Los goles del Pichichi
PORTA ·
El maño Enrique Porta, máximo goleador de Primera en la temporada 71/72 con el Granada, rememora aquella etapa míticaEnrique Porta es una figura indispensable para un especial que glosa la historia del Granada como este. Historia viva, porque a Porta le invaden los retazos de la juventud cuando rememora los tiempos en los que vestía de corto. Desde Zaragoza, atiende a IDEAL por videollamada, justo delante de una estantería llena de recuerdos, con fotos de su carrera, alusiones a su etapa como rojiblanco y distintos trofeos. Entre ellos, el de Pichichi, conseguido en la temporada 1971-1972. «No dejo de ser un jugador más de la historia del Granada, aunque aquel año hicimos historia. Está siendo superada por el actual equipo, que está haciendo una magnífica temporada», concede.
Sus comienzos fueron duros, pues no contaba en demasía. Llegó en 1968 procedente del Huesca. Llevaba con la portería entre ceja y ceja desde niño, pero tardaron en concederle la oportunidad que buscaba. «En mi primer año en el Granada, jugué muy pocos partidos. Cuando me sacaban, me ponían a marcar al delantero contrario. No podía desarrollar mis habilidades. En mi segundo año, pasé voluntariamente al Recreativo, el filial. Arranqué tarde, pues no estuve en los primeros partidos, pero aun así acabé como máximo goleador. Mantenía la puntería en los entrenamientos, pero cada técnico tenía su manera de ver las cosas y seguía pasando desapercibido para el primer equipo».
Todo varió en 1971. «Empecé la temporada y no iba ni convocado. Cuando tuve oportunidad, gracias a Dios vinieron los goles y firmamos un año inolvidable. Conseguí el título de Pichichi, algo que no hubiera sido posible si no es por la ayuda de mis compañeros. Teníamos un muy buen equipo en el que todos éramos grandes amigos».
En aquella campaña para enmarcar, en la que había 18 equipos en Primera, por lo que solo se disputaban 34 jornadas, Porta no participó en las tres primeras fechas. Salió en los minutos finales en Las Palmas, en el cuarto encuentro del ejercicio, y desde entonces ya se hizo con la titularidad. Formó una sociedad prolífica con Barrios, un delantero más corpulento que le ayudaba abriendo espacios, «pero no era solo eso». «Teníamos una serie de compañeros fenomenales, desde los extremos a la portería, en la que había dos grandes como Izcoa y Ñito (recientemente fallecido)». «Nuestra delantera tenía calidad y contábamos con un centro del campo de gente trabajadora que nos sostenía. En casa podíamos atacar con muchos futbolistas y eso nos daba ventaja».
A aquel ciclo histórico se le ha querido ensombrecer desde ciertas tribunas por el empleo de la violencia, sobre todo tras aquel incidente en el que Pedro Fernández lesionó al madridista Amancio Amaro. Una fama que Porta repudia, «porque para empezar, en ese conflicto entre Fernández y Amancio, fue Amancio el primero que empezó en un partido anterior, en Madrid, en el que Fernández salió en camilla». «No vamos a decir que no hubiera partidos duros, pero así era el fútbol de la época. También nos pegaban cuando íbamos por ahí», reflexiona, al tiempo que aporta un dato sobre otro de los futbolistas que arrastraba un historial negro, como era Aguirre Suárez. «Él formaba parte del Granada, pero el no estuvo en algunas de las más brillantes victorias de aquella época. Sin él, jugábamos bien y ganábamos a rivales importantes».
«Teníamos un muy buen equipo en el que todos éramos grandes amigos»
Enrique Porta
La felicidad sigue presente cuando bucea entre aquellos recuerdos. «Ni pensaba en ser máximo goleador, ni los contaba al principio. Salía a marcar y ya está. No estaba incrédulo ante lo que sucedía porque estaba habituado a meter goles. Iban cayendo uno detrás de otro y, como no había ninguno que me alcanzara, pues quedé el primero», sonríe. «Veinte era una cifra importante para un equipo modesto como era el Granada», argumenta. Y eso que no tiraba ni penaltis ni lanzaba faltas. «Yo no le pegaba fuerte a la pelota. Mis virguerías eran todas dentro del área. No chutaba bien, pero es que aparte nos pitaron pocos penaltis. El especialista era Vicente, un fenómeno», explica.
Comparar a Enrique Porta con un delantero del presente no es sencillo. A él mismo le cuesta. «Nadie es igual que otro. En aquel entonces, me querían asemejar con el alemán Gerd 'Torpedo' Müller, que era más musculoso que yo, pero que también aprovechaba bien las circunstancias dentro del área sin tener mucha altura. Salvando las distancias, claro».
Se deshace en elogios hacia sus compañeros en ataque, aquella vanguardia que conformaba junto a Lasa, Barrios, Fontela y Vicente. «Los extremos, sobre todo Vicente, eran fundamentales. En vez de pies, parecía que tenía manos. Su técnica era difícil de igualar», subraya.
Hay quien tiene mirada larga y ve similitudes en el aspecto colectivista del Granada de los 70 y el actual. «He estado en unas pocas ocasiones con Diego Martínez y ha sido fundamental en todo ello. Es un entrenador que compenetra a los jugadores y que consigue que no se note tanto si actúa uno u otro. Todos dan la cara y no hay problemas entre compañeros. Nosotros éramos amigos. Cuando salíamos de entrenar, nos íbamos juntos a tomar unas cañas».
Sus palabras finales se las dedica a la afición del Granada. «Quisiera que me recordaran, más que como un jugador mítico, como una persona entrañable dentro del fútbol», se sincera. «En el fondo, soy un granadino más». Uno que con sus goles contribuyó a la mejor época del club hasta la llegada de la etapa moderna actual.
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