«Soy de Almanjáyar»
Nuestros solidarios | Asociación Almanjáyar en Familia ·
«Cuando me proponen hacer la carrera de Magisterio, mi respuesta fue: 'No soy yo capaz de estar en la Universidad'»Carlos Morán
Granada
Lunes, 19 de octubre 2020, 01:00
Antes de nada, Eli Castillo (29 años) hace un anuncio en el que no es difícil ver un tímido destello de orgullo: «Soy del barrio Almanjáyar». No es igual que decir que vives en Recogidas, en el centro de Granada. No es lo mismo, pero debería serlo. Eli lo sabe. Por eso presume de su origen, porque es la mejor forma de ahuyentar los prejuicios y los estigmas.
Además, ser de Almanjáyar es un buen comienzo. Y los inicios favorables suelen acabar bien. La propia Eli es la prueba. Nunca pensó en tener estudios superiores y está en tercero de Magisterio. «Cuando me proponen sacarme la carrera de Magisterio. Recuerdo que mi respuesta fue: 'No, yo no soy capaz de estar en la universidad'», explica. Pero aprobó el acceso para mayores de 25 años y ahí está, formándose para «mejorar la educación».
A las aulas llegó con un máster obtenido con matrícula de honor: el que se estudia en la universidad de la vida. Es otra ventaja que tienen los que son de Almanjáyar, que conocen la calle y saben que los caminos de rosas no existen.
Eli se desorientó cuando perdió a su madre. Tenía solo 18 años. «Aunque todo el barrio se volcará conmigo y con mis hermanas, el dolor no cesaba. Tuve que dejar un par de años el barrio. La vida pasa tan deprisa que con esa edad crees que sabes de todo y lo único que haces es ir como loco, a mil por hora, sin percatarte de los pequeños detalles. Sabes que tienes que sobrevivir, cuando te quedas sola no hay más opción que la supervivencia. Dejar los estudios y buscar un trabajo para poder comer», describe lo que ocurrió tras quedarse huérfana. El exilio temporal la alejó de la Asociación Almanjáyar en Familia (Alfa), que dirige el párroco Juan Carlos Carrión y cuenta con financiación de la Fundación la Caixa. Fue allí donde aprendió desde niña a derribar obstáculos y a completar la educación que recibía en la escuela. Y allí regresó después para salir del túnel existencial en el que entró tras la muerte de su madre. «He vuelto a Alfa, ese lugar donde siempre tienes las puertas abiertas, donde hacen de segunda familia, donde te tienden la mano y no la sueltan», dice. En Alfa se convenció de que quería ser maestra. Y en eso está. Porque es de Almanjáyar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión