Ruta por la desconocida cara norte de Sierra Nevada

La llegada del otoño y los múltiples colores que envuelven el lugar hacen que Aldeire reciba una gran cantidad de visitantes atraídos por los castaños y nogales de sus alrededores, así como por las oportunidades que ofrece el área recreativa de la Rosandrá y los senderos de la zona. Esto permite vivir y descubrir desde dentro la parte norte de Sierra Nevada, ya que, como indica el concejal de Cultura del municipio, Francisco Galiano, «es la gran desconocida de la comarca». Su principal atractivo, los castaños centenarios o incluso milenarios que rodean el lugar y que a día de hoy siguen teniendo distintos dueños, tal y como refleja en un libro que data de 1578. «Mucha gente del pueblo pasea por aquí y reconoce cuál es su árbol. Esta zona es un reclamo para todo aquel que le guste la fotografía, el senderismo o la naturaleza», ha afirmado Francisco. «Nuestro objetivo es potenciar y difundir un turismo de interior que hace unos cuatro años era prácticamente inexistente en el pueblo», ha añadido.

Unos gruesos troncos y sus ramas dan sombra al área recreativa de la Rosandrá, donde los visitantes de Aldeire descansan tras realizar las diversas rutas que ofrecen los 11 senderos con los que cuentan. Algunas mesas de madera ocupadas por familiares o parejas jóvenes se ubican próximas al río. Hace tres años, Miriam, procedente de Almería, acudió al lugar con sus tíos y desde entonces hace varias visitas todos los otoños. «Venimos a pasar el día con los amigos y con los perros. Por la mañana hacemos alguna ruta de senderismo y después nos quedamos por aquí a comer. La tranquilidad y el entorno son increíbles», ha explicado.

Aunque el Ayuntamiento de Aldeire cuenta con una página web donde ofrece información sobre las excursiones y las oportunidades que ofrecen, el boca a boca ha sido su mayor y mejor forma para darse a conocer. «Pretendemos hacer pasar a la gente un buen día para que quieran repetir. De esta forma, empezamos a extendernos por la comarca y por otros puntos para que nos visiten y empiecen a situarnos en el mapa. Este año están viniendo personas de Almería, Jaén, Málaga o incluso de Murcia». Este aumento de visitantes ha dado lugar a tener los bares del pueblo prácticamente llenos, llegando a tener cerca de 80 comensales más en un solo fin de semana. «Esto potencia la economía de todo Aldeire, ya que si la gente que viene necesita algo, lo va a comprar aquí».

A medida que uno asciende o pasea por los senderos, aumenta el frescor por la proximidad del río. Un frescor que se acompaña por el olor que emana de la mezcla entre mejorana y hierbabuena y donde lo único que rompe el silencio es el sonido del agua que discurre por su cauce y el de los pájaros que revolotean por la parte superior de los castaños. Ese es el ambiente que ofrecen los 11 senderos ubicados en las inmediaciones de Aldeire y para los que se ubica un punto de información los fines de semana. Además, desde el ayuntamiento adaptan las rutas organizadas a las posibilidades de las personas. «Ha llegado gente en silla de ruedas o con muletas. Hacemos dos grupos según las capacidades físicas de esas personas para que todos puedan disfrutar del entorno», ha explicado el concejal, pues él mismo es el encargado de orientar y realizar estas rutas a los visitantes los fines de semana. «Todo esto lo hacemos por Aldeire».

Entre los senderos disponibles, se encuentra la ruta de la Transnevada, compuesta por etapas con las que se puede llegar a Sierra Nevada y que es uno de los principales atractivos de la federación de montaña. También organizan otras actividades, como es el caso de las visitas a las históricas acequias del municipio y el pabellón deportivo ofrece la posibilidad de que los padres puedan dejar ahí a sus hijos mientras ellos realizan las rutas y los más pequeños puedan así practicar al pádel, pimpón o incluso con un rocódromo.

Su principal misión: concienciar a la gente y saber estar en el medio natural para llegar tanto a personas mayores como a jóvenes. «Nos adaptamos siempre al visitante, no son simples turistas. Cuando vienen a Aldeire, se convierten en uno más del pueblo».

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