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Sellado de una botella de Oloroso, en el Tabanco El Pasaje.

Los secretos del néctar de los dioses

Rincones al descubierto ·

Vinos de Jerez. Es una bebida que acompaña al hombre desde tiempos inmemoriales. Visitar bodegas para asistir a la alquimia por la que el zumo de uva se transforma en vino y disfrutar de una cata razonada es un placer sin igual

Jesús Lens

Granada

Viernes, 28 de agosto 2020

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Nuestra civilización, tal y como la conocemos, nació en el creciente fértil del Oriente Medio, entre los míticos ríos Tigris y Eúfrates. Y fue allí, por lo que hoy serían Irán e Irak, donde se han encontrado los vestigios más antiguos de la vid y las cerámicas que hacen presumir a los especialistas que ya en el Neolítico, el ser humano bebía vino.

Miles y miles de años después, sigue resultando muy reconfortante visitar una bodega y que sus enólogos y responsables en la gestión expliquen cómo hacen sus vinos. En Jerez de la Frontera, por ejemplo, el viajero encontrará diferentes posibilidades para adentrarse en el descubrimiento y conocimiento de la viticultura.

Por ejemplo, visitando las míticas bodegas Tío Pepe, en activo desde el año 1835, cuando Manuel María González Ángel llegó a Jerez. Fue entonces cuando adquirió una bodega y comenzó a elaborar y a exportar sus vinos. Tiempo después, González se asoció con su agente en Inglaterra, Robert Blake Byass, y así nació la popular González Byass.

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La visita a Tío Pepe comienza en tren y transcurre por los jardines de Villa Victorina. Permite la observación de la viña, se pasa por las antiguas alquitaras, la tonelería y la bodega del brandy Lepanto. La segunda parte de la visita ya se hace a pie, recorriendo la famosa bodega La Concha, obra de Eiffel, la bodega de los Apóstoles, con botas –tal y como se conoce a las barricas en el marco de Jerez– de 300 años, el laboratorio del fundador, la bodega de los Reyes y otros espacios. Para finalizar, una cata de los vinos de la casa deja un regusto inigualable.

Las bodegas Tradición son otra extraordinaria opción que, además, satisfarán al viajero con sed de cultura, dado que el paseo por las bodegas se remata con la visita a la portentosa colección de cuadros atesorada por Don Joaquín Rivero, fundador de la bodega en 1998, aunque sus orígenes más lejanos datan de 1650.

Tabancos elegidos

La visita al Jerez de los vinos debe completarse en un tradicional tabanco, antiguos y modestos locales en los que se despachaba vino a granel y que, en este siglo XXI, amplían sus horizontes gastronómicos para ofrecer una exquisita selección de productos de la tierra. El viajero también podrá disfrutar de cante y baile. Por ejemplo, en El Pasaje, uno de esos establecimientos auténticos y con alma. Despachan vino de la tierra. Fino y manzanilla. Oloroso. Amoroso. Palo Cortado y Cream. Se acompañan de exquisitas chacinas y embutidos de la sierra de Cádiz suculentos lomos de atún con pimientos, mojama, anchoas, chicharrones y alcachofas con reducción de Pedro Ximénez.

En Tradición se encuentra una de las mejores colecciones privadas de pintura de Andalucía, con obras de artistas españoles desde los siglos XIV hasta el XIX que incluyen a maestros como Goya, Zurbarán, Velázquez, Murillo o El Greco, entre otros. Destaca a la entrada de la pinacoteca una segunda versión de 'La rendición de Granada', el famoso cuadro que cuelga en las paredes del Senado, pintado por el propio Francisco Padilla y Ortiz para un coleccionista enamorado de la obra original.

Para la puesta en marcha de Tradición, Joaquín Rivero adquiere un antiguo casco –nombre que se da a las bodegas en Jerez– en pleno centro histórico de Jerez y comienza a seleccionar vinos de soleras antiguas, excepcionales, pero casi olvidadas. De inicio, la bodega la integran 500 botas de oloroso y amontillado. Su intención es dedicarse exclusivamente a los vinos muy viejos, trabajando con añadas muy antiguas. En 2004, Tradición empieza a trabajar también el Palo Cortado y el Pedro Ximénez.

A lo largo de la visita por Tradición, además de descubrir diferentes secretos del vino y del sistema de criaderas y soleras típico de Jerez, el viajero descubre la arquitectura de un casco cuyas paredes, en determinadas zonas, son las propias murallas de la ciudad, que datan del tiempo de los almohades, en el siglo XI. Y los pasajes y callejones surgidos de la fusión de diferentes cascos.

Pasear por el interior de Tradición retrotrae al viajero a una época pretérita en que el trabajo se hacía de forma artesanal, dándole tiempo al tiempo. Ir catando algunos vinos con decenas de años de solera, mientras se pasea entre las botas es un auténtico privilegio.

Seguir catando vinos y degustar un aperitivo en el patio central de la bodega o, mejor aún, disfrutando de la soberbia pinacoteca, es un lujo que el viajero podrá catalogar dentro del apartado de 'experiencia', ese término del que tanto se abusa últimamente en el mundo de los viajes y en el de la gastronomía.

La Biblia de los vinos de Jerez

Hablamos de 'Jerez, Manzanilla & Montilla: Vinos tradicionales de Andalucía', del que son autores Jesús Barquín y Peter Liem, publicado en la editorial Abalon Books, especializada en gastronomía.

Los autores presentan una introducción exhaustiva a estos vinos inimitables. A partir de un reconocimiento de la tradición y la historia, el libro se centra en la discusión de los vinos tradicionales andaluces desde una perspectiva contemporánea. Se describen con detalle la gran variedad de estilos y métodos de producción, con un capítulo dedicado al siempre fascinante palo cortado.

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