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Marga junto a sus compañeros de la biblioteca de la Facultad de Educación de la UGR. Ariel C. Rojas
Universidad de Granada

Marga, el alma de la biblioteca

Tras 32 años custodiando libros, manuales y juegos en el archivo de esta Facultad, Margarita Ramírez es ya un icono de la UGR, donde espera seguir un curso más al haber aplazado su jubilación

Domingo, 15 de junio 2025, 00:05

Más allá de alumnos y profesores, la Universidad de Granada la integran otras personas que, aunque pueden pasar más desapercibidas en el día a día, son ejes fundamentales de esta comunidad. Muchos ni siquiera conocerán sus nombres, pero sí sus caras. Saben dónde suelen estar, a qué horas y, sobre todo, que en ellas pueden encontrar una mano amiga. Siempre pueden contar, por ejemplo, con Marga, quien desde 1993 custodia libros, manuales y juegos de todo tipo en la Biblioteca de la Facultad de Educación, que está en el campus de Cartuja y donde hoy es jefa de servicio.

Refugio de tantos que buscan concentrarse, estudiar o simplemente relajarse un rato, este archivo se ha convertido en la segunda casa de Margarita Ramírez Reyes estos 32 años, aunque su relación con la UGR empezó antes, allá por 1985. «Pasé por otros sitios primero y luego saqué la oposición. Llegué a la biblioteca de Educación cuando aún estaba en el otro edificio y era solo una sala», recuerda. En 2009, se construyó el bloque de tres plantas y un sótano en el que se encuentra hoy. Allí pasa sus días, de 8.00 a 15.00 horas.

Como jefa de servicio, Marga está convencida de que la biblioteca debe ser «una herramienta social». Ariel C. Rojas

Un grupo de profesores de Polonia visitaba las instalaciones el día que IDEAL acompañó a Marga –así la llaman todos aquí– en su jornada. Según ella, la biblioteca de Educación suele ser una «parada obligatoria» cuando se trata de invitados de la UGR. A los polacos, los recibió con esa sonrisa que tanto la caracteriza y los brazos abiertos. Como a ellos, a cada persona que cruza la puerta. Aunque lo primero que se encuentra el visitante es el mostrador de información, ella sigue haciendo su magia desde un despacho en la zona de dirección. Su puerta siempre está abierta. Más allá de gestionar al personal –son 14– la jefa de servicio de la biblioteca debe asegurarse de «que no falte de nada».

«Hay que intentar que, para quienes vengan, el trabajo sea lo mejor posible, que no falten materiales, que no estén incómodos»

«Hay que intentar que, para quienes vengan, el trabajo sea lo mejor posible, que no falten materiales, que no estén incómodos. Para eso, es muy importante tener una buena relación con el equipo de gobierno de la facultad. En nuestro caso, ha mejorado mucho con el paso de los años. Influye en todo, desde la compra de un lápiz hasta ampliar estanterías», explica. También se encarga de que los estudiantes tengan siempre a su disposición los libros que necesitan. Y si el requerido no está catalogado, lo pide de inmediato. «Nos debemos al estudiantado», afirma.

Un pequeño secreto

En la biblioteca de Educación de la Universidad de Granada hay material que se puede solicitar tanto a través del mostrador de préstamo como en la máquina de autopréstamo. Pero Marga esconde aquí un pequeño secreto. Y es que la máquina... ¡está desenchufada! «Quiero que los universitarios se acerquen a nosotros, que nos conozcan y nos pregunten sus dudas, que nos digan qué necesitan. Nosotros les damos la solución», asegura. Para ella, es «importante» fomentar las relaciones humanas en un mundo impregnado de tecnología.

Los miembros de la comunidad universitaria pueden llevarse manuales y temario de oposiciones –que los hay a mansalva–, pero también las últimas novelas que se han publicado. Esto último «fue idea de un compañero, que propuso exponerlas». Están en la segunda planta, donde hay salas de estudio y habitualmente reina el silencio. En la primera, hay «otra vida». A un lado, una sala para trabajar en grupo; al otro, ordenadores para acceder a recursos electrónicos y una mesa alargada repleta de juegos.

En los descansos y fines de semana, los juegos vuelan. Tienen desde el Candy Crash hasta el Bingo. Ariel C. Rojas

Así es. Sobre tableros verdes descansaban el tres en raya y el parchís, pero estos no son los únicos entretenimientos que ofrece la biblioteca de Educación. Tienen Bingo, Candy Crash, Catán, Boom, Conectados... Pero el favoritísimo de los universitarios es, sin lugar a dudas, el UNO. «Cuando se cansan de estudiar se ponen a jugar a las cartas para descansar. A veces, se quedan aquí en las mesas y otras, se los llevan fuera para que les de el aire. Los profesores también piden juegos para jugar con amigos y gamilia el fin de semana. Los viernes por la tarde salen como churros», asegura.

En la sala de literatura infantil y juvenil, que cuenta con más de 17.000 volúmenes, se guardan decenas de estuches de cintas de VHS. Por iniciativa de otro trabajador, Marga y su equipo empezaron a reciclarlas como muestrario 'fantasma' de las opciones que se pueden tomar prestadas (los juegos en sí están guardados). Según la jefa de servicio, el objetivo es que la biblioteca sea «una herramienta social». «Tenemos que hacer que los jóvenes de alejen un poco de TikTok, de Instagram, del móvil en definitiva. Tenemos que estar presentes en su vida personal también».

Marga, a la derecha, con su equipo de la biblioteca de la facultad de Educación. Ariel C. Rojas

Planes de futuro

«Esta es la biblioteca que ofrece mayor formación, puede que po ser Educación, pero siempre está presente», dice Marga. Organizan charlas y cursos y van a las aulas a enseñar dónde están, qué hacen y cómo pueden ayudar. Están «muy encima» de los estudiantes, a los que pronto abrirán una bricoteca –prestarán todo tipo de material para trabajos y manualidades que piden en el Grado– y un laboratorio de educación inclusiva. «Estos son nuestros planes de futuro. No doy un paso sin consultarlo con mi equipo», admite.

«Mientras esté bien de la cabeza y de las piernas, quiero estar aquí. Esta es mi casa»

Pero Marga también tiene otro plan: continuar al mando de la biblioteca de Educación, en principio, un año más. En realidad, tenía que jubilarse este próximo 10 de junio, pero ha decidido aplazarlo. «Mientras esté bien de la cabeza y de las piernas, quiero estar aquí. Esta es mi casa», subraya esta mujer, que, a estas alturas, lleva ya toda una vida dedicada a la UGR.

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