima del Sacromonte. IDEAL ha tenido el privilegio de vivir en primera persona cada instante de este hermoso proceso, un mecano de fe y arte que da forma a los altares portátiles que, el próximo Miércoles Santo, recorrerán las calles de Granada portando a los titulares de la hermandad de los Gitanos.
No es una tarea sencilla montar los pasos. Hacen falta manos sabias, corazones entregados y una complicidad tejida con los años. Porque aquí no se improvisa: se aprende de los mayores, se perfecciona con la experiencia y se transmite con cariño, como un legado sagrado que pasa de hermano a hermano. Cada tornillo, cada pieza, cada gesto tiene peso… porque el valor artístico y sentimental que encierran estas es incalculable. Pero donde hay ilusión, la carga se hace más ligera.
Durante estos días, la actividad en la iglesia es frenética, pero hermosa. Diez hermanos y hermanas, liderados por los priostes Alejandro Osorio y Roberto López, junto con los albaceas Eduardo de la Torre y Carlos Gálvez, dan forma a este milagro cotidiano. Y al frente de todos, con una entrega ejemplar, la hermana mayor, Elena Martínez, cuyo amor por su hermandad se convierte en guía y empuje. El proceso empieza revisando la parihuela, ese esqueleto de madera que sostiene toda la estructura del paso. Compuesta por seis patas -los llamados zancos- se precisa que todo esté en perfecto orden de revista.
Tras ello, se eleva el palio: las bambalinas, el techo bordado, las poleas… un ritual casi mágico que culmina con la colocación de los varales. Todo se hace con una precisión y cuidado reverencial, porque cada pieza no es solo un objeto, sino una ofrenda. Luego llega el turno de la peana y la candelería, atornilladas con mimo por manos expertas. Las piezas de orfebrería, previamente pulidas hasta brillar como el sol gracias al trabajo incansable de hermanos armados con decapadores, transforman el paso en un verdadero altar ambulante. Los faldones de terciopelo y bordados esconden lo terrenal y dan paso a lo celestial. Sobre ellos, los respiraderos de cobre permiten el paso del aire… pero también, parece, el de la emoción.
Porque si algo define a esta hermandad es su devoción, su amor por lo que representa y el cuidado exquisito de su patrimonio y su impronta única. Cuidar un paso es más que una responsabilidad: es una declaración de amor. El del Señor se limpia con pinceles, se elimina la cera con paciencia y se aplica oro fino con mimo para que luzca radiante. Todo forma parte de un ritual que conecta con el pasado, con la historia viva de una cofradía que nació un 14 de mayo de 1939, y que desde entonces ha sabido mantener viva la llama del sentimiento cofrade.
El Cristo del Consuelo, obra de José Risueño en 1698, es único. Antiguamente conocido como el Cristo de las Cuevas, es venerado en la Abadía del Sacromonte, igual que la copia que procesiona hoy gracias al talento del escultor Miguel Zúñiga Navarro, que entre 1987 y 1989 lo reprodujo con una fidelidad conmovedora.
A su lado, bajo palio, María Santísima del Sacromonte. Una imagen con historia, atribuida a Manuel González, que fue transformada en dolorosa de vestir en 1982 por el mismo Zúñiga. Desde entonces, camina con su pueblo, acogida bajo el cielo de su palio, como madre de los Gitanos, como consuelo y esperanza de todos.
Y así, paso a paso, se hace Semana Santa. Con amor, con arte, con entrega. Porque no es solo montar un paso: es levantar el alma de un barrio, de una ciudad, de un pueblo que, cuando llega la primavera, late al ritmo de una marcha, se estremece con el incienso y se arrodilla ante la belleza de lo sagrado y siente el calor de las hogueras. En Granada, cuando se alza un paso, no se levanta solo madera y metal… se eleva la fe de todo un pueblo.
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Ivia Ugalde, Josemi Benítez e Isabel Toledo
Inés Gallastegui | Granada
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