«El PAOK es un grande de Grecia que quiere jugar como un grande»

Cuando en el mundo del fútbol se habla de los equipos griegos suelen referirse cualidades como la pasión, la agresividad y la valentía dentro de un juego directo, enardecido sobre todo por unos hinchas exaltados. Lo saben bien Íñigo López y Lucas Alcaraz, dos 'ex' del Granada que se sentirán siempre vinculados con el equipo rojiblanco, el jugador porque vivió en Los Cármenes tres temporadas de una de las mejores etapas de su vida y el entrenador granadino porque tiene al club como a una madre. Ambos están familiarizados con el PAOK, el primer rival que visitará el estadio del Zaidín en la Europa League; Íñigo López defendió sus colores durante seis meses, mientras que Lucas Alcaraz dirigió al Aris, su eterno rival en Salónica, aún por menos tiempo. Precisamente porque recibió la llamada del equipo de su vida.

«El PAOK es un grande de Grecia que quiere jugar como un grande y presionará arriba; no será fácil para el Granada», advierten tanto Íñigo López como Lucas Alcaraz, quienes, aun así, creen que en condiciones normales los rojiblancos «no deberían tener problemas» de jugar a su mejor nivel. Quien fuese central del conjunto nazarí entre 2010 y 2013 recuerda, de hecho, que la razón que le llevó a cambiar precisamente al Granada por el PAOK aquel verano, rechazando una oferta de renovación sobre la mesa de Quique Pina, fue la ambición del nuevo propietario Ivan Savvidis, georgiano con raíces en Salónica y popular por invadir el terreno de juego tras un partido con una pistola colgada del cinturón dos años atrás por un gol decisivo anulado en el 90'.

«Ya por entonces se estaba iniciando un proyecto muy bonito que ahora se ha consolidado. Me hablaron muy bien del equipo y di el paso, ¿por qué no decirlo?, porque la oferta económica era muy buena», se sincera Íñigo López. «Debuté en la élite gracias al Granada con 27 años en Segunda y con 28 en Primera, pero los años anteriores en Segunda B no daban para ahorrar», comenta el defensor ya jubilado, con su nombre ahora manchado por el 'caso Oikos'. «La obsesión del propietario era ganar la Liga, que ya lo consiguió, y entrar en la Champions, que es en lo que lleva un par de años quedándose a las puertas», contextualiza Íñigo López, que no tuvo apenas protagonismo en aquellos dos meses. «Me perdí la pretemporada por una infección en una uña y el equipo lo ganaba prácticamente todo en Liga. Tuve pocas oportunidades y en enero me surgió la opción de volver a España cedido en el Celta. Más tarde, en verano, me ofrecieron una buena rescisión para ir al Córdoba en Primera», valora, satisfecho por la experiencia personal en Grecia.

«Sigo teniendo relación con gente del club como utilleros o acomodadores para los extranjeros y siguen muy contentos. Ya no queda ningún jugador de mi época, aunque empujé a Crespo para irse allí. El Granada es superior al PAOK sobre el papel, pero los partidos hay que jugarlos», recuerda Íñigo López, que califica a su exequipo como un conjunto «peleón y correoso, acostumbrado a llevar la iniciativa en una Liga de la que es un grande», ya que el rival de la mayoría de equipos es «similar a los de Segunda española».

«No creo que el PAOK cambie su forma de jugar en Granada, pero el empate contra el Omonia le obliga a buscar los puntos y no hay que recordar que en la previa de Champions se cargó al Benfica y al Besiktas», subraya Íñigo López, quien aun así mantiene que «el Granada debería imponerse», encantado como «un granadinista más» con el equipo de Diego Martínez, a quien ve capaz de «hacer frente a cualquier rival en España e incluso en toda Europa a un partido». «Disfruté del partido a cara de perro con el Getafe de Bordalás. Me recordó a la eliminatoria contra el Elche…», deja caer el exrojiblanco, héroe del ascenso de Segunda a Primera en 2011.

Lucas Alcaraz recorrió el camino inverso a Íñigo López seis meses antes, de Salónica a Granada. No llevaba ni dos meses en el Aris, eterno rival del PAOK en la ciudad, cuando Quique Pina le llamó para que relevase a Anquela en Los Cármenes. «Entonces la realidad del Aris era otra, porque estaba intervenido, pero luego cambió de dueño y ahora ha adelantado al PAOK, que debe convivir con esa realidad y necesita reivindicarse constantemente como el primer equipo de la ciudad», atiende el granadino, ahora en paro tras ser cesado al frente del Albacete.

«El PAOK es un equipo que siempre juega previas de Champions pero que en los últimos años no es capaz de colarse. El empate con el Omonia le hará llegar a Los Cármenes con bastante necesidad de ganar», observa Lucas Alcaraz, convencido de que los rojiblancos «sólo se tienen que preocupar de ellos mismos». «Estoy convencido de que Álvaro García –analista– ha estudiado al PAOK y lo sabe todo, pero el Granada casi siempre juega el partido que el propio Granada propone porque su estado de forma le hace someter a cualquier rival», alaba a los de Diego Martínez. «No obstante, será un partido complicado porque en Europa no se permiten licencias ni malas noches. Los griegos son equipos muy verticales y el entrenador del PAOK –Abel Ferreira– trabaja bien; suele jugar con tres arriba y laterales profundos. Confío en que el Granada lo sacará adelante», espera.

Lo que sí impresionó tanto a Lucas Alcaraz como a Íñigo López de Grecia fue, precisamente, lo que quizás se pierda el Granada en su próxima visita a 'La Tumba' del PAOK. «Es la afición más caliente de toda Grecia», sostiene el exjugador, a quien tocó jugar «muchos partidos a puerta cerrada en Europa por sanciones por bengalas, que sí se permiten en la Liga». «No paran en los 90 minutos, es impresionante».