Un derbi andaluz al filo de la navaja
Tablas ·
Dos tantos de rebote de Arzamendia y Jorge Molina y muchas acciones controvertidas ponen picante a un partido en el que ambos equipos y sus técnicos se jugaban muchoNunca fueron sencillas las visitas del Granada a Cádiz y tampoco lo iba a ser esta. Ambos equipos se jugaban mucho, también sus entrenadores, y la tensión se palpó desde el primer momento. Fue un derbi andaluz cargado de roces y con escaso fútbol en el que los dos únicos goles llegaron de rebote, tanto el de Arzamendia al desviar hacia atrás Torrente como el de Jorge Molina al tocar primero en Akapo y luego en Álex Fernández. Entre uno y otro hubo una ristra de acciones al límite, también el propio gol cadista al patear Fali a Puertas.
Robert Moreno y su plantilla volaron a primera hora de Granada a Jerez de la Frontera y unas horas después fueron en torno a un centenar de aficionados quienes siguieron sus pasos en carretera, algunos en sus vehículos particulares y muchos en un autobús gracias al desplazamiento organizado por la asociación de peñas G19. Las visitas a los vecinos no son siempre agradables y en el Nuevo Mirandilla había demasiado en disputa como para hacer amigos. El Cádiz quería salir del descenso que marca y poner a su par al Granada, que anhelaba despegarse; pasaron muchas cosas y, al final, todo siguió igual que estaba.
No habían pasado ni cinco minutos de partido y Luis Milla ya reordenaba a los suyos como alma que lleva el diablo, tal que si en vez de estrellas viese cruces invertidas como en la plaza del Carmen granadina. El Cádiz salió a arrollar y catapultó tres saques de esquina al área en los primeros compases del derbi. Al madrileño, que no se encontró hasta el final, tampoco le acompañaba Maxime Gonalons, que desesperó a su entrenador al punto de sustituirle al descanso pese a la devoción futbolística que le profesa. Balón que tocaba, balón que perdía, en medio de los muchos robos cadistas seguidos de transiciones.
El 'Choco' Lozano se las mantuvo tiesas con Germán aunque siempre prefirió medirse con el joven Torrente y una simulación ante un leve codazo del gaditano le procuró una tarjeta amarilla que desató las primeras hostilidades. Milla se acercó a a recriminárselo con el dedo por delante y varios cadistas acudieron a defender a su delantero. Minutos después, Lozano llegó tarde a una pugna con Gonalons y Quini mandó el balón fuera para que Ortiz Arias le enseñase la segunda amarilla, pero hizo caso omiso y el propio Choco incitó a sus compañeros a que no devolviesen el balón.
Robert, al límite
La posible falta de Fali sobre Puertas en la antesala del gol de Arzamendia enfadó muchísimo a Robert Moreno, a cuya zona se acercó el almeriense para mostrar al línea y al cuarto árbitro la marca por la patada. No dejó de comerle la oreja el entrenador del Granada al responsable del banderín desde entonces, siendo advertido por Ortiz Arias antes del descanso. Antes del intermedio, Luis Suárez pidió al colegiado que no se dejase influir por el público enfervorecido ante una falta sobre Álex Fernández y Antonio Puertas, aún herido, le protestó que abortase un contraataque rojiblanco con el tiempo añadido cumplido tras permitir un saque de esquina al Cádiz.
Las polémicas siguieron en el segundo acto, en el que se pidieron dos penaltis. El primero lo reclamó Luis Suárez, tras un centro de Carlos Bacca en un buen movimiento de su compatriota que no acertó a embocar porque Jonsson le estorbó lo suficiente, al filo del penalti al rozarle con los tacos el pie. Aunque se quedó dolorido, Ortiz Arias desestimó la visita al televisor. Tampoco le hizo falta ante una caída de 'Choco' Lozano frente a Raúl Torrente, que se anticipó con limpieza a escasos metros de Luís Maximiano mientras el delantero se dejaba caer.
Incidentes entre aficiones
Sin embargo, y pese a tanta desgracia, Robert Moreno volvió a cantar un empate, que no una victoria. Celebró un nuevo tanto de Jorge Molina en el último suspiro con los puños en alto y corriendo hacia el interior del campo, resbalando por el césped y golpeando la hierba como un niño grande. Su felicidad fue la de los rojiblancos desplazados hasta el Nuevo Mirandilla, que pese a todo no tuvieron la fiesta en paz. Según denunciaron varios aficionados en las redes sociales, la seguridad del estadio les urgió para que lo abandonasen y se toparon con hinchas del Cádiz a la salida. Hubo algunos incidentes verbales y algún botellazo, pero la sangre no llegó al río.
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