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El historiador Alfredo Ortega y José Fernández, familiar de una de las víctimas, en una zona donde se sospecha que hay restos. RAMÓN L. PÉREZ

Un equipo exhumará en el cementerio de Nigüelas los restos de seis represaliados

Memoria histórica ·

Murieron el 6 de octubre del año 1947

Jorge Pastor

Granada

Lunes, 7 de junio 2021, 00:19

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José Fernández no solo comparte el nombre y apellido de su difunto tío. También comparte el parecido físico. «Me lo contó mi padre, que en paz descanse». José tiene 67 primaveras, se jubiló hace dos años después de toda una vida conduciendo camiones y ahora echa el rato en su huerto de Lanjarón. ¿Qué sucedió en aquella fría mañana del otoño de 1947 para que la Guardia Civil descerraja un tiro a su tío en el río Torrente de Nigüelas? «Lo que me dijeron –narra José– es que unos guerrilleros republicanos bajaron desde la Sierra hasta Carataunas, donde vivía mi tío y donde cultivaba un terreno con olivos y almendros, para llevarse uno de los dos marranos que había matado, que eran el sustento de toda la familia en aquellos tiempos difíciles; era buena persona y se lo dio sin cobrarles nada». «Después alguien se chivó, fueron a buscarlo y lo ejecutaron». Fue en la madrugada del 6 de octubre de 1947. El cuerpo, el del tío de José y el de los cinco infortunados que cayeron junto a él, fueron enterrados en algún lugar del cementerio de Nigüelas.

Parcela donde, según el georradar, pueden encontrarse algunos de los cuerpos. RAMÓN L. PÉREZ

Ahora, setenta y cuatro años después y gracias a una investigación realizada por el historiador Alfredo Ortega, un experimentado equipo multidisciplinar de la empresa Arqueoantro, dirigido por el arqueólogo Miguel Mezquida, empezará a excavar en el camposanto de Nigüelas para encontrar los restos del tío de José y de los otros cinco finados, exhumarlos, identificarlos y que los allegados les den una sepultura digna. Los trabajos comenzarán dentro de un par de semanas y la previsión es que se prolonguen durante algo más de doce meses. El procedimiento, que cuenta con todas las autorizaciones y que se acometerá gracias a una línea de subvenciones específica liberada por la Federación Española de Municipios yProvincias, no es nada sencillo básicamente porque no hay datos. Las tres fuentes no garantizan precisión: ni las fuentes orales, ni las oficiales, ni el georradar pueden aportar una ubicación cien por cien fidedigna. «Piensa lo que supone desviarse tan solo un metro;estamos hablando de muchos metros cuadrados de tierra», asegura Mezquida.

José y Alfredo revisan la documentación histórica. RAMÓN L. PÉREZ

Pero quien mejor conoce todo lo que ocurrió aquel 6 de octubre de 1947 es Alfredo Ortega, vecino de Nigüelas y que ha resumido todas sus indagaciones en un interesante trabajo fin de máster titulado 'Arqueología de la Guerra Civil, víctimas y fosas de la represión franquista en el Valle de Lecrín'. «Tenemos dos fuentes de información, la causa y los testimonios». «Según los archivos de la Guardia Civil –dice Alfredo– tenían cocimiento de que el 5 de octubre ocho bandoleros querían cruzar de la Sierra de Dúrcal a la de Lanjarón y lo harían por el río de Nigüelas, un trayecto que no parece muy lógico». «A las once de la noche instalaron un puesto para interceptarlos, los esperaron hasta las cinco, hubo un tiroteo, murieron seis de los ocho –dos lograron escapar con vida– y no hubo ninguna baja por parte de la Guardia Civil». La versión por parte de la gente del pueblo, asegura Alfredo, es distinta. Los liquidaron extrajudicialmente porque los seis, que vivían en varios pueblos de la Alpujarra, tenían relación con antifranquistas que estaban en la Sierra.

«A mi tío lo mataron por permitir que los guerrilleros se llevaran un marrano para comer»

A todos los inhumaron en el cementerio de Nigüelas, que fue construido en 1921 –el anterior estaba detrás de la iglesia–. En los papeles de la Guardia Civil dan unas referencias, «pero no llevan a ninguna localización concreta; o se equivocaron al medir o lo hicieron con intención», asegura Alfredo Ortega. Las indicaciones han venido de los propios nigüeleños que han sido entrevistados y de las prospecciones realizadas con un georradar operado por dos expertos de la Universidad de Granada como José Antonio Peña yMaría Teresa Teixidó.

Esta tecnología arroja luz y va a permitir cavar en varios puntos donde sí parece que se pueden hallar los huesos de estos seis alpujarreños. Se trata de una parcela situada a pocos metros de la entrada; no hay ninguna construcción. Tan solo unas cruces, algunas anónimas, que indican que ahí debajo hay alguien sepultado.

Profesionales

Miguel Mezquida, que coordinará todo el proceso, explica que en Nigüelas intervendrá un amplio grupo de profesionales de ámbitos como la arqueología, la antropología, la medicina forense, la restauración y la documentación «siguiendo un protocolo nacional que se estableció en 2011». «Tenemos que documentar todas las evidencias de violencia que hay en las fosas», agrega. Lo harán de una manera muy pedagógica para toda la población. Además de no colocar ningún tipo de carpa cerrada que impida la visión exterior, se realizarán visitas para que todos los interesados puedan conocer de primera mano todo lo que se hará y todo lo que sucedió. «Vamos a fomentar el diálogo con la sociedad local, una labor que consideramos necesaria para superar un periodo de duelo que aún no se ha superado después de la Guerra Civil y la represión franquista», manifiesta Mezquida.

Indicando el lugar de una de las fosas. RAMÓN L. PÉREZ

Lo primero será la realización de catas sobre el terreno para delimitar todo el espacio susceptible donde actuar. A continuación, ya sí, se comenzará a evacuar tierra. «Si hay suerte –afirma Miguel Mezquida– procederemos a desenterrar». Hay tareas que sí se pueden acometer de una manera más rápida, pero después hay otras que exigen una enorme meticulosidad porque no puede haber ningún tipo de daño sobre los restos. Ahí se emplearán cepillos, pinceles y materiales flexibles. Hay que ir poco a poco. Sin prisa pero sin pausa. Los recursos económicos están garantizados en esta etapa.

Pero también habrá mucha faena en el laboratorio. Una vez que los cadáveres se depositen en los osarios, se acometerán los estudios antropológicos y los análisis de ADN que deben dirimir si existe correspondencia genética entre los muertos y los vivos. Si todo evoluciona de una forma satisfactoria, los restos se entregarán a los familiares para que puedan ser enterrados con una lápida donde, ya sí, figuren con nombres y apellidos. Como el tío de José. Como José Jesús Fernández Núñez.

Dieciséis fosas comunes o individuales en el Valle de Lecrín

Según el mapa 'Fosas de las víctimas de la Guerra Civil y la postguerra en Andalucía', en los diferentes municipios que conforman la comarca del Valle de Lecrín se contabilizan un total de dieciséis fosas comunes e individuales donde hay enterradas un total de 636 víctimas a causa de la represión contra los sublevados. Tan solo tres de ellas han sido exhumadas. Prácticamente la mitad de esas seiscientas se hallan en Tablate. En el caso de Nigüelas, donde ahora se van a iniciar los trabajos de recuperación de seis cuerpos en el cementerio, hay cuatro fosas.

La mayoría de los ejecutados por la represión franquista se produjeron en los meses posteriores al golpe de Estado. Este periodo es conocido como 'represión' o 'terror caliente', en el que los militares golpistas promulgaron bandos de guerra por los que se instaba al asesinato sin procedimiento judicial alguno. A partir de febrero de 1937 la purga se 'judicializa' a través de los consejos de guerra.

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