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Las crónicas oscuras de Soportújar

Las crónicas oscuras de Soportújar

EL PUEBLO DE LAS BRUJAS ·

En el municipio, conocido como el pueblo de las brujas, la realidad se confunde con la fábula, lo que da origen a decenas de fábulas, vinculadas en su mayoría a la hechicería

Chema Ruiz España

GRANADA

Viernes, 29 de octubre 2021, 12:18

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El rostro gigante de una hechicera recibe a los visitantes de Soportújar, justo a la entrada, frente al goteo de la Fuente de San Antonio. Les da la bienvenida y avanza lo que encierra en su interior: decenas de historias que se entremezclan con los motivos mágicos que decoran cada rincón del municipio. «La cabezona», como la define un vecino que pasea al caer la noche, no muy satisfecho con ella, es el punto donde comienza el pueblo de las brujas. Allí, la realidad se confunde con la fábula, explotada también con fines turísticos.

La relación de Soportújar con la brujería y la nigromancia se explica por dos vías. «Todo viene del año 1500, más o menos. La Alpujarra estaba ocupada por fenicios y musulmanes, pero se repuebla de familias gallega y asturianas, principalmente. A las mujeres gallegas se les decía 'meigas' -traducido, 'brujas'-, pero en realidad son curanderas, mujeres sabias que saben de plantas, hacen reuniones en los soportales, sus cremas y sus ungüentos con propiedades curativas», detalla Celia Porras, encargada de Turismo del municipio.

Vídeo. Las brujas están presentes en todo el pueblo. JAVIER MARTÍN

Los registros de repobladores del pueblo en 1593 certifican la llegada de una familia de origen gallego al municipio, la conformada por Catalina Álvarez y Juan Cabello, que concordaría con esta primera explicación, si bien la ausencia de más datos de gallegos arribados lo cuestiona. El alcalde, Manuel Romero, subraya también este razonamiento y agrega otra teoría. «Esto era un territorio aislado en el que había mujeres que tenían conocimientos reservados habitualmente para los hombres. Eran mujeres sabias a las que, entonces, se denominaba brujas», indica.

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De un modo u otro, se instaló también en el municipio una serie de historias que le acompañaron con el paso de los años y que sigue haciéndolo. De hecho, incluso se denomina a los habitantes del municipio 'brujos' o 'brujas'. «Mucha gente lo decía de forma peyorativa», puntualiza Romero, quien ahora subraya que «el pueblo entero está relacionado con las brujas». Lo dice tanto en el sentido más legendario como en el meramente turístico. «El pueblo ha colaborado. Todos los balcones están decorados», resalta. Y casi en cada esquina se puede contar una fábula, de distinto carácter y origen.

Horas sobre el féretro

El velatorio de Manzano

La historia más reciente, probablemente la más ratificada por los vecinos del pueblo y de las pocas que no tiene relación con brujas, fue la que aconteció durante el velatorio de Manuel Manzano. Nacido en Cáñar en 1927, falleció en abril de 2009 en su domicilio, ubicado en el número 6 de la Calle Camas. «Vivía solo, pues su mujer había muerto y sus hijos estaban fuera», puntualiza Celia Porras, quien también relata que fue la asistenta del hogar quien encontró el cadáver. «Llamó al alcalde y este, a su vez, se puso en contacto con los hijos. Como no podían venir, se hizo como si le hubiera dado un infarto para agilizar los trámites. Entonces, se organizó el velatorio», narra.

Este comenzó a eso de las 19.00 horas, con una notable participación de los vecinos del pueblo, pues Manzano era muy querido en el municipio. Por ello, fueron muchos quienes atestiguaron que una paloma aterrizó frente a la puerta e insistió en entrar en la vivienda. Lo hizo caminando y, tras detenerse primero bajo una silla, se fue hacia la habitación en la que se encontraba el féretro. «Levantó el vuelo para situarse en la caja y allí se quedó, mirando al muerto, hasta las nueve de la mañana», continúa Porras. Entonces, bajó de nuevo, salió caminando de la casa y se marchó volando. «Dicen que es el alma de su mujer», concluye.

La paloma estuvo todo el velatorio sobre el féretro.
La paloma estuvo todo el velatorio sobre el féretro. IDEAL

Dichos infantiles

«No pases de la Era de los Aquelarres»

También son conocidas por todos los soportujeros, en especial por los más pequeños, las leyendas que marcan los límites de Soportújar. «La Era de los Aquelarres es el lugar en el que, según se decía popularmente, se reunían todas las brujas para hacer sus hechizos, sus cánticos y pociones, tras lo que echaban a volar para controlar a los niños», precisa Jesús Rodríguez, asesor de alcaldía del municipio. Se trata de uno de los puntos más altos del pueblo, desde el que se aprecia toda la Alpujarra granadina. Por el extremo opuesto, hay otro enclave señalado: la Cueva del Ojo de la Bruja. «Allí vivía un matrimonio gitano, formado por un herrero y una curandera. A ella le llamaban bruja», explica Rodríguez.

Estas dos historias propiciaron la elaboración de sendos breves aforismos con los que los padres trataban de controlar a sus hijos, de evitar que rebasaran el término municipal. «Por un lado, se decía 'no te alejes más allá de la Era de los Aquelarres, que te llevan las brujas'; por el otro, 'no pases de la Cueva del Ojo de la Bruja, que vas a escuchar las cadenas del herrero», resuelve el asesor del alcalde.

La Era de los Aquelarres era el lugar donde se reunían las brujas para hacer pociones y lanzar conjuros.
La Era de los Aquelarres era el lugar donde se reunían las brujas para hacer pociones y lanzar conjuros. JAVIER MARTÍN

Tratos con hechiceras

La promesa no cumplida

En la Era de los Aquelarres tiene lugar otra leyenda que fue saltando generaciones hasta la actualidad. «Un matrimonio no conseguía quedarse embarazado y el marido decidió encomendarse a una de las curanderas del pueblo», relata Manuel Romero. Esta recibió a la pareja y le aseguró que en la primera noche de Luna llena estaría en cinta. El hombre prometió pagar a la hechicera, si se cumplían sus palabras. Llegado el momento, la mujer se quedó embarazada, pero nadie saldó la deuda.

«En una noche de tormenta, el marido iba cabalgando cuando se encuentra a la bruja. Convencido de que correría más que ella, fustigó al caballo para que galopara», prosigue el alcalde de Soportújar. Efectivamente, la curandera quedó atrás, sin siquiera intentar alcanzarle, pero, repentinamente un rayo impactó junto al animal y ambos cayeron. «De la descarga apareció la bruja y, entonces, ya sí, el hombre le pagó».

La Era de los Aquelarres.
La Era de los Aquelarres. JAVIER MARTÍN

Una bruja nórdica

El acertijo de Baba Yaga

La decoración del pueblo con motivos vinculados a la hechicería también ha implantado algunas historias que no echan raíces en el pueblo, pero que se van asentando. Una de ellas es la de Baba Yaga, una bruja nórdica que, según la tradición, comía niños y guardaba sus huesos. En Soportújar está presente en varias calles, aunque en un rincón concreto, donde está la fuente del vino, se expresa su leyenda. Allí se encuentra la casa de la citada maga, característica por sobresalir de ella dos patas de ave gigantes.

Cuenta la leyenda que Baba Yaga planteaba un acertijo a los niños que encontraba y que devoraba a los que erraban, cuyos huesos coleccionaba. Si acertaban, podían burlar a la bruja y esconderse en los soportales. La adivinanza está ahora inscrita en esta fuente, como un reto para todas las personas que pasen por allí: «Una vieja jorobada tuvo un hijo enredador, con unas hijas muy bonitas y un nieto predicador».

El rostro de Baba Yaga se encuentra a la entrada del municipio.
El rostro de Baba Yaga se encuentra a la entrada del municipio. JAVIER MARTÍN

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