Darwin Machís se reconecta al Granada
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El venezolano empieza a aportar al equipo como refresco tras el descanso después de haberse sentido fuera en febrero, con un pie en la MLSEstuvo muchas semanas con la cabeza en otra parte, muy lejos –concretamente, a casi siete mil kilómetros–, pero Darwin Machís parece haber aterrizado al fin de vuelta al Granada. El 'avioncito' venezolano está culminando su reconexión al equipo y ya empieza a aportarle sobre el terreno de juego algunas de las virtudes que le convierten en el futbolista más desequilibrante de la plantilla. Alegre por naturaleza, aunque los sucesos que impidieron en invierno su marcha al Charlotte de la MLS norteamericana le enturbiaron el rostro, el de Tucupita se encuentra cada vez más implicado en la meta que ahora mismo le incumbe: la permanencia del Granada en Primera división.
Se aprecia en el día a día del equipo, más comunicativo con sus compañeros y el resto de personal del club en la Ciudad Deportiva, consciente de la amenaza real a la que se enfrenta la entidad que le dio su primera oportunidad en Europa y a la que regresó en tres ocasiones, cuatro si se cuenta su frustrada salida el pasado mes de febrero. Ya vestía incluso la vestimenta del Charlotte y se ejercitaba en sus instalaciones, pero sus cuentas pendientes con la Justicia en España por su presunta implicación en un altercado en Churriana de la Vega impidieron que la transferencia se completase. Fue difícil de asimilar para todos –tanto para él como para sus compañeros y la propia dirección del Granada, que ya contaba con su venta por algo más de cuatro millones de euros–, pero ahora Darwin Machís quiere revalorizarse como futbolista, hablando sobre el terreno de juego, que es donde él prefiere hacerlo.
Tras dos semanas en Estados Unidos después de haber jugado los que pensó que serían sus veinte últimos minutos con el Granada en la triste derrota contra Osasuna en Los Cármenes, Darwin Machís se reincorporó al equipo tras haberse perdido los partidos ante Real Madrid y Real Sociedad en los que los rojiblancos volvieron a hincar la rodilla. La fortuna no fue distinta frente al Villarreal, de vuelta al Zaidín, ya con el venezolano en la ciudad pero sin citar por Robert Moreno. «Volverá a ser uno más cuando esté centrado al 100%, no aún. Lo marcará él», justificó al anunciar que no contaba con él antes de ese encuentro. Cambió de idea nueve días después, contra el Cádiz en el mismo escenario.
Robert Moreno sentía ya próxima la amenaza del despido y, con un jugador menos al descanso tras la expulsión de Domingos Duarte y un ambiente depresivo en Los Cármenes, el entrenador decidió dar entrada a Darwin Machís para iniciar la segunda mitad. Recibido con aplausos por la grada, como a una última esperanza, terminó desesperando a algunos aficionados por la pesadez que mostró en sus movimientos tras varias semanas de inactividad competitiva y desconexión mental. Tampoco tuvo excesivo protagonismo en la jornada siguiente, cuando jugó media hora en la derrota en Mestalla que supuso la destitución del catalán.
Desde cero con Torrecilla
Muchos jugadores de la plantilla empezaron de cero con Rubén Torrecilla como interino, y Darwin Machís fue uno de ellos. Esa nueva vida en el equipo, no obstante, no le ha llevado aún hacia la titularidad. Volvió a disfrutar de media hora contra el Elche en Los Cármenes, pero tampoco propició el caudal ofensivo que los rojiblancos precisaban para levantar el decisivo tanto de Fidel a los diez minutos. Sí tuvo una participación determinante una semana después en Vitoria.
Apenas faltaban diez minutos para el final del partido y el Alavés vencía al Granada tras remontar el gol de Sergio Escudero. Rubén Torrecilla reclamó a dos hombres que calentaban en la banda: Darwin Machís y Matías Arezo. Ya esperaban de corto a entrar cuando Antonio Puertas rubricó el empate. El entrenador sentó de nuevo al uruguayo y llamó en su lugar a Eteki, pero mantuvo su apuesta por el venezolano. En una de sus primeras acciones, tiró un desmarque al espacio entre el central y el lateral derecho que vio Milla y, tras liberarse del abrazo de Laguardia, tensó un envío raso perfecto para que su amigo Luis Suárez volviera a dar la vuelta al marcador. El colombiano le buscó para atribuirle el mérito y darle las gracias señalándole y luego se echó a llorar.
Su propia redención
No brotaron lágrimas de los ojos de Darwin Machís, pero también él se redimió. Lo necesitaba, pero aún no se da por satisfecho. Contra el Rayo, como un mes atrás frente al Cádiz, volvió a ingresar en el descanso para revertir un partido que parecía sentenciado y probablemente lo estaba. Aún falto de la frescura de sus mejore días, en los que parecía imposible frenarle por la potencia que añadía a sus movimientos, el venezolano se puso a centrar con la diestra, a pie cambiado, desde la banda izquierda que siempre fue suya.
Sus caramelos al área generaron algunas de las mejores ocasiones del Granada en el partido y él mismo tuvo la más clara en una carrera larguísima, desde su propio campo, tras un taconazo de Arezo al espacio. Se plantó ante Dimitrievski pero, exhausto, apenas imprimió fuerza a su definición. Un gol es lo que le falta. Nadie tiene más ganas que él. Ayer, no faltó entre los jugadores que felicitaron al club por su 91 aniversario. «Felices 91 años, granadinistas. Eterna lucha», escribió en sus redes sociales, con fotografías de las celebraciones de sus goles al Atlético de Madrid en Los Cármenes esta temporada y al PSV Eindhoven, en el Philips Stadium, la pasada. Desea volar de nuevo.
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