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Agentes del Sereim, con Alberto en lo más alto, su esposa, y con Marco, su compañero en el Mulhacén IDEAL

Subir a la cumbre más alta de la vida tras la caída más dura en Granada

Superviviente ·

Alberto, que en 2019 estuvo al borde de la muerte tras deslizarse 80 metros por una placa de hielo en Sierra Nevada, ha vuelto a Granada desde Vigo a dar las gracias al Sereim y a terminar aquella excursión

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Miércoles, 12 de enero 2022, 00:43

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Alberto tiene 53 años ymañana entrará al quirófano de un hospital madrileño para someterse a una cirugía del corazón. Quieren tratarle una arritmia mediante la técnica de la ablación. Este problema cardíaco le apareció como consecuencia de una caída de más de ochenta metros sobre una placa de hielo en el Paso de los Franceses de Sierra Nevada, el 25 de noviembre de 2019, en una jornada de noche cerrada y con rachas de viento de cien kilómetros por hora. Un charco de sangre, el cuerpo inerme y un frío incapacitante en medio de un paraje mudo… en aquellos momentos fatídicos comenzó su lucha por agarrarse a la vida en las peores condiciones en las que se puede encontrar un ser humano tras un accidente de montaña.

Solo un dato, en 1989 seis montañeros perdieron la vida en el mismo paraje donde Alberto logró sobrevivir. «Es un sitio muy complicado y salir de allí con vida después de un accidente grave es muy difícil», apunta Antonio Casado, uno de los guardias civiles del Sereim de Granada que aquella noche se volcó para sacar con vida de aquel infierno a este gallego del mundo de la montaña.

Alberto no iba solo aquella noche. Su amigo Marco Groba fue su salvador porque sin él nada hubiera sido posible. Primero acudió a auxiliarlo y después recorrió más de doscientos metros entre la nieve y el hielo para encontrar un punto con cobertura telefónica para llamar al servicio de emergencias del 112. Después de unas horas, aparecieron David y Javier dos montañeros del Refugio del Poqueira, y un poco después lo hicieron Antonio, Iván, Legi, Ricardo y David del Sereim de la Guardia Civil de Granada, quienes llevan grabado a fuego cada rincón del macizo montañoso. Estos roqueros de las cumbres altas suman las vidas salvadas de montañeros accidentados por decenas y decenas cada año. Después de aquel rescate hubo muchas emociones compartidas cuando el accidentado se vio salvado e ingresado en el hospital. IDEAL informó de este rescate en aquel mes de noviembre de 2019.

Rescate de Alberto aquella madrugada del 25 de noviembre de 2019.
Rescate de Alberto aquella madrugada del 25 de noviembre de 2019. OPC

Alberto, su esposa y su amigo Marco han vuelto a Granada para reencontrarse con sus «amigos del Sereim» y para terminar aquella excursión del 25 de noviembre de 2019, interrumpida por el accidente y por las secuelas posteriores heredadas de la caída más dura en la vida de Alberto.

La comodidad tuvo la culpa

«Cometí un fallo garrafal porque opté por quitarme los crampones por comodidad. Por culpa de ese error no solo puse mi vida en peligro, sino la de mucha más gente. Venir a Granada era una obligación moral para agradecer a toda estas buenas personas lo que hicieron, y para acabar lo que aquel día no pudimos finalizar».

La víctima de aquel accidente ha tenido un largo recorrido tras aquel siniestro: pasó un mes ingresado en el Hospital de Neurotraumatología de Granada, seis de los cuales fueron en la Unidad de Cuidados Intensivos –UCI–; ha sido intervenido cuatro veces en quirófano sin contar la de mañana; y, ahora, tiene una forma diferente de afrontar el día a día porque ha visto muy de cerca la cara B de la existencia. «Mi percepción de la vida ha cambiado mucho, lo veo todo con cierta distancia, te haces más vitalista y sumas más ganas de aprovechar cada instante». Alberto ha recorrido 1.100 kilómetros con su amigo Marco para saldar la deuda que tenía con el Sereim, con sus amigos de la Alpujarra, y con el Mulhacén.

Marco, el compañero del accidentado, en la zona del siniestro en el Paso de los Franceses de Sierra Nevada.
Marco, el compañero del accidentado, en la zona del siniestro en el Paso de los Franceses de Sierra Nevada. IDEAL

«Nos presentamos en la Comandancia (Guardia Civil) de Granada y allí nos recibió el hoy capitán del Sereim de Granada, Rubén Santos. Todo fue muy emocionante, desayunamos con ellos, nos dimos abrazos y se asombró que hubiéramos recorrido más de mil kilómetros para encontrarnos con ellos. Era una deuda», advierte Marco, el compañero del accidentado que aquella noche iba con Alberto.

El reencuentro no se quedó ahí. La fiesta de emociones tuvo su momento álgido cuando los agentes participantes en aquel rescate subieron al pico del Mulhacén para acompañar a Alberto, a su esposa, y a Marco al techo de la Península. «Todo el trauma y sufrimiento pasados se esfumaron al volver al lugar del accidente y subir al Mulhacén con nuestros rescatadores», apunta Marco, quien ha viajado desde Vigo junto a Alberto para saldar esta deuda.

Las lágrimas de Alberto

Allí arriba en la cumbre, Alberto lloró. Los guardias del Sereim hablaron de aquella experiencia para recordar lo duro que fue, aunque «nunca perdimos la esperanza y la fe en salir de allí con Alberto». Hubo abrazos entre el accidentado y su esposa. Marco fue el responsable de recoger aquel momento en vídeo, en fotos y en letras que después repartió por las redes sociales.

«Nosotros solo hemos hecho nuestro trabajo. En aquella ocasión, en condiciones muy extremas, con mucho tesón y con la experiencia de un gran equipo de montaña. Estamos muy agradecidos a Alberto y Marco por las muestras de reconocimiento que hemos recibido de ellos», explica el capitán del Sereim de Granada, Rubén Santos.

Antonio Casado, quien dirigió aquel rescate que culminó la madrugada del 25 de junio, mantiene: «Me he quedado con la satisfacción de conocer a Alberto y la lección que nos ha dado de superación». Esta vuelta a Granada ha sido como subir a la cumbre más alta de la vida tras la caída más dura.

También pasaron por el Refugio del Poqueira donde estuvieron aquella madrugada después de ser rescatados por los agentes del Sereim y desde donde esperaron el amanecer para ser trasladados por el Helicóptero de la Guardia Civil.

Después de bajar del Mulhacén, estos montañeros gallegos compartieron con los agentes del Sereim, una vez terminada la jornada laboral, unas cervezas por bares del Centro de la ciudad donde hubo intercambios de teléfonos, anécdotas compartidas y el cierre de una herida abierta desde noviembre de 2019.

Alberto, su mujer, y Marco continuaron su viaje hacia la Costa de Granada días después de subir al Mulhacén. Allí se vieron con sus amigos Pepe y Raquel, a quienes tenían previsto visitar aquel fatídico mes de noviembre de 2019 y no pudieron hacerlo superados por las circunstancias.

«Conozco a mi amigo Berto (Alberto) desde hace casi cuarenta años y cuando llegamos al Paso de los Franceses, lugar del accidente, lo vi llorar por primera vez. Eso me ha quedado grabado muy dentro». Ahora, tanto Alberto como Marco aseguran sentirse en paz; es la forma de tocar la cima de la vida tras la caída.

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