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El verano se alarga en más de mes y medio en los últimos 50 años

El verano se alarga en más de mes y medio en los últimos 50 años

El número de días en que se superan los 40 grados y las noches tropicales se multiplican por entre nueve y diez en el último medio siglo en el entorno de la capital

Juanjo Cerero

Granada

Domingo, 31 de agosto 2025, 23:31

A menudo se oye, y se dice, que parece que los veranos cada vez empiezan antes y acaban más tarde. No es solo una impresión ni una frase hecha. De acuerdo con los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en el entorno de la capital granadina el verano se ha alargado en más de mes y medio en 50 años, según el análisis de la serie histórica de estadísticas que abarca hasta 1972. Las señales de los efectos del cambio climático son variadas y muy evidentes. Los veranos no son solo más largos, sino también más cálidos, y el proceso parece acelerarse en los últimos años; los fenómenos extremos, como las olas de calor o las noches en las que dormir se vuelve una tarea titánica, son cada vez más habituales, y pueden hoy producirse en un solo año el mismo número de ellos que antes ocurría en una década entera. En definitiva, los veranos no solo se han vuelto más largos, sino también más hostiles a la vida, con importantes afecciones sobre los ciclos de la naturaleza, la economía del sector primario y, sobre todo, la salud física y mental de las personas.

Si los datos anuales se agregan por décadas, los veranos meteorológicos han aumentado su duración en hasta 49 días, algo más de mes y medio, entre la década de 1970 y la de 2020, siempre según los datos recogidos en la estación de medición del aeródromo granadino, en la localidad de Chauchina. Hace cincuenta años, esta temporada duraba una media de 76 días; es decir, ni siquiera alcanzaba tres meses completos. Hoy, la cifra asciende hasta los 125. De menos de tres meses, a algo más de cuatro.

Esto implica que las características del tiempo estival, como las altas temperaturas y la falta de precipitaciones, se extienden a meses que antes eran de primavera y otoño, lo que tiene consecuencias ecológicas, económicas y sociales. La proliferación de incendios devastadores es una de las dolorosas señales de este cambio. La prolongada sequía afecta asimismo a los ciclos de cultivo, y favorece la entrada de especies invasoras que alteran el equilibrio de los ecosistemas.

Metodología

Para calcular la duración del verano meteorológico, que no siempre coincide con el astronómico, se ha usado una definición científica basada en umbrales de temperatura. Un consenso en este sentido consiste en asumir un día de verano como uno en el que su temperatura media supera los 22 grados a lo largo de la jornada. Cuando se cumplen siete días seguidos en los que esta condición es cierta –lo que se conoce como media móvil–, se asume que el verano ha comenzado. Se declara su fin cuando esta condición deja de cumplirse usando estos mismos parámetros.

El verano no ha sido siempre así

Este alargamiento del período estival tiene su reflejo claro en los termómetros, que muestran una tendencia clara y sostenida de ascenso. Los veranos son cada vez más cálidos: la temperatura media de los veranos desde 2020 supera en 3,9 grados centígrados la de los registrados entre 1972 y 1979. El diferencial es aún más claro en los picos de temperatura máxima: la brecha alcanza los 4,5 grados y pulveriza las previsiones de calentamiento para esta época, una señal más del consenso científico que afirma que el Mediterráneo está siendo la zona más castigada durante esta fase del cambio climático.

Además, las cifras de evolución constatan la progresiva aceleración e intensificación de estos cambios desde comienzos de siglo. En los casi treinta años que median entre 1972 y 1999, por ejemplo, el incremento de la temperatura media durante el verano fue de 1,4 grados. En los casi treinta que han venido después, el ritmo crece hasta alcanzar los 2,4. Desde 2010, todos los estíos han superado la temperatura media del período 1972-2025. La tendencia ha empeorado en la última década: en cinco de los diez últimos años, este diferencial ha superado los dos grados centígrados. Si los datos promediados de este medio siglo se superaban durante alrededor de 25 días al año a lo largo del verano, la cifra ha escalado hasta los 66 días, por encima de los dos meses completos, desde 2020.

Fenómenos extremos

Uno de los resultados más evidentes de este proceso es la creciente proliferación de fenómenos extremos, como las olas de calor o la sucesión de noches tropicales en las que dormir sin la ayuda del aire acondicionado requiere Dios y ayuda. En comparación con las cifras de hace medio siglo, los días en los que se superaron los 40 grados de temperatura se multiplicaron por nueve; las noches tropicales, por más de diez.

Por ejemplo, a lo largo de la década de 1970 se registraron un total de 11 días en los que los termómetros superaron los cuarenta grados; esto equivale a menos de dos días por verano entre 1972 y 1979. No fue esto una anomalía histórica: la cifra de la década siguiente apenas aumentó en una década. Una vez entrado el nuevo siglo, el crecimiento ha sido exponencial. En la pasada ya hubo una semana completa de calor abrasador, con un total de 76 días entre 2010 y 2019. Desde el año de la pandemia en adelante, la situación ha empeorado con claridad. A pesar de que todavía vamos por la mitad de la década, ya hemos superado la cifra de la pasada en un 32%, con un total de 100 días en algo menos de seis veranos completos. Esto significa, de media, pasar de una semana de temperaturas extremas a más de dos en cada estío.

Un calor cada vez más extremo

Temperaturas máximas durante el año

Menos de 25ºC

De 25 a 30ºC

De 30 a 35ºC

Más de 35ºC

Ola de calor

Un calor cada vez más extremo

Temperaturas máximas durante el año

Menos de 25ºC

De 25 a 30ºC

De 30 a 35ºC

Más de 35ºC

Ola de calor

Un calor cada vez más extremo

Temperaturas máximas durante el año

Menos de 25ºC

De 25 a 30ºC

De 30 a 35ºC

Más de 35ºC

Ola de calor

Similar tendencia se registra en lo que atañe a las noches tropicales, es decir, aquellas en las que los termómetros no bajaron de los 20 grados centígrados en ningún momento, dificultando conciliar el sueño. En los setenta eran menos de una al año de media (0,8). Hoy son diez más.

Olas de calor más comunes e intensas

Una consecuencia directa de esto es el incremento de la frecuencia y virulencia de las olas de calor. Si durante los 70 y los 80 se registraba, de media, uno de estos fenómenos cada dos años, en la actualidad hemos pasado a esperar que puedan contarse con los dedos de una mano los que ocurren en un solo verano. Desde 2020 hacia acá, la media ha alcanzado las 3,8 ocurrencias por año.

Y no solo son más, sino también más largas y más abrasadoras. En este último lustro, su duración roza la semana y alcanza los 6,5 días, dos más que hace solo dos años. Como referencia, no hace tanto, en los 90, esta duración era de 1,6 días. Más preocupante aún es el incremento de lo que en términos climatológicos se llama la intensidad, es decir, el valor de las máximas alcanzadas durante la duración de las olas de calor. Hasta la primera década de este siglo, esta variable no había alcanzado nunca los 30 grados durante el conjunto de su duración, lo que apunta a que había días de calor sofocante junto a otros que no lo eran tanto. Entre 2010 y 2019, el indicador escaló hasta los 32,2. Desde el año de la pandemia hacia acá, se ha desbocado: el incremento en este breve lapso de tiempo es de nueve grados centígrados. Supera por primera vez los 40 grados centígrados y se queda en unos sofocantes 41,1. Lo mismo sucede con las temperaturas medias, que superan por primera vez los 30 grados (30,1), lo que supone un incremento de 6,7 sobre el período 2010-2019.

La magnitud de los cambios se hace aún más evidente al ir más allá de la comparación entre grandes períodos. Un solo año de esta década puede acumular tantos días de calor extremo como toda una década. Por ejemplo, en 2023 se registraron hasta 22 días en los que los termómetros llegaron a superar los 40 grados. La cifra iguala prácticamente a los 23 en los que ocurrió lo mismo a lo largo de toda la década de 1990. Lo que antes era una anomalía es ahora el pan de cada día.

Una visión del futuro

El verano de aquel año da, por desgracia, una idea de lo que, salvo sorpresa mayúscula, es posible esperar en el futuro. Su duración, de 162 días, agobia solo de pensarla: se extendió desde mediados de una primavera menguante hasta bien entrado el otoño. Lo que en otro tiempo hubiera sido absolutamente excepcional ya no lo es tanto. El verano siguiente, el de 2024, fue algo menos violento. Pero fue el que certificó la persistencia del calor nocturno y la recurrencia de las olas de calor. Nunca como entonces se habían registrado tantas noches tropicales (15) en un solo período estival. Además, con hasta cinco olas de calor distintas, se sitúa en el podio de los peores en este sentido junto a los de 2023 y 2017.

Evolución de temperaturas en verano

Máximas diarias del verano promedio

en el período 1972-2025

Medias de la década actual y previa

Evolución de las máximas durante el verano

Variación con respecto a la media del período

(menos o más caluroso que la media)

Días menos y más calurosos del verano

Evolución de temperaturas en verano

Máximas diarias del verano promedio

en el período 1972-2025

Medias de la década actual y previa

Evolución de las máximas durante el verano

Variación con respecto a la media del período

(menos o más caluroso que la media)

Días menos y más calurosos del verano

Evolución de las temperaturas en verano

Temperaturas máximas diarias del verano promedio 1972-2025

Medias de la década actual y previa

Evolución de las temperaturas máximas durante el verano

Variación con respecto a la media del período (menos o más caluroso que la media)

Días menos y más calurosos del verano

El de 2025, que todavía no ha terminado, no da señales de mejoría. Es, hasta ahora, el más cálido desde que hay registros; sin embargo, hay que tener en cuenta que, al no haber terminado, no se pueden tener en cuenta las temperaturas, previsiblemente más suaves, que harán descender las cifras hacia el final del estío, por lo que el análisis resulta, de momento, de poco valor.

En todo caso, valgan algunas cifras para dar una idea de la situación hasta el momento. Los valores medios de los termómetros superan en 3,9 grados centígrados la media de la serie histórica y pulverizan los récords anteriores; la brecha es aún peor en el caso de las máximas y alcanza los 4,8 grados. Cuesta imaginar, como se repite en ciertos ambientes entre la broma y la preocupación, que estos estén siendo los veranos más frescos del resto de nuestra vida.

Nota: Los datos obtenidos para elaborar esta información alcanzan hasta el 22 de agosto de 2025.

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