El sucesor de Topuria que llegó a Granada en los bajos de un camión
Kamal Allouti, que se gana la vida como cocinero en un restaurante del Zaidín, entrena cinco horas al día para convertirse en una estrella de las artes marciales mixtas
Hay fechas que se quedan grabadas a fuego en la memoria. El día del nacimiento, el día que se marcha un ser querido, el día en que te juegas vida. Esta es la historia de Kamal Allouti, un chaval que un 6 de febrero de 2018 se llenó de valor para asirse a los bajos de un camión cargado de mármol en Nador (Marruecos), aguantar sin comer ni beber durante trece horas oculto en un pequeño receptáculo donde solo cabía una persona de costado y llegar al puerto de Almería para, nada más poner el pie en tierra, acabar en manos de la Guardia Civil. Entonces Kamal tenía 16 años; ahora suma 23 y se gana la vida como cocinero en un restaurante del Zaidín.
Pero Kamal Allouti tiene un apelativo. Lo llaman 'el Grande', un alias que se ha forjado peleando como una fiera dentro de una jaula con forma de octógono donde se desarrollan los combates de MMA, las siglas en inglés de Artes Marciales Mixtas. «Mi gran referente es Ilia Topuria», asegura. Emigrante como Kamal y con la misma mirada de tigre que tiene Kamal.
Perfecciona su técnica durante dos horas diarias en el gimnasio Strong Fight and Fitness en un polígono industrial de Churriana de la Vega. «Bueno, aquí hago dos horas, pero en realidad entreno otras tres en solitario», dice Kamal buscando la aquiescencia de Alí Dínar. «Alí no es solo mi entrenador; es mi padre», asegura con admiración. Un esfuerzo y un sacrificio que ya tiene sus resultados. El último, un sonadísimo triunfo el pasado 20 de septiembre en el 'Kings and fighter' de Alicante, un eventazo en el mundo del MMA. El camino de los campeones está trazado en este deporte. Primero competir en los circuitos nacionales, de ahí pasar a los internacionales y, por último, formar parte de la UFC, la 'champions league' del MMA. Ahí están los más grandes y ahí estará Kamal. De hecho, Kamal Allouti ya es 'el Grande'.
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«Siente verdadera pasión por la lucha», afirma Alí. «Es una hormiguita que no se cansa de trabajar y que nunca pierde la constancia para alcanzar una meta». «Aunque sea pequeñito –tan solo mide 1,63 metros– tiene la mentalidad de un coloso», relata Alí, quien subraya que Kamal, que se traslada desde el Zaidín hasta Churriana en bicicleta, nunca falla. Siempre da el doscientos por cien. De cuerpo y de cabeza. «La mente tiene que estar siempre afilada como una espada, porque es la que te hace continuar cuando el físico se agota», explica el coach.
Pero, bajo su punto de vista, siempre tiene que haber una predisposición como la que tiene Topuria y de la que hace gala también Kamal. El factor psicológico es clave. Los triunfos comienzan analizando la mirada del rival y terminan examinando si es más de 'lucha' (proyecciones, sumisiones en el suelo…) o de 'golpeo'. «Kamal tiene la gran ventaja de ser polifacético; toca los dos palos», concluye Alí, que suma diecisiete años de experiencia como profesor de MMA y Jiu Jitsu.
Kamal confía en Alí y Alí confía en Kamal –hasta el punto de que cuando el periodista le hace preguntas complicadas, el primero traduce al segundo–. Pero sobre todo Kamal cree en Kamal. No es para menos si echamos la vista atrás y desgranamos su biografía. Es el 'intermedio' de una familia de ocho hermanos. Dos de ellos residen en España, uno en Tarragona y otro en Granada. Vivía en Tinerhir, un pueblo situado al pie de las montañas del Atlas. «Aunque soy bereber», matiza. Un municipio donde sus habitantes salen adelante con penurias y con lo poco que les da el campo. «Allí la gente no vive, allí la gente subsiste», dice Kamal. Por eso, porque no veía futuro, con catorce años hizo las maletas para recorrerse medio Marruecos buscándose el sustento. Estuvo en Agadir, Casablanca, Tetuán, Tánger, Beni Melal y, por último, en Nador. Se empleó como albañil, como fontanero, como camarero… todo lo que salía.
Rumbo a España
Fue cuando tomó la decisión de poner rumbo a España, aconsejado por amigos y compañeros que ya lo habían hecho. «Cuando llegué a Almería eché a correr y me metí, sin saberlo, en el cuartel de la Guardia Civil porque era lo único que estaba abierto», recuerda con inocencia. De ahí, una vez identificado, fue trasladado hasta el Centro de Menores Ángel Ganivet, al lado de la Alhambra, donde se escapó para marcharse a Madrid. «No tardé en regresar porque aquí se estaba mucho mejor». Después de varias idas y venidas, Kamal logró unas prácticas tuteladas en la Cueva de 1900 y aprendió el que hoy es su oficio: la cocina. «Ya me siento tan marroquí como español», confiesa. «En Granada me tratan bien, me respetan y me siento como en casa».
Y así fue como en 2022 se metió de lleno en el mundo del MMA. ¿Por qué? «Porque me gusta golpear», responde lacónico tras advertir que es un tipo pacífico. El MMA es su apuesta. «Vemos que tenemos futuro y que podemos llegar lejos», refiere hablando en plural, perfectamente consciente de que cualquier objetivo pasa por que Alí esté a su lado. Y Alí lo está.
«Si alguien puede hacerlo, tú puedes hacerlo», aseveró en alguna ocasión Ilia Topuria. Kamal puede hacerlo. Por algo ya es 'el Grande'.
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