«Si Rusia me llama a filas para la guerra, me vuelvo a Granada sin dudarlo»

«Ni Rusia ni nadie tiene derecho a invadir ningún país», afirma un ciudadano ruso con respecto a las últimas noticias que llegan desde Ucrania tras la entrada de las tropas de Vladimir Putin en Kiev. Lo hace con conocimiento de causa, pues comprende perfectamente lo que supone abandonar su propia tierra en busca de un porvenir, lo mismo que están haciedo miles de ucranianos huyendo del horror de la guerra.

Kiril Khokhryakov habla un perfecto castellano. A sus 29 años ha vivido más de la mitad de su vida en España. Concretamente, en la provincia de Granada. «Cuando era pequeño, me mudé con mi madre a Armilla por temas de trabajo. En total, estuve desde 2002 hasta 2018 o 2019 viviendo en Granada», explica. Con un título universitario bajo el brazo, Kiril decidió volver a Rusia por el mismo motivo que lo llevó a salir diecisiete años antes.

«En Granada había muy pocas oportunidades laborales en ese momento. No encontraba nada, así que decidí regresar. Aunque los salarios son más bajos, en Rusia había empleo de sobra». Poco después de su vuelta, estalló la pandemia del coronavirus. Tras superar su fase más cruda y en mitad de la recuperación económica, Europa ha vuelto a sufrir un nuevo golpe a manos del Kremlin, por lo que todas las miradas apuntan hacia el país de Kiril.

Su teléfono amaneció el pasado jueves 24 con innumerables mensajes de texto. Según Kiril, todos ellos de amigos españoles preocupados por el devenir de la situación. «No me ha sorprendido la invasión. Desde hace semanas, el Gobierno ruso había concienciado a la población con la posibilidad de que empezaran los ataques a través de los medios de comunicación, donde la propaganda a favor de Putin es máxima», explica.

Kiril se muestra rotundamente en contra del conflicto bélico iniciado por Rusia y asegura que no tiene miedo. «Me extrañaría mucho que algún estado de Occidente decidiera invadir Rusia. Más aún Ucrania, pues tienen una defensa muy débil. Su presidente quiere negociar el final de la guerra con Putin, por lo que si la OTAN no interviene, la invasión podría terminar en pocos días», cree.

Mientras que la paz se instaura o no de nuevo en Ucrania, Europa entera sufre las consecuencias de la guerra. Una de ellas es la escalada abusiva del importe de la energía, algo de lo que no es ajena la propia Rusia. «No creo que mi país gane algo con esta guerra. Me refiero a la gente de a pie. Los sueldos no suben, pero sí los precios. La moneda oficial, el Rublo, está cayendo mucho», denuncia Kiril.

Uno de los aspectos que más inquieta a la población civil es la llamada para unirse al combate. Concretamente, a los varones mayores de edad y hasta 45 años que, como Kiril, no podrían negarse a coger un fusil. «Estamos en las listas de reserva, pero no me gustaría en absoluto. De hecho, si Rusia me llama a filas, intentaría volverme a Granada sin dudarlo», concluye este ciudadano de Perm, una gran urbe próxima a los Montes Urales que, como el resto del país, vive en vilo el jaque de su Gobierno a Ucrania y a Occidente.

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