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Dos voluntarios guían a una madre y un hijo supervivientes de cáncer de mama y leucemia en bicicletas para dos. Pepe Marín
Clínico San Cecilio

El tándem de Amalia: deporte y vida frente al cáncer

El hospital lanza en su memoria un grupo abierto de ciclismo con voluntarios que ayudan a supervivientes y pacientes a superar secuelas invisibles

Domingo, 13 de julio 2025

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Cuando el cáncer amenaza la vida de una persona que siempre ha sido deportista, resulta muy difícil dejar atrás hábitos que a simple vista pueden parecer tan sencillos como, por ejemplo, montar en bicicleta. Para quienes sobreviven y padecen la verdadera pandemia del siglo XXI, la movilidad y la fuerza pueden esfumarse con una facilidad pasmosa entre quirófanos y sesiones de quimioterapia. No basta un pequeño impulso para empezar a pedalear. A veces, se necesita ayuda.

La granadina Amalia Guerra habría sido el mejor apoyo para esas personas que hoy sufren aquello por lo que ella se fue demasiado pronto. Un cáncer de mama puso fin a su vida el 4 de diciembre de 2021. Tenía 50 años. Profesora de Educación Física y miembro de la Federación Andaluza de Montañismo, la bicicleta fue siempre su mejor amiga, incluso durante la enfermedad. Quienes la conocieron cuentan que «todas las semanas salía a practicar; le encantaba la naturaleza».

«No te preocupes, es un tándem. Tú, hasta donde puedas pedalear, y si no puedes, ya pedaleamos nosotros por ti»

Juan de Dios Trujillo tenía 37 años cuando la conoció a través de la Asociación Deporte y Vida frente al Cáncer. A él también le diagnosticaron un cáncer de mama, algo «muy curioso» ya que solo afecta al 1% de los hombres. «Lo tratan casi como una enfermedad rara». A raíz del diagnóstico, este salobreñero empezó a practicar deporte y conoció la bicicleta, hoy una de sus pasiones. «Para mí es un modo de vida y una forma de haberme valido en su momento de de lo que era la enfermedad», confiesa.

Recuerda los retos deportivos en los que participó con Amalia, como cuando viajaron a Canarias para ascender a pedales hasta la cumbre del Teide. También probaron el tándem, una de esas bicicletas con dos sillines. Esta fue la opción para que pudiera seguir haciendo deporte cuando el cáncer avanzó y se encontró más débil. Con ella salía de vez en cuando Antonio Gómez Chica, supervisor de Enfermería del hospital Clínico San Cecilio. «Le dijimos: Amalia, no te preocupes, es un tándem. Tú, hasta donde puedas pedalear, y si no puedes, pedaleamos nosotros por ti».

Un club con corazón

Aquellas palabras se han convertido en una especie de mantra en este hospital granadino. Un grupo de gente que coincidía entre consultas y salas de espera y que, espontáneamente, quedaba «para seguir con el deporte», lo ha hecho posible. Lo que un día esta paciente empezó, hoy tiene corazón, ha cogido forma y lleva su nombre (además, en vez de un tándem ahora hay dos, gracias a Caja Rural). En su memoria, queda oficialmente inaugurado el club de ciclismo más especial de Granada: El tándem de Amalia. Este es su legado.

Primera salida en grupo. Pepe Marín

La primera salida fue el pasado 9 de julio; el punto de encuentro, el acceso a Hospitalización del San Cecilio. Allí estuvo IDEAL, acompañando a los granadinos que se animaron a participar. Los protagonistas en esta ocasión fueron Antonia Peña y su hijo Raúl. Los dos son supervivientes de cáncer, ella, que tiene 54 años, de mama metástasico y él, con 14 recién cumplidos, de leucemia. Pero también son deportistas, lo han sido siempre, y tienen claro que la enfermedad no puede ser un motivo para dejar de hacer deporte.

«Hace seis años que me diagnosticaron. Ahora estoy en fase de remisión, con un tratamiento crónico. Tengo una mastectomía radical», comparte la madre. En su «otra vida», jugaba a baloncesto. A raíz del cáncer, empezó a nadar y después, se enganchó a la bicicleta. El deporte le ha demostrado que «es la mejor forma de salir adelante a nivel mental y, sobre todo, físico».

«Los tratamientos oncológicos son muy agresivos, se pierde mucha masa muscular, y la única forma que tiene la ciencia de recuperar la fuerza es con deporte»

«Los tratamientos oncológicos son muy agresivos y dejan secuelas invisibles. Tú me ves y, aunque estoy muy delgada, no piensas que he estado así de enferma. Por un lado, está la salud mental y por otro, la masa muscular, que se pierde y las articulaciones sufren muchísimo. Los órganos también se ven afectados. Todo eso dura un montón de tiempo y la única forma que la ciencia tiene ahora mismo de paliarlo y recuperar la fuerza es con deporte», apunta.

Para esta madre, El tándem de Amalia es «una vía maravillosa para dejar de ver el hospital, salir a la naturaleza y compartir con otras personas que han pasado por lo mismo». «Alimenta el espíritu, cuerpo y mente». Además, pedalear junto a su hijo hace que la experiencia sea aún más significativa. A Raúl le diagnosticaron leucemia en septiembre y el viernes 4 de julio fue su última sesión de quimioterapia. Ha perdido mucho peso, mucha masa muscular, ha crecido un montón y se le ha rizado el pelo, consecuencia del tratamiento. «No parece qué él tenga reconocido un 47% de discapacidad ni yo un 65%». Las secuelas, invisibles.

Defensas a cero

Antonia le repite a su hijo que para recuperarse tiene que hacer deporte. Por suerte, a Raúl también le gusta la bici, aunque más patinar. «Salgo mucho con mis amigos. Si me canso, luego me voy con ellos a comer y sé que no pasa nada. Ellos me entienden y me acompañan», dice el chico, que va a pasar a tercero de E.S.O. Según él, este curso ha ido «muy bien». «Menos mal que reseteamos», interviene su madre, entre risas, «porque ha sido duro de narices». En este tiempo ha estado «muy aislado». La quimio baja las defensas a cero.

De izquierda a derecha, Antonia, Antonio, Juan de Dios y Raúl. Pepe Marín

A El tándem de Amalia ya se han sumado el supervisor de Enfermería del Clínico, Juan de Dios y Antonio Morell, que supo que el grupo de ciclismo necesitaba voluntarios a través de una amiga suya, también con cáncer. «Tengo bicicleta de montaña, de carretera y el tándem, y estoy prejubilado, tengo mucho tiempo libre. Además, físicamente me encuentro muy bien. Si hay que tirar un momento de alguien, puedo hacerlo. La vida te pone así. Unos tienen más suerte que otros. Nosotros solo podemos ayudar», reflexionó.

Desde ya, pacientes oncológicos pueden, de lunes a viernes por la tarde, disfrutar de estas rutas por la Vega de Granada. Deporte, naturaleza y risas están garantizadas. Gracias, Amalia.

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