Sandoval logra que no se dejen ir
Aislado de lo clasificatorio, el Granada actual expone lo que tiene y puntuó en un campo hostil a pesar del virus que afectó a parte de la plantilla
El Granada puede descender la próxima jornada si pierde contra Osasuna y se dan una serie de resultados favorables entre los rivales que encuentra por delante. Quedarán entonces cinco partidos en los que dirimir sus opciones de quedar al menos antepenúltimo si el Cádiz se despista y, sobre todo, evitar que el Almería le mande al puesto de colista. En el contexto histórico, tratará de mejorar a aquellos rojiblancos de la 16/17 que bajaron a Segunda con solo 20 puntos. Pero lo que nadie cuestiona es que el destino está escrito, se retrase o no, y que el conjunto nazarí dará con sus huesos en la Liga Hypermotion. Sin embargo, el ambiente, al menos en torno al equipo en sí, no está tan viciado como hace unas cuantas semanas, cuando el entrenador todavía era Medina.
El buen hacer momentáneo de José Ramón Sandoval no está en que haya recortado la distancia con respecto a la permanencia, pues se ha agravado, sino que ha logrado su propósito de aislar al vestuario de lo clasificatorio y que la escuadra se suelte un poco y exponga los valores que tiene. Puntuar en un campo hostil como San Mamés fue el premio a ese esfuerzo colectivo, en unas circunstancias poco propicias, con un virus que irrumpió con virulencia entre la plantilla desde el inicio de la semana y que dejó tocados a varios integrantes.
Sandoval no ha dedicado el tiempo a quejarse y sí a conjurar a los suyos para que lograran algo en su visita al Athletic Club. Fue un empate forjado en una genialidad inicial de Gumbau que derivó en un planteamiento defensivo cargado de implicación grupal, unido al desacierto en los últimos metros de los bilbaínos en algunas llegadas claras.
Lo de Sandoval es una terapia con la que abandonar la categoría con decoro y comprobar el grado de implicación de ciertos elementos, así como su nivel. Las probaturas prosiguen con ciertos fichajes invernales. Aunque unos llegaron con rendimiento inmediato, casos de Augusto Batalla y Bruno Méndez, ahora está mostrando una evolución Kamil Józwiak, una de las inversiones en enero, tras el pago del 200.000 euros al Charlotte. El que pareció un movimiento exótico, quizás acabe justificando su llegada.
Los rojiblancos han asentado varias certezas que al menos les están dejando competir. Portería, defensa y centro del campo se consolidan. Se altera la vanguardia, pero solo por bajas forzosas. La de Pellistri, por el virus estomacal, la cubrió Antonio Puertas, que no destacó en exceso, pero se fajó. La de Uzuni la asumió Gonzalo Villar como enganche, demasiado adelantado para lo que a él le gusta. Se bajó al descanso para que Ricard improvisara de extremo y así ayudar a Bruno con Nico Williams.
Lo que sí quedó claro que, aunque Sandoval está tratando de meter a todos en la dinámica, muestra preferencias. Matías Arezo no le ha dado aún lo que busca porque lo normal hubiera sido que él ocupara la baja inicial del albanés. El técnico tiró de Corbeanu y Maouassa en el tramo final, pero no se enchufaron en demasía, muy despistado el francés.
En su presentación, la directiva justificó el relevo en el banquillo por exprimir aún las opciones de salvación, pero en especial para dignificar el trabajo y el escudo de la entidad. Este objetivo sí parece factible. Otra cosa es que altere la hoja de ruta prevista. Matteo Tognozzi sigue estudiando perfiles de entrenadores que sugerir a la comisión deportiva para emprender el resurgir en Segunda. Lo que tampoco se pretende es difundir el 'casting' en directo por respeto a quien ha propiciado que el Granada deje la pose esperpéntica.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión