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Cuando desaparecen los camiones de basura y los taxis, la Gran Vía queda en silencio e iluminada por los semáforos. PEPE MARÍN

Lo que queda tras el 'toque' en Granada

Al anochecer ·

Un trabajador en bici, hamburguesas a deshoras y una mudanza tardía. La ciudad acata sin apenas incidencias el cierre de madrugada

Javier Morales

Granada

Viernes, 13 de noviembre 2020, 00:58

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Los granadinos deben estar en casa desde hace una hora. Hay 'toque de queda' –una expresión modernizada de raíces medievales y evocación bélica–, así que entre las diez de la noche y las siete de la mañana no debe haber nadie en las calles, salvo excepciones de trabajo y la salud. Son las once y es posible cruzar de Zaidín a Chana sin ver a un sólo peatón.

Es por eso que resulta tan llamativo el ciclista de Ancha de Capuchinos, equipado desde la punta del pie hasta la cabeza, gafas de sol deportivas incluidas, aunque quitadas, claro. La escena hace sospechar a la Policía Local, que se detiene junto al hombre.

Es un trabajador de Cervezas Alhambra que acostumbra a ir a la fábrica en bicicleta –la empresa forma parte de un programa para incentivar los desplazamientos saludables y no contaminantes–. Tiene todos los papeles necesarios para acreditarlo ante los agentes municipales. También puede hacerlo si algún policía le da el alto cuando se aproxime a los límites de la ciudad, ya que reside en Monachil. Le quedan varios kilómetros por delante, así que echa a pedalear con el visto bueno de los municipales. La luz que parpadea bajo su sillín va dejando un rastro rojo a lo largo de toda la avenida.

La noche en Granada. PEPE MARÍN
Imagen principal - La noche en Granada.
Imagen secundaria 1 - La noche en Granada.
Imagen secundaria 2 - La noche en Granada.

El coche patrulla avanza por una ciudad en la que los semáforos no tienen coches a los que frenar. Las luces naranjas de las farolas son las mismas de siempre, pero sin vehículos sobre el asfalto y con las aceras inertes, todo parece más oscuro.

Sin shawarmas

La Policía espera encontrar algo de vida en la calle Elvira. Las tiendas de shawarmas deben cerrar a las diez y sólo pueden ofrecer comida a domicilio, pero en el día anterior –en la madrugada del miércoles al jueves– hubo alguna incidencia. Al pasar bajo el arco de Elvira y girar a la derecha, en un día normal cabría esperar como mínimo una decena de persianas abiertas, entre establecimientos de comida y teterías. Sin embargo, allí lo único que queda es el traqueteo de las ruedas del coche.

La sorpresa llega al final de la calle. Una pareja camina hacia Plaza Nueva y acelera el paso cuando ve por el rabillo del ojo el azul del vehículo de los agentes. Tratan de cruzar la acera y reciben el alto. «Venimos de una mudanza y tenemos fotos que lo demuestran». Así es:ella saca el móvil y empieza a enseñar a los agentes la prueba incontestable de que han estado en un traslado en la calle San Juan de Dios y se dirigían a casa.

Los taxistas, policías y basureros dan vida a las calles del Centro en la madrugada

Lo mismo que otro ciclista que está parado en Puerta Real. En este caso, no viste como un profesional, pero tiene los mismos motivos para estar parado que el anterior. Es camarero, acaba de salir de un bar del Centro que sirve a domicilio y va a casa. Entre la limpieza y el trayecto, sobrepasa el toque de queda.

El paseo sigue por Pedro Antonio de Alarcón. Otra imagen que antes de la primera ola del coronavirus habría resultado inconcebible. Por muy tarde y entre semana que sea, en Pedro Antonio siempre hay algo de fiesta: los que regresan a casa tras la copa en el pub, los que bajan a comprar alcohol a la tienda 24 horas, los coches que paran a por un kebab. Ahora no. Tal es la quietud que un persianazo activa a los agentes. Localizan una hamburguesería que sigue sirviendo, y que tiene a un repartidor en la calle. Se enfrenta a una posible sanción.

La vida está en el interior de los edificios de ladrillo del entorno de Einstein, con algún balcón iluminado más allá de las doce. Desde uno se asoma un 'policía de balcón' que avisa a los periodistas: «¡Fotógrafo, como llame a los municipales verás!». Cuando se calla, empieza a sonar el agua que corre por las alcantarillas de Severo Ochoa. El murmullo le pega más al bosque de la Alhambra.

El agua bajo la estatua de Isabel y Colón, en la Gran Vía, parece sin embargo un espejo. Refleja las luces del principal eje del Centro. Aquí sí hay vida, y mucha. No dejan de pasar barredoras y camiones de basura. Con su carrito está Manuel, como otros cuatro compañeros que limpian las aceras, más tranquilo que nunca en estas calles tan extrañas. Al fondo, la lucecita verde del taxi de Antonio, enPlaza Nueva. No hay a quien transportar:ellos también sufren la crisis económica.

Esto es todo lo que queda en Granada tras el 'toque'. Las luces encendidas en el Virgen de las Nieves le dan sentido a esta ciudad agazapada hasta las siete.

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