Entre riberas de aguas de cobre y sangre
Rincones al descubierto ·
Huelva oculta paisajes que parecen extraídos de mitologías fantásticas y lejanas galaxias. Recorrer las riberas interiores de sus ríos rojos es vivir la aventura de los colonizadores británicos y los antiguos mineros del AndévaloJUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
Viernes, 31 de julio 2020, 01:10
Huellas de ciervos y jabalíes se marcan sobre el barro de color cobrizo, señalan los puntos, poco profundos, donde es posible vadear el cauce de un río cuyos fondos permanecen ocultos bajo una tupida capa de colores verdes, dorados, cobrizos y rojos. Las señales del paso habitual de fauna tienen continuidad en la otra orilla, muestran el camino a seguir para internarse en bosques de pinos, encinas y alcornoques, y disfrutar de la visión de algunos de los paisajes más singulares de la orografía ibérica. Es el río Odiel, que junto al Tinto, son los dos cursos fluviales de aguas rojas que convierten una gran zona de la provincia de Huelva en un territorio que parece formar parte de paisajes espaciales.
Información útil
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Al puente de Calañas De Huelva a Zalamea la Real, y desde allí, la carretera de Calañas
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A Sotiel Coronada Desde Calañas, a 8 kilómetros por la carretera hacia Valverde y Huelva
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Riotinto A 8 km. de Zalamea la Real en dirección norte.
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Parque temático En las minas de Riotinto, junto al pu
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Chacinas Jamón y chacinas de cerdo ibérico del Ándévalo y la sierra de Huelva
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Chocos Disfrutar de las tapas y raciones de chocos en los bares del centro de Huelva
Internarse en los senderos del Odiel, a su paso por la comarca del Andévalo, en el centro geográfico de Huelva, es contemplar el devenir de la historia, desde la presencia de los hombres de Tartesos a conquistadores cartagineses, romanos, árabes e ingleses desde el siglo XIX. Todos ellos explotaron la riqueza minera de esta zona. Ellos sabían que el color de las aguas de los ríos que desde Aracena, el Odiel, y desde Nerva, el Tinto, llegaban al Atlántico, se debía al paso del agua por tierras cargadas de piritas (mineral de hierro) y calcopiritas (cobre) que se enrojecen y oxidan con el aire y otorgan a las aguas ese singular color que pasa del verde al rojo.
Tierras de Marte y el parque minero del Riotinto inglés
Conocer el parque minero de Río Tinto es el primer paso para entender el paisaje de los ríos de aguas rojas y la razón por la que los científicos utilizan algunos parajes de esta zona para emular futuros paseos sobre la superficie de Marte, sus minerales y condiciones de extrema aridez ayudan en sus investigaciones. Riotinto posee las minas a cielo abierto más grandes de Europa. Industrializadas por la compañía inglesa Minas de Ritotinto entre 1875 y 1955, le otorgan un aire británico a los poblados y aldeas de gran parte de la provincia (incluso a un barrio de la capital). Es posible visitar las antiguas instalaciones y disfrutar de la visión de los vagones y locomotoras de ferrocarril que transportaban las piritas hacia el puerto de Huelva.
Buscamos una única e impactante visión de los colores y la singularidad del río Odiel. Viajamos hacia Zalamea la Real y, desde esta localidad, seguir por la carretera hacia Calañas, entre encinares y monte bajo, que conduce hacia un viejo puente de piedra que, en una cerrada curva, sirve de paso sobre el río Odiel. Es la puerta de acceso a un universo desconocido. El Odiel se ensancha antes de pasar bajo el puente, genera zonas de riberas encharcadas de colores amarillos entre rocas ribeteadas de rojo. El agua sortea antiguos pilares de puentes romanos y árabes. Al otro lado del puente, el río baja caudaloso, encajado en un cauce estrecho de tierras rojas y ocres, cobrizas y, en el centro, el agua adquiere un intenso color verde. Sendas y veredas se internan en la ribera, discurren entre los bosques de pinares, que se asoman a un río en busca de minas y molinos.
La carretera continúa hacia Calañas. Es una clásica población minera y agrícola, vertebrada alrededor de la antigua vía del ferrocarril a Extremadura, con el viejo apeadero al que llegaban jóvenes senderistas de los setenta para subir al Morante, una quebrada colina cercana al pueblo, desde la que se divisa gran parte de las llanuras del Andévalo. A solo ocho kilómetros, vuelve el paisaje de universos galácticos, de ocres imposibles. La aldea de Sotiel Coronada fue siempre el centro minero de la comarca. El río Odiel se abre en diversos meandros y se concentra para pasar bajo un antiquísimo puente, construido bajo una base romana. Desde aquí parte la ruta de los Molinos, la más indicada para conocer la historia y los ecosistemas de los ríos rojos, que conecta con el sendero de los molinos y llega hasta las cercanías del puente que habíamos descubierto en la carretera de Calañas, y regresa a Sotiel Coronada por la ribera izquierda del río. Es un recorrido difícil, de 18 kilómetros, que no es recomendable para todos los públicos. Basta con disfrutar del paraje de Sotiel, de la visión del río desde el mirador y de caminar unos centenares de metros por sus riberas, antes de volver a Huelva y mirar, en el paraje de la Punta del Sebo, bajo la gran escultura de Colón, la fusión de los dos ríos de aguas rojas, ya muy cerca del mar.
Mi ruta en 1970
En la primavera de hace 50 años cuatro adolescentes recorrimos las riberas del Odiel, desde el puente de Calañas hasta las cercanías de la ciudad, un periplo de cinco días por un territorio desconocido, sin más caminos que las sendas de las minas abandonadas y la compañía de jabalíes y el aullar de los últimos lobos. Ahora, medio siglo después, la imagen de las aguas rojas en los puentes de Calañas y Sotiel, me lleva de viaje en el tiempo para constatar que aún mantiene sus principales esencias y descubrir que una pequeña parte de aquel recorrido es hoy la ruta de los Molinos del Odiel.
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