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Inés Gallastegui
Granada
Sábado, 26 de abril 2025, 00:59
Sebastián Álvaro (Madrid, 1950) dirigió durante 25 años el mítico programa de RTVE 'Al filo de lo imposible', una serie de documentales con más de 350 episodios en los que su equipo realizó 255 expediciones a los confines más bellos y peligrosos del planeta, incluidos los 14 ochomiles, los dos polos y varios volcanes, y llevó épicas aventuras al límite a los hogares de millones de espectadores. El periodista y alpinista participó el jueves en el Festival Play y este lunes presenta en Granada (Biblioteca de Andalucía, 19.00 h) su obra más íntima, 'Mis montañas: toda una vida al filo de lo imposible' (ed. Anaya, 2024), en el marco del ciclo Libros para las Montañas, organizado por el Club de Montaña Mulhacén y patrocinado por la Fundación Unicaja.
–Periodista, alpinista, aventurero, divulgador, escritor, explorador... ¿Cómo se definiría?
–Que la historia me ponga en mi sitio. He trabajado de periodista mucho tiempo y sigo siendo aventurero en el mejor sentido de la palabra: persona que voluntariamente acomete empresas de resultado incierto y que entrañan peligro. Soy escritor porque tengo 35 libros y cada vez me gusta mas escribir.
–'Mis montañas' es su libro más personal.
–Durante mucho tiempo he estado escribiendo libros por encargo, generalmente sobre historias relacionadas con mis expediciones. Desde que me despidieron de TVE he tenido mucho más tiempo para la reflexión y para escribir los libros que yo quería. Los últimos, 'Everest 1924' y 'Mis montañas', se han vendido mucho más porque han ido a un público más amplio que no necesariamente comparte mi idea de hacer aventuras peligrosas; son lectores a los que les gustan las buenas historias. Este último es una reflexión íntima sobre montañas que cambiaron mi vida, sin yo darme cuenta entonces de hasta qué punto iba a cambiar mi vida irme a escalar al Himalaya o al Karakorum o a la Patagonia.
–¿Cuáles son las montañas de las que habla?
–No son todas, porque he escalado cientos de montañas. Son montañas que tuvieron la virtud o la desgracia de mostrarme cosas de mis amigos y de mí mismo que yo desconocía. Montañas ligadas a un montón de alegrías y de infortunios. Montañas de roca y hielo, pero sobre todo de sentimientos y de emociones. Ya no cuento en los libros por dónde se sube a una montaña, cuántos porteadores son necesarios, que logística llevé para ascender el K2. Cuento cómo esas montañas cambiaron mi perspectiva de la existencia.
–Alguna vez ha dicho que la montaña es una metáfora de la vida.
–En realidad, es la vida misma, Cuando vivimos en una ciudad perdemos el sentido de la vida tal y como es. Cuando estás en una montaña tres meses metido en una tienda, pasando frío cuando nieva, mojándote cuando llueve, hundiéndote por las rodillas y respirando aire escaso que te hace sentir un cansancio tremendo, eso es la vida misma. Así que muchas veces la vida es la que es una metáfora de la montaña, que te obliga a resistir cuando vienen mal dadas, levantarte cuando tropiezas, creer que siempre hay un lugar para la esperanza, no creerte invulnerable porque has llegado a la cumbre, sino que todavía queda la bajada... La montaña te muestra los ciclos vitales: cuando eres joven eres imprudente, temerario y audaz, porque crees que no se te resiste nada, y luego la vida y la montaña te van colocando en tu lugar y te enseñan que no eres invulnerable, que hay muchas montañas que son imposibles, que no todo lo que deseas lo puedes conquistar, por muchos elementos mecánicos y gente que utilices, exactamente igual que en la propia vida. Te demuestra lo frágiles y lo vulnerables que somos. En 30 años perdí 33 amigos cercanos y todos eran gente muy fuerte, inteligente, con capacidad de análisis y reflexión, y sin embargo murieron en la montaña.
–Sin irnos a un ochomil, en Sierra Nevada cada año hay accidentes, muchas veces por imprudencias. ¿Qué falla?
–Los accidentes en el medio natural se han disparado, sobre todo desde la pandemia, que significó la más horrorosa de las frustraciones, la privación de libertad. Cuando la gente pudo salir descubrió que no hay mejor expresión de la libertad que ir a caminar por la montaña: te calzas las botas, te vas a Sierra Nevada y vuelves a casa feliz, cansado y satisfecho después de una práctica saludable para el cuerpo y el espíritu. Y eso ha traído consigo en muchos casos una masificación de lugares con gente que no está preparada. Nuestros padres no necesitaban ir al gimnasio porque hacían actividad física y comprendían el medio natural. Hoy hemos perdido esa relación con la naturaleza. Llevo años clamando en el desierto para que en España se haga una campaña de prevención de accidentes en montaña como se hace con los de tráfico: ve bien equipado, mira si estás preparado para lo que vas a hacer, ve con gente que sepa mas que tú, lleva un buen equipo y el teléfono cargado, mira la previsión del tiempo... y si tienes dudas, date la vuelta.
–Es muy crítico con la mercantilización del alpinismo, con las expediciones multitudinarias al Everest, por ejemplo.
–Estoy en contra de la codicia del ser humano. No estoy en contra de que haya agencias que ayuden a la gente a ir al monte. En nuestro país está por explotar el turismo de naturaleza. Somos el segundo país mas montañoso de Europa: viene gente de Suiza, de Francia o de Norteamérica, porque ellos en invierno no pueden escalar montañas y nosotros en Granada podemos escalar todo el invierno y cuando hace calor podemos ir al Pirineo o a Picos de Europa. Es una buena alternativa al turismo de sol y playa, pero todo tiene un límite: la conservación de la naturaleza. Tenemos un país grande, bonito, lleno de tesoros y con una biodiversidad única. Que haya gente que se quiera apropiar de la naturaleza en beneficio propio, sea a nivel de estaciones de esquí o de las grandes montañas como en el Himalaya, es una herejía imperdonable.
–¿Conoce bien Sierra Nevada?
–No vengo tanto como quisiera, pero cuando era joven estuve haciendo las caras norte y siempre que vengo aprovecho para ir. Al día siguiente de presentar el libro haré una ruta con uno de los muchos amigos que tengo por aquí.
–Programas como 'El hombre y la Tierra' o 'Al filo de lo imposible' marcaron a varias generaciones de españoles y despertaron su interés por la naturaleza. ¿Hay sucesores?
–No. El papel de la televisión pública es casi inexistente y yo creo que es un error. Debería tener unos estándares de calidad, éticos y de contenidos más parecidos a 'El hombre y la Tierra' o 'Al filo' que a Belén Esteban y Matamoros. Creo que se debe a una falta de reflexión. TVEno puede estar pensando en el share de dentro de un mes. Tiene que formar, informar y entretener. Y si eso se lo planteara a cinco o diez años vista, la programación saldría mucho mejor.
–¿Para usted hay algo imposible?
–Hay muchas cosas imposibles, pero siempre me enfrenté a los problemas, a las montañas y a la vida diciendo: no sé si es imposible, pero si no lo intento no lo voy a saber nunca. Sin proponérmelo hice muchas cosas que nunca había imaginado que podría hacer. Y otras veces me volví derrotado a casa. La mayoría de la gente cuando se está muriendo se arrepiente de aquello que no intentó. Y ese pecado yo no lo tengo.
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Fernando Morales y Álex Sánchez
Amanda Martínez | Granada, Amanda Martínez | Granada y Carlos Valdemoros | Granada
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