Mallorca, una isla del tesoro para el Granada
Logros rojiblancos ·
No pierde allí desde 1984, consiguió en Mallorca los ascensos de 1968 y 2019, y una última victoria que le dejó a las puertas de EuropaFran Rodríguez
Granada
Viernes, 6 de mayo 2022, 00:18
El Granada visita este fin de semana Mallorca en la que es la gran final de esta recta final del calendario, con ambos conjuntos jugándose la vida y necesitando los tres puntos para encarar con optimismo los últimos tres partidos. Los rojiblancos viajarán con la confianza que da depender de sí mismos y un puñado de buenos recuerdos cosechados precisamente en Son Moix. Y es que para el Granada, Mallorca ha sido últimamente su particular Isla del Tesoro.
Las dos últimas grandes alegrías del granadinismo tuvieron el estadio de los demonios bermellones como lugar clave. La categoría que se pretende salvar ahora se ganó allí, con el Mallorca de anfitrión pero invitado a la fiesta del Granada. El ascenso a Primera estaba al alcance de la mano tras una victoria colosal en Albacete seguida de un gatillazo de época ante el Cádiz en casa. El conjunto rojiblanco voló hacia Mallorca para disputar el partido en un atípico martes. La muerte de José Antonio Reyes, por aquel entonces jugador activo del Extremadura, conmocionó al fútbol español –y a una gran parte de la plantilla rojiblanca, muy ligada al Sevilla– y aplazó en bloque la jornada. En una tarde con olor a fútbol de antaño y los transistores encendidos, los de Diego Martínez jugaron con un ojo en el campo y otro en el Albacete-Málaga. Los costasoleños silenciaron el Belmonte con un triunfo 1-2 que dejaba al Granada a un solo paso de la élite. Un gol de cabeza de San Emeterio empató el tanto inicial de Salva Sevilla y consumó el ascenso a Primera.
Curioso es el caso de Álex Pozo, que lloró de alegría con el ascenso nazarí y de pena por el descenso bermellón un año después
No se rindió el Mallorca, que subiría en el 'play off' apenas unas semanas después, reencontrándose con el Granada en la máxima división nacional. El partido de la segunda vuelta, en plena pandemia y ante un estadio vacío, fue un choque de destinos. Los rojiblancos llegaban a esa penúltima jornada como la gran revelación del curso, muy por encima de cualquier expectativa. Estuvo a unos minutos de jugar su segunda final de Copa del Rey y en Liga los de Diego Martínez se habían mantenido rondando los diez primeros puestos. Aunque la hazaña de entrar en Europa League parecía improbable, las matemáticas mantenían vivo un sueño terriblemente ambicioso. Por su parte, los bermellones sí habían tenido la temporada que todos esperaban, batiéndose el cobre en los puestos más bajos de la categoría.
El partido era a todo o nada para el Mallorca. El Granada había cumplido de sobra, pero la historia aguardaba sin nada más que perder que una bonita oportunidad. Se notó que los locales se jugaban la vida y una gran jugada de Kubo sirvió para que Cucho Hernández adelantara a los baleares, que tenían que ganar para mantenerse.
Los de Diego Martínez se sacudieron la tirantez gracias al golpe, empezaron a llegarle a Reina y Víctor Díaz, con una gran volea, lo igualó justo antes del descanso. Carlos Fernández, tocado por una varita esa campaña, dio la vuelta al partido en el 68' y selló medio pase del Granada a la Europa League –días después, una carambola de resultados y la goleada al Athletic concedió el prefijo 'Euro' al Granada– mientras que la aventura en Primera se hacía ceniza en las manos de los locales. Las lágrimas de los mallorquines, consumado su descenso, contrastaban con las que un año antes habían derramado de alegría los ahora verdugos.
Quiso el fútbol que Álex Pozo viviese las dos caras de la moneda, brillante miembro del ascenso nazarí en 2019 y revulsivo eficaz pero insuficiente en el Mallorca descendido en 2020. Todavía quedan jugadores en el plantel de Karanka que vivieron aquellos dos duelos: Germán, Quini, Víctor Díaz, Montoro, Puertas y Aarón.
Una dulce derrota
Ninguno de los jugadores de este Granada sabe lo que es perder como rojiblanco en Mallorca. Con ambos clubes en Primera, solo se han disputado cinco duelos: el Granada venció en tres, empató en uno y perdió el primero, en 1961. Y es que para encontrar la última derrota granadina allí hay que remontarse a 1984, cuando el equipo de Nando Yosu voló de vuelta a la ciudad de la Alhambra con un sonrojante 5-0 encajado en Segunda.
En esa categoría hubo muchas más victorias para los mallorquinistas, aunque una fue especialmente dulce para los granadinos. Fue un 1-0 en la última jornada del curso 1967/68. La historia granadinista volvió a citarse en el Lluis Sitjar. El Granada visitaba a los baleares con el liderato del grupo sur de Segunda en sus manos. Vencer era certificar un nuevo ascenso; perder, dejarlo a merced del Calvo Sotelo, que jugaba en Cádiz.
Cuentan las crónicas de ese partido que el Mallorca, a pesar de no jugarse nada, salió con todo y se encontró con un Granada formidable al que solo le faltó puntería. En el minuto 23, tras una buena galopada de los locales, Cifré batió a Ñito, obligando a los granadinistas a sufrir y a los jugadores de rayas (aún verticales) a volcar su ataque sin demasiada fortuna. Por suerte, el Cádiz ganaba al Calvo Sotelo y el Granada subió.
Solo un año después –pero dos campañas más tarde–, el Mallorca acompañó al Granada en Primera, dejando para el recuerdo uno de los encuentros más locos en la historia del club rojiblanco. Un 4-6 más propio del tenis que logró el embrión del 'Matagigantes en 1969. Ya estaban Barrios (autor de tres goles), Vicente (hizo otros dos), Ñito, Fernández o Martos entre otros. Se gestaba de nuevo en Mallorca un equipo que marcaría una época, bañando de oro aquella década de los 70.
Aquella dulce derrota, la goleada preludio de los 70, el último ascenso a Primera, la constatación de que era posible pasear la 'eterna lucha' por el Viejo Continente... Hazañas todas realizadas por equipos de leyenda que demostraron que «las cosas no se dicen, porque haciéndolas se dicen solas». Frase que se grabó a fuego en la piel de muchos de los futbolistas que ahora luchan por no perder el terreno ganado en estos tres últimos años. El mapa hacia el tesoro de la salvación no deja lugar a la duda. La brújula ya apunta a Mallorca.
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