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Mikel Rico encara a Yangel Herrera. P. V. / GCF

Falta de ritmo frente a la carga de minutos

Muchos suplentes tuvieron que actuar en Huesca no solo para preservar jugadores para Nápoles, sino para evitar perder a varios intocables durante semanas

Rafael Lamelas

GRANADA

Martes, 23 de febrero 2021, 00:39

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La intensidad es un concepto algo vago mediante el cual se pretende explicar muchos de los acontecimientos que suceden en el fútbol. Todo parece fruto de ella, obviando un análisis más exhaustivo del juego, pero para alcanzarla hay que tener algo más que predisposición y actitud. La falta de ritmo por haber jugado poco, la carencia de confianza por llevar mucho tiempo sin experimentar buenas sensaciones sobre el césped, los déficits de concentración en ciertas situaciones críticas y, tal vez, un pobre nivel individual de serie por parte de ciertos futbolistas que vistieron la camiseta rojiblanca en Huesca sepultaron cualquier opción de victoria del Granada en El Alcoraz frente al colista. Faltó intensidad también, pero no es algo que siempre se pueda forzar.

La mayoría de los que se ajustaron este domingo a algunas de estas carencias mencionadas, o a varias de ellas, son suplentes habituales en los planes del entrenador. Entre ellos, están los recién llegados en el mercado de invierno. Uno, Adrián Marín, venía del más completo ostracismo en el Alavés y se le nota, aparte de que por sus condiciones nunca haya brillado por ser un candado atrás durante su carrera y necesite el particular proceso de 'tuneo' por parte de Diego Martínez.

El otro, Domingos Quina, había pasado varias semanas lesionado en el Watford antes de aterrizar. De hecho, apuraba el proceso de recuperación a su llegada. Mostró calidad al comienzo pero luego se cayó, sin energía. Otros simplemente han entrado poco en los planes del vigués cuando ha tenido abanico de elección, como Nehuén Pérez o Fede Vico. Este último no está inscrito en la lista europea.

Hay un contraste entre el cordobés que lideraba la mediapunta del equipo en Segunda y el que deparó aquella terrible lesión en la planta del pie. Pese a algún fogonazo, no ha vuelto a ser el mismo, o bien la exigencia de Primera le eleva demasiado el listón y las prestaciones actuales no le alcanzan. En cualquier caso, algunas de sus pérdidas de balón en ataque fueron impropias de un futbolista técnicamente interesante, pero al que no le salió nada.

Atrás, fue gravoso ver errores graves en las marcas, pues el Huesca hizo dos de sus goles mediante el balón parado. Coyunturas algo más estáticas donde lo importante es no perder a quien se cubre o proteger bien una zona de influencia. Nehuén, Adrián Marín, Eteki o Foulquier no se activaron como debían y la losa pesó sobremanera. El francés era de los pocos que repetían con respecto al triunfo del pasado jueves.

Diego Martínez rotó mucho en tierras oscenses, de más para algunos aficionados, pero no solo tuvo la intención de preservar futbolistas para Nápoles. Lo hizo también para evitar perder durante varias semanas a algunos de los que se quedaron en el banquillo o actuaron menos tiempo y venían del desgaste en el encuentro de ida de dieciseisavos de la UEL.

La dinámica de disputar dos partidos a la semana por norma empieza a ser difícil de soportar para un vestuario poco habituado a semejante esfuerzo y en el que, como es evidente en cualquier club y más en uno modesto, hay una diferencia clara entre los que tienen más protagonismo en los esquemas respecto a los que forman parte del fondo del banquillo. A ello hay que añadir que sigue habiendo bajas de consideración, como las de Luis Suárez, Roberto Soldado, Luis Milla o Quini. Por eso Puertas tuvo que hacer de referencia. Forzar más a Molina, el único delantero centro disponible, se presentaba como contraproducente.

Hay decisiones de los técnicos que no solo están amparadas por sus impresiones o estrategias, sino por la pura ciencia. Cada deportista tiene un estudio minucioso de características y rendimiento que permite calcular, con ligero margen de error, cuándo va pasado de minutos y se empieza a adentrar en una zona clara de riesgo de lesión. Por supuesto, a veces se asume esta posibilidad y el jugador no se 'rompe', pero en otras se cumple el frío pronóstico, con mayor o menor gravedad. No es lo mismo partir de titular que salir como refresco. Menos minutos reduce la posibilidad de malestar, pero a veces no se puede evitar. Ahí está el ejemplo notorio de Yangel Herrera. Un centrocampista de una capacidad física mayúscula, pero cuyo cuerpo dijo basta en menos de un cuarto de hora. Había sido uno de los relevos del segundo acto, pero tuvo que ser sustituido de inmediato. El cuerpo técnico asumió esta posibilidad porque, con 3-2, detectó la opción de revertir el resultado en contra. Salió mal.

Dos caras distintas

El Granada tiene dos caras distintas a día de hoy. Una, la continental, resplandeciente, con un 2-0 para la vuelta en el Diego Armando Maradona que eleva sus opciones de pase a octavos de la UEL. La otra, algo más erosionada, la de la Liga española, con seis jornadas ya sin ganar, aunque su peor imagen llegó en la fecha más reciente. Diego Martínez se hartó de pedir incorporaciones en la ventana de enero. Jugadores que pudieron aportar desde ya, lo que requería que hubieran tenido cierta continuidad en sus clubes de origen. No pudo ser así y la dirección deportiva, tras alguna discrepancia con la propiedad, atrajo lo que pudo en los últimos días con el mercado abierto. Tal vez Marín evolucione y Quina tenga acabe deslumbrando conforme se ruede, pero ahora mismo la competición les atropella. También les pasa a otros que a lo mejor se han sentido algo marginados y les cuesta conectarse. Los habrá fatigados o que simplemente tuvieron una tarde aciaga.

El panorama es el que es y tampoco da como para escandalizarse. El Granada está noveno en la clasificación, con 30 puntos, nueve de margen respecto al tercero por la cola, que es el Elche, el próximo visitante de Los Cármenes, el próximo domingo. Llegará tras lo de Nápoles, fiesta o entierro, y a los rojiblancos les tocará doblar turno o volver a tirar de interinos. Es la disyuntiva frecuente de esta temporada sobrecargada, en la que el equipo lleva más encuentros, 39, que los que tiene un campeonato convencional en Primera división.

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Granada CF | Falta de ritmo frente a la carga de minutos