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José Enrique celebra eufórico el gol del Mancha Real corriendo toda una banda para estrechar las manos a sus aficionados.

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José Enrique celebra eufórico el gol del Mancha Real corriendo toda una banda para estrechar las manos a sus aficionados. RAMÓN L. PÉREZ
Desde la grada

Una vergüenza en medio de una fiesta

Ambiente ·

En torno a un centenar de aficionados del Granada acuden hasta Mancha Real para presenciar la eliminación de su equipo y la euforia rival

José Ignacio Cejudo

Enviado especial en Mancha Real

Viernes, 17 de diciembre 2021, 01:49

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Sucedió lo que solo unos pocos imaginaban, ya fuese soñado o temido, y el Granada fue eliminado en el Estadio de la Juventud de Mancha Real ante un conjunto de Segunda RFEF, cuarta categoría nacional. «Esto es increíble, nos lo creemos porque lo hemos vivido en la grada, pero aún nos cuesta. Jamás imaginamos que el equipo del pueblo pudiese eliminar a uno de Primera división», celebraban Juan y Jesús, eufóricos, a la salida del modesto polideportivo de la localidad jienense.

Apenas se entró en el minuto 90, la megafonía empezó a pedir:«Por favor, no invadan el terreno de juego». A nadie se le pasaba por la cabeza que el Granada pudiese forzar la prórroga, probablemente porque apenas dio la sensación de que fuese capaz de hacerlo pese a su colección de ocasiones, en un encuentro fantasmagórico de los rojiblancos sin que sirva de excusa el césped artificial de La Juventud. La misma persona que pedía prudencia en esos instantes finales no pudo cortarse más apenas unos segundos después, aunque aún corría el balón: «¡Vamos, vamos, vamos!». Hasta directivos, con americana y bufandas, golpeaban la chapa y gritaban a las gradas por el arreón final.

Aficionados del Granada, en la grada de La Juventud. RAMÓN L. PÉREZ
Imagen principal - Aficionados del Granada, en la grada de La Juventud.
Imagen secundaria 1 - Aficionados del Granada, en la grada de La Juventud.
Imagen secundaria 2 - Aficionados del Granada, en la grada de La Juventud.

Mancha Real, localidad de 11.322 habitantes, vivió una auténtica fiesta del fútbol que contrastó con la vergüenza que sintieron en torno a un centenar de aficionados rojiblancos desplazados desde ambas provincias limítrofes, Granada y Jaén. Los rostros eran de incredulidad, desde Robert Moreno a los integrantes de su cuerpo técnico –junto a quienes se sentó el capitán Víctor Díaz, fuera de la convocatoria– pasando por los futbolistas que participaron. Tanto Luis Milla como Luis Suárez, que calentaron desde la media hora para ingresar junto a Darwin Machís en la pausa vivieron en tensión cada acción desde fuera del terreno de juego con insistentes protestas al juez de línea.

La desesperación de unos era la felicidad de otros. Los aficionados del Atlético Mancha Real creían que era posible eliminar al Granada y llevaron a su equipo en volandas, convertida La Juventud en un viejo Calderón al grito de «¡Atleeeeti, Atleeeeti!». Mientras se jugaba, se rifaba un jamón «clásico de La Juventud», tanto como el «famoso chorizo» de la cantina al que también incitó la megafonía por el descanso del encuentro. La charanga no paraba. Algunos hinchas del Granada, jóvenes y entusiastas, pedían a su equipo una reacción desde el buen humor: «¡Que venimos del Zaidín, Montoro! ¡Déjanos las llaves del Tesla!».

Sin embargo, también hubo granadinistas que se alegraron por el Atlético Mancha Real, como Cristóbal y Sandra, una joven pareja de Alhendín, ambos abonados al Granada y empleados en el negocio familiar 'Pollo y pizzas' de Ogíjares. «Es bonito que se lleve esta alegría un equipo tan modesto. Fue un ambiente espectacular, hizo el partido único y especial», apuntaron. Compartieron ese consuelo en una pandilla de rojiblancos llegados desde la localidad jienense de Huelma, muy próxima a Granada. «Somos muy aficionados y nos hacía mucha ilusión venir al partido porque nosotros mismos estamos hartos de jugar con el equipo juvenil de nuestro pueblo en La Juventud y ver ahora al Granada y con las gradas llenas es una pasada», expresaron Pablo, Pedro, José, Miguel y Hugo, el único para el que no era suficiente con la alegría para su tierra. Cerca de ellos, pero sin bufandas, se sentaron Claudia, Eva y Noelia, de trece años y aficionadas al Mancha Real. Creían en la hazaña desde el principio: «Confiábamos en dar la sorpresa y el equipo ha respondido, teníamos que apoyarle por ser el de nuestro pueblo y lo hacemos siempre, no solo contra el Granada».

Quienes sí acabaron chafados fueron Juan y Quique, granadinistas que acudieron desde Mallorca «expresamente para el partido y tras visitar la Alhambra y la ciudad un par de días». «Decepciona, pero es que estos partidos no son tan fáciles», se encogieron. La indignación fue absoluta para Miguel, un hincha que esperó a Robert Moreno a la salida para, justo antes de subirse al autobús de vuelta y tras hacerse selfis con aficionados locales, espetarle: «En derrotas como esta hay que mandar a los 22 jugadores a saludar a la afición en el campo, que no cuesta nada. Nos han pintado la cara. Algunos ya habíamos visto aquí al Granada en Tercera. En Primera y en Europa League nos gusta a todos colgarnos medallas, pero había que aguantar el chaparrón porque si vosotros estáos jodidos nosotros más aún». Fue Luis Suárez quien llamó a sus compañeros a saludar a los aficionados en un fondo tras el partido, pero solo encontró respuesta en Jorge Molina, Aarón Escandell, Luis Milla y Luís Maximiano, que allí acudieron.

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