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Hillary y su marido Bill Clinton, ante el Rey Juan Carlos en el Mirador de San Nicolás. RAMÓN L. PÉREZ

El vuelvo a Granada de Clinton, 25 años después

El presidente de los Estados Unidos de América regresó emocionado en julio de 1997 a la ciudad que había conocido 29 años atrás en un viaje de mochila, carretera y manta. Lo que ocurrió ya es leyenda

Carlos Morán

Granada

Domingo, 10 de julio 2022

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Hace ahora 25 años que Bill Clinton la lió parda en el Albaicín. Llegó el jueves 9 de julio de 1997 y se fue el viernes. El entonces hombre más poderoso del mundo volvió a Granada –como canta el maestro Miguel Ríos–, la ciudad que había conocido 29 años atrás en un viaje de mochila, carretera y manta. El presidente de los Estados Unidos de América regresaba a un pasado del que nunca quiso ni pudo alejarse. Inmerso en complejas tribulaciones personales –el escándalo Lewinsky estaba a punto de estallar– y políticas, a Clinton se le vio conmovido cuando paseó por el Patio de los Leones o se asomó al incomparable atardecer –aunque Alberto Núñez Feijóo discrepe y barra para casa– que ofrece el Mirador de San Nicolás, ese balcón que permite mirar a los ojos a la Alhambra. Nunca quedó claro del todo si Clinton dijo que era el ocaso más bello del mundo, pero la frase pasó a los anales, que es lo que importa.

Ya nada fue igual para ese lugar privilegiado ni para Granada. El retorno de Clinton a sus recuerdos de juventud redobló el poder de atracción de la capital nazarí y fue el germen de una leyenda que el paso del tiempo ha seguido alimentado. El pueblo soberano fue vistiendo con elementos fantásticos un hecho real, y no solo porque los Clinton, Hillary y su hija Chelsea, estuvieron acompañados por los Reyes de España y el entonces Príncipe Felipe. Así que, un cuarto de siglo después, es complicado separar el grano de la paja, pero ni falta que hace. La historia es más bonita con los condimentos, aunque sean ficticios. O lo parezcan. Es el caso de la imbatible anécdota de la mercería y el servicio secreto, un sucedido que permanece guardado en la memoria colectiva gracias al empeño en rememorarlo del concejal Sebastián Pérez, que en aquellos años era la mano derecha del alcalde Gabriel 'Kiki' Díaz Berbel, ya fallecido.

'Momento Mortadelo y Filemón'

El insólito acontecimiento ocurrió unos días antes de que llegasen los inquilinos de la Casa Blanca. Los preparativos de la visita avanzaban con sigilo. Había un frenesí, pero fue discreto. Es la fórmula del éxito en estos casos: hacer muchas cosas muy importantes sin que se note.

Con todo, se produjo un fallo de seguridad. Una mercería de Granada empezó a recibir en su fax –una máquina que permitía transmitir documentos a distancia– una tira de papeles escritos en inglés. Espeluznados, los dueños del negocio pusieron los hechos en conocimiento del Ayuntamiento. La explicación del expediente X fue fascinantealguien de los servicios de 'inteligencia' estadounidenses se equivocó de teléfono y envió a la tienda detalles 'secretos' de la visita de los Clinton a Granada.

No fue el único 'momento Mortadelo y Filemón' en aquellas horas históricas. El coche presidencial, conocido como 'La Bestia' por sus 'bestiales' proporciones (valga la redundancia) y poderes, no cabía por las callejas de la ciudad antigua, un problema mayor. El automóvil, con un blindaje superior al de un carro de combate y diseñado para soportar el impacto de un misil, no estaba preparado para los recovecos que heredó Granada de su pasado multicultural. Al menos eso fue lo que se contó. Lo más probable es que fuese verdad. Desde luego, merecería serlo.

Otro episodio que parece sacado de una película de James Bond transcurrió en el Palacio de los Córdova, que fue el lugar elegido para celebrar una cena y fiesta en honor a los Clinton. Cuentan las buenas lenguas que el sarao acabó como el rosario de la aurora, pero eso es todavía materia reservada que quizá se desclasifique algún día.

La corbata acorazada

El caso es que Clinton pidió que las ventanas estuvieran abiertas para que pudiera seguir extasiándose sin filtros con la vista de la Alhambra iluminada. Ese capricho, comprensible, dicho sea de paso, exigió que varios francotiradores tuvieran que apostarse en distintas esquinas del Albaicín para impedir un atentado. Quizá fue así o quizá no, pero esas dudas son las que convierten un acontecimiento en una leyenda.

También se dijo que el presidente estadounidense llevaba para la ocasión un corbata acorazada que impedía el paso de las balas. Pues igual sí o igual no.

De lo que sí hay constancia es de lo que dijo Clinton cuando visitaba la Alhambra: «Me alegro mucho de volver a estar aquí», aseguró cuando José Antonio Guerrero, periodista de IDEAL, le preguntó a grito pelado, y en inglés, por su impresión al pisar los palacios nazaríes.

Han pasado 25 años y Clinton sigue volviendo a Granada. Y Granada, a Clinton.

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El vuelvo a Granada de Clinton, 25 años después