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Javier Martín
Yo soy de pueblo

La paz de Cristina junto a la pantera

Una veterinaria de caballos crea un albergue de animales en Ventas de Huelma: en el pueblo han vuelto a cantar los gallos

Laura Ubago

Granada

Viernes, 22 de agosto 2025, 23:20

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En Sueños del Temple, el albergue de animales de Cristina, son todos muy cariñosos salvo Manolito. Los caballos acarician con la cabeza, los chotillos Heidi y Clara buscan abrazos pero el pavo –Manuel, para los enemigos–, con su cuello rojo bermellón, defiende a sus crías que todavía no han roto el cascarón a golpe de ala. Aquello es un paraíso a pocos metros de del parque empresarial del Escúzar. Mientras se aceleran las partículas en la Citai, en este refugio solo hay paz y movimientos al ralentí y mucho amor en forma de curas, de caricias y de biberones para los más pequeños.

Cristina Fernández (52 años) es de Málaga y llegó a Ventas de Huelma casi por casualidad. Es veterinaria y la contrataron para trabajar en el centro canino Delagos. Pensó en vivir por allí cerca y después vino todo rorado. Especialista en caballos su vida es recorrerse la provincia para ayudar a estos animales a superar adversidades. Le encanta su trabajo y cogió una casa con terreno desde la que se ve la iglesia del pueblo y se escuchan las campanas.

Ella también ha aportado mucho al paisaje sonoro de Ventas de Huelma. Ahora los vecinos escuchan sus gallos, sus burros, el relinchar de sus caballos o el guarrear de sus cerdos vietnamitas. Cristina está feliz en este hábitat. Le ha cambiado la sonrisa.

Mira a su alrededor y se siente totalmente integrada en el pueblo. Es más, no para de inventar. Ya saca sus animales para hacer de paje real o resucita la feria del ganado, que llevaba medio siglo sin celebrarse. Además planea que su albergue sea una granja escuela y los niños puedan disfrutar de esa maravilla de arca de Noe, donde todo el que va recibe cariño desinteresado.

«Llegué aquí por casualidades de la vida. La verdad, es que las casas son más baratas que en la capital y la calidad de vida es mucho mejor y al final, he acabado aquí». Tiene un refugio de caballos en Ventas de Huelma. Allí llegan animales desahuciados, maltratados y abandonados y Cristina les da un hogar en el que renacer.

Cuando acaba la ronda de caballos enfermos por el Área Metropolitana, por Motril y hasta por Baza, Cristina corre a su refugio para dar de comer y beber a los animales. Ha llegado a tener hasta 30 caballos. Entre ellos hay potrillos, y algunos super mayores como el Abu o el Yayo. Los cuida hasta el final y cada uno de los sacrificios obligados les duelen en el alma. También hay animales exóticos que encontró el Seprona por Pinos Puente, como el pavo real que abre sus plumas en ese paraíso de Ventas de Huelma. Este, es el pueblo de la pantera, una anécdota de hace años que Crisitina recuerda con humor. Se encuentran por el pueblo con el alcalde y planean hacer actividades para la gente del pueblo. En 2020, un vecino creyó ver una pantera y Ventas de Huelma se asustó. Resultó ser un gato negro y gordo y ahora hay una escultura de una pantera junto al Ayuntamiento.

600 vecinos

También hay un abrebadero para los burros. Cristina recorre las calles con la burra Margarita. Enseña los lugares emblemáticos, las esquinas con encanto, el silencio del calor a las dos de la tarde en un municipio azotado por el exilio de los vecinos. Hay unos 600 vecinos y Cristina, desde 2022, engrosa la lista de residentes en Ventas.

Está feliz. «Venirme a un pueblo ha sido lo mejor que he hecho en mi vida», dice súper contenta.

Se le llena la boca hablando de sus vecinos, del buen ambiente, de la luz y las campanas.

Cristina se sabe el nombre de todos sus caballos. Sus historias, Sus sentimientos. De hecho hay gente que va allí a suavizar sus cicatrices. «Hacen aquí coachig de caballos y también sientan muy bien a gente con discapacidad».

Cristina está feliz en Ventas de Huelma. Habla con los vecinos, y planea crear una granja escuela (ya está hecha) porque no hay subvenciones y los animales se llevan unos 3.000 euros al mes solo en comida.

Su ilusión es abrir las puertas de Sueños del Temple a niños, mayores, amantes de los animales. El placer de estar entre caballos es una sensación única que se puede vivir en Ventas de Huelma, donde el cencerro de la burra Margarita se fusiona con las campanas del pueblo. Hay paz. Hay luz. Hay sonidos que no son de ciudad y vecinos que compartir las calles como familia.

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