Borrar
El museo de coches históricos de SEAT, en la nave A122 de Barcelona. Q. Ch.

Nuestras vidas sobre ruedas: el primer 600, la 'Patricia' y el 'Papamóvil'

Un recorrido por el museo de coches históricos de Seat permite también repasar la evolución de la sociedad española generación tras generación

Quico Chirino

Granada

Domingo, 27 de noviembre 2022, 10:18

Comenta

Mi primera profesora de inglés se llamaba Nena. Tampoco ella logró conmigo nada de provecho; aunque no fue culpa suya.

Sucede que las personas que nos guiaron en nuestra infancia siempre nos parecieron mayores. Transcurrían los años y tenían el mismo aspecto de estampa animada de cuadro de salón; no se despeinaban y la ropa no desentonaba con los tiempos porque aquellas vestimentas nunca llegaron a estar de moda. Como nosotros crecíamos, llegaba el momento en el que -por simple comparación- aquellos personajes ya no nos resultaban tan viejos.

Entro en la nave A122 de Seat en Barcelona, convertida en museo de vehículos históricos. Los coches quietos tienen aspecto de perros atados. Los motores no ladran y se dejan acariciar.

Recuerdo que Nena tenía un 600 blanco, el coche con el que la mujer se inició en la conducción en España. Y, además, hablaba inglés. Sospechábamos que debió haberlo aprendido en alguna parte.

Imagen del primer 600.
Imagen - Imagen del primer 600.

Hasta que los padres de mi generación empezaron a llevar a sus niños a clases particulares, manejar un idioma extranjero tampoco es que resultase demasiado útil en el pueblo. Mucho más práctico era aquel 600, que con las puertas suicidas que abrían al revés le daba suficiente independencia, aunque fuera para desplazarse hasta el nuevo supermercado sin depender del marido.

Decía el pliego de condiciones del 600 que estaba homologado para cuatro viajeros y podía alcanzar los cien kilómetros por hora; pero este país nunca ha sido de seguir a rajatabla las normas. Algunos privilegiados tenían un remolque que pesaba la mitad que el coche.

El 600 del 57 costó 65.000 pesetas, el equivalente a más de tres años de salario de un español medio -de los españoles medios que tenían trabajo, se sobreentiende-. El último que se produjo en el 73 salía por quince mil duros, tres cuartas partes del sueldo anual. El campo mental de los niños de mi generación abarcaba hasta los veinte mil duros; cuarenta mil si eras de clase alta.

Un 600 con remolque.

La historia de una sociedad también se puede contar a través de sus coches. Los que tuvimos y, sobre todo, los que veíamos aparcados en las calles que transitábamos de niño. En aquella época, los coches siempre estaban estacionados en el mismo sitio.

En verano llamaba la atención cuando llegaba el 1.500, el coche de los taxistas de Barcelona, que venía con las puertas amarillas sobre el chasis negro; la cicatriz de los charnegos. Cuando un emigrante progresaba, en su pueblo se le pasaba a considerar forastero. ¡Cómo fastidia cuando te dicen que se te ha pegado el acento del lugar de destino! Mucho más que las banderas, la identidad está en las zetas, la hache aspirada y las vocales abiertas como trapos tendidos al sol.

Un 1500 y, de fondo, el coche un millón, que se sorteó entre los empleados. Al que le tocó, prefierió el dinero para no tener que asumir el impuesto.

Pero en el pueblo teníamos ese absurdo orgullo del conformismo. Preferíamos el cuatro latas al que había que rellenar el agua cuando se calentaba, al taxi del que se bajaban los otros niños que venían con los emigrantes catalanes.

Imagen -

El 600 también tenía versión furgoneta; la del repartidor de cerveza y la casera que bebía el abuelo únicamente en verano. Había otra para trasladar a los famosos y le llamaban la 'Patricia', pero solo la habíamos visto en alguna ocasión por la tele. Contaban que Salvador Dalí tenía una.

El 132 era el coche de los ministros y la clase media ya se manejaba con el 127. El Spyder y el 'bocanegra' nos parecían coches de vividores y gente de mal vivir -que no son necesariamente los mismos- y fantaseamos con tener uno de ellos algún día; sin saber que, a diferencia de lo que sucede con las personas, los coches de nuestra infancia siempre los veíamos modernos, pero pasaban los años, nosotros aún nos pensábamos jóvenes, y, sin embargo, a aquellos coches ya los encontrábamos viejos.

Sucede que los coches envejecen mejor que los humanos. Porque con el paso del tiempo se convierten en clásicos. Algo que les sucede ocurre a muy pocas personas.

Una 'Patricia'; el 'Papamóvil' y el primer coche del actual Rey. Q. Ch.
Imagen principal - Una 'Patricia'; el 'Papamóvil' y el primer coche del actual Rey.
Imagen secundaria 1 - Una 'Patricia'; el 'Papamóvil' y el primer coche del actual Rey.
Imagen secundaria 2 - Una 'Patricia'; el 'Papamóvil' y el primer coche del actual Rey.
Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal Nuestras vidas sobre ruedas: el primer 600, la 'Patricia' y el 'Papamóvil'

Museo coches históricos de Seat | El primer 600, la 'Patricia' y el 'Papamóvil'