Un viaje de 100 años entre belleza natural del Cabo de Gata

Es uno de los enclaves más fotogénicos de Almería. Su ubicación acumula en Instagram más de 50.000 publicaciones en los últimos meses. Huele a mar, a sal y a naturaleza por partes iguales. Las Salinas de Cabo de Gata son un marco inigualable para visitar tanto en verano como el resto del año.

Se trata de la playa más larga del Parque Natural del Cabo de Gata. Sus cinco kilómetros de costa convierten a este espacio en un enclave sin aglomeraciones. Las pequeñas barcas de pescadores varadas en la arena convierten el entorno en una imagen digna de premio fotográfico. Quien pasa por esa recta carretera, aunque no se baje del coche, se enamora de este lugar. Incuso en verano se puede dejar el vehículo en el arcén y acceder a la que parece una playa virgen por las distintas plataformas de madera habilitadas.

A lo largo de la costa se puede ver una silueta esbelta y espigada. Llama la atención desde lejos. Se trata de uno de los iconos del Parque Natural del Cabo de Gata. Se trata de la Iglesia de Las Salinas. Se trata de un templo de principios del s. XX construido como consecuencia de la gran industria de extracción de la sal que ha existido durante muchos siglos en esta zona de Almería. Esta iglesia se encontraba en un avanzado estado de deterioro y en el año 2012 se terminó su restauración y se volvió a la actividad litúrgica. Una construcción que impresiona por su cercanía al mar y la belleza que le rodea.

Cerca de la iglesia se encuentra el conjunto salinero de Cabo de Gata, que fue uno de los más importantes del Mediterráneo. A principios de 1900 se creó una forma de vida nueva en este lugar. La gente nacía, hacía la comunión y se casaba en este enclave. La empresa encargada de la explotación creó un poblado para los trabajadores de la industria. Tampoco faltaba la escuela y la cantina. Un negocio que con el paso de los años bajó su frenética actividad.

A día de hoy, buena parte de las casa que formaban este poblado de Las Salinas siguen en pie. Adentrarse en sus calles es viajar cien años atrás. Algunas de estas casas siguen habitadas por los últimos moradores que se dedicaron a la industria de la sal. Un lugar con encanto que debería ponerse en valor y no perderse en el tiempo. El viajero que pone un pie allí comprende el motivo.

Las Salinas de Cabo de Gata, ubicadas junto a la localidad de Almadraba de Moteleva, tienen un valor ecológico incalculable. La mayoría de las especies que pasan por este enclave descansan de su viaje migratorio de Europa a África. Se han llegado a contabilidad hasta 100 aves distintas, entre las que destacan por su popularidad lo flamencos rosados.

Se trata de un entorno ideal para visitar en familia. Las Salinas tienen fácil acceso y cuentan con distintos caminos para ser recorridas en casi su totalidad. Además, en las zonas húmedas existen observatorios para poder contemplar a las distintas aves sin molestarlas. Un lugar para conocer y descubrir la majestuosidad que ofrece la naturaleza entre la diversidad del Parque Natural del Cabo de Gata.

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